Estarán los que me digan que en un Mundial sólo importa ganar e ir pasando etapas, y es entendible porque la historia (que suele ser injusta) no habla de merecimientos y sí de resultados, pero como dice la canción de Litto Nebbia: "Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia…" y esa verdadera historia debería decir que Chile mereció más de lo que se llevó de Belo Horizonte.
Acá no sólo me refiero a lo futbolístico, porque los palos también juegan y la suerte es siempre protagonista, sino a su estilo de juego.
El equipo de Sampaoli se va del Mundial siendo fiel a su pensamiento, jugando a lo que saben jugar, sin renunciar a sus principios.
¡Cuánto valor tiene eso en estos tiempos! Así maniataron a un Brasil que no supo cómo resolver los problemas que se le plantearon, cómo le había pasado frente a México, cómo le pasó con Camerún, aunque en aquella oportunidad tuvo un Neymar inspirado que ayer se arrastró en la cancha y parece estar en duda para lo que viene.
En las mismas condiciones está Colombia, justo el próximo rival de los dueños de casa.
Espero que José no se traicione y siga fiel a su apuesta, la misma que lo llevó a ganar tantos títulos en juveniles y lo convirtió ayer en uno de los técnicos con más partidos invictos en Mundiales, el buen trato del balón y ser protagonistas en todas las canchas. Si es así, el resultado será lo de menos para los amantes del fútbol.