Siempre hay una primera vez

El Expreso arrolló a Liniers con fútbol y goles. Fue el bautismo triunfal jugando contra Vélez en su propia casa, rompiendo con la racha negra. La actuación del equipo resultó sin fisuras: muy afirme atrás y demoledor en ofensiva.

Siempre hay una primera vez
Siempre hay una primera vez

"Las rachas están para cortarlas", había anunciado el Gato Oldrá en la semana. ¡Y vaya si el Tomba se hizo eco de la frase del DT ! 
Godoy Cruz rompió el maleficio que lo perseguía en Liniers y lo hizo de la mejor manera. Con autoridad, poder ofensivo y un goleador intratable como Jaime Ayoví, autor de dos goles y asistencia para el penal que derivó en el cuarto.

De la mano del ecuatoriano, el Tomba trituró a Vélez y festejó ante el Fortín en el José Amalfitani por primera vez en su historia.

Lo del Expreso fue sensacional. De principio a fin, dominó a Vélez. Salió a presionar bien arriba, con Zuqui y Fernández bien abiertos y tratando de terminar cada jugada con un centro a Ramírez o Ayoví.

Ni siquiera lo amedrentaron los dos cambios por lesión antes de la media hora de juego del primer tiempo. Nada de eso, todo lo contrario.

Fabrizio Angileri y Guillermo Cosaro, los reemplazantes de los averiados José Luis Fernández y García Guerreño, encajaron perfecto en la estructura del equipo. El juninense participó en los dos primeros goles de Ayoví y Cosaro marcó el tercero, el de la tranquilidad.

En el tramo final de este torneo Godoy Cruz no pierde el ADN. Al juego ofensivo, toque corto y movilidad, le agregó solvencia y equilibrio. La defensa se paró mejor, el doble cinco (Lértora-Rodríguez) es clave y los de afuera (Zuqui-Fernández o Angileri) son dos tractorcitos que van erosionando al rival.

Ni hablar de los tanques de arriba. Están llenos de gol. Te matan. Ayoví es la gran revelación del fútbol argentino. Y Tito Ramírez sigue aportando su cuota de gol.

Así, el Tomba dejó atrás las penurias y se convirtió en un equipo sólido, equilibrado, ofensivo y el más goleador del campeonato.

El Gato Oldrá metió mano en el equipo y parece haberle encontrado la vuelta al sistema defensivo. Porque más allá del gol de Pratto, el Tomba lució compensado en el retroceso, bien parado, preciso y filoso por los costados.

El Tomba se despertó con todo.  Apareció en toda su dimensión y, de los últimos nueve puntos, sacó siete.

¿Y si te quedás, Gato?

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