“Yo conseguí irme a la casa de un familiar, otros vecinos van a alquilar y algunos han conseguido dónde dejar las cosas mientras esperamos a ver qué pasa, si podemos volver. Pero hay otros que no tienen adónde ir”, dijo Mauro en la puerta del departamento del que es propietario, en un edificio que tuvo que ser desalojado de emergencia ayer en la madrugada por riesgo de derrumbe.
En el inmueble de tres pisos ubicado en la esquina de Salta y Entre Ríos, de la Tercera Sección de Ciudad, viven nueve personas -muchos de ellos inquilinos- que durante la tarde regresaron a sus hogares para retirar sus pertenencias, tras los análisis llevados adelante por bomberos y la comuna.
Mauro, resignado, era ayudado por unos familiares a cargar unas camas, unos colchones y un sillón en una camioneta parada frente al lugar. También llevaba unas cajas y bolsas con lo que tenía en su hogar. “Vamos a ver si se puede arreglar el edificio y así poder volver. El tema es el tiempo que van a tardar”, agregó antes de volver a entrar para retirar una carga más.
Otros vecinos no tenían tan buena predisposición para hablar, y entre subidas y bajadas a su departamento, dijeron que estaban terminando de mudarse.
El lugar, que quedó vallado para evitar que los peatones pasen por la zona, da claras muestras de estar más abajo que el resto de la vereda de la cuadra. Con algunas pertenencias en sus manos y acompañado de su esposa, José Mathiot (inquilino del edificio) contó que hace sólo diez meses vive en allí.
“Nos han dicho que van a hacer estudios y mientras tanto tenemos que irnos. Yo me voy con mi hija a un lugar que conseguimos y mi esposa se va a la casa de los padres. Desde las 2 de la mañana estamos viendo qué hacemos. Creo que deberían cimentar el piso, porque si no el edificio va a seguir hundiéndose”, señaló el vecino rumbo a su automóvil.
El robo que no fue
En plena madrugada, la rotura de un vidrio de la tapicería que está debajo de los departamentos generó pánico en los vecinos. La alarma del negocio dio alerta al 911, que primero investigó un posible robo pero luego se descubrió que fue el propio edificio que cedió y provocó la explosión de los vidrios.
Pero el problema no es nuevo. El 15 de agosto la vereda del lugar sufrió también un hundimiento, por lo que desde la Municipalidad realizaron una inspección y emplazaron a los propietarios a reforzar la estructura.
Antonio Curi, director de Obras Privadas de Capital, indicó a Los Andes que en la verificación de agosto notaron un "hundimiento en la zona de columnas". Ante esto, aseguró que se intimó a los dueños a presentar un plan de obras, con la amenaza de desalojar el lugar.
“Este plazo se venció, por lo que los multamos. Pero aún corría la intimación que hicimos para que desalojaran el lugar si no enviaban el informe con el estado de habitabilidad y el plan de refuerzo estructural”, acotó.
Más allá de este problema, Curi aseguró que “no hay riesgo de que se desplome el edificio”, pero que “preventivamente no se va a habitar hasta que los trabajos estén terminados”.
“Hay una afluencia lenta del suelo que también provoca el descuadre de marcos y puertas. Si llega a haber algún evento sísmico, probablemente no se pueda evacuar el lugar porque se trabarían las puertas”, dijo.
Además, agregó que el paso de los micros, que es intenso durante todo el día en calle Salta, no ha tenido injerencia y que podrían haber estructuras en la zona con similares problemas, aunque no tan graves como en este caso.
“Estos problemas se deben a que estos edificios construidos hace 50 o 60 años tienen fundaciones superficiales que se suman a los malos terrenos. Todos las edificaciones desde el ‘75 están construidas de otra manera”, explicó Curi.
Vecinos indignados
“Hace 70 días que ni los propietarios ni el municipio hacen nada. A los funcionarios les gusta hablar con los medios de comunicación, pero no nos dan una respuesta a los afectados”, lanzó ofuscado Andrés, dueño de la tapicería Tapiserv, que se encuentra en la esquina del edificio.
El hombre expresó que desde el 15 de agosto no pueden abrir el local, por lo que están paralizados. “Nunca fuimos informados de esta situación cuando firmamos el contrato. Pero tampoco la Municipalidad ha actuado rápidamente. Si esto no pasaba hoy, estaríamos en la misma”, añadió.
En tanto, José, uno de los vecinos que fue desalojado, relató que debió dormir en su auto y que no sabe qué va a hacer. “Varias familias están en casas de familiares. Yo no tengo dónde llevar mis cosas ni el dinero para enfrentar otro alquiler”, sostuvo.
Por último, Florencia Ramet, que tiene un quiosco hace cinco años junto al edificio, dijo que ellos no han detectado problemas en su propiedad. Lo que si comentó es que son muchas las personas que alquilaban en ese sitio.
“Hemos visto a muchas personas de África que vivían allí. Y además en el galpón vacío (que forma parte del edificio, por calle Salta) antes había una iglesia evangélica que se fue por estas razones, según nos contaron”, resumió la mujer.