Por Fabián Galdi, editor Más Deportes digital - fgaldi@losandes.com.ar
"Subnormal, subnormal"
fue el cántico que escuchó
Lionel Messi
por primera vez allá por 2012 cuando aficionados al
Real Madrid
intentaron provocarlo durante un clásico contra el
Barcelona
en el
Santiago Bernabéu
. En la intención y el tono agresivo de los fanáticos quedaba clara la actitud de denigrar al futbolista argentino haciendo relación a la enfermedad de la hormona del crecimiento en su etapa infantil y pre adolescente. Más allá de que el astro del
Barça
supo sobreponerse a la situación, lo cierto es que la prensa española destacó el fastidio de Leo y los cruces con los madridistas
Xabi Alonso
y
Arbeloa
; a éste - según las versiones fuertes del momento - la Pulga fue a buscar tras el partido a la playa de estacionamiento con el afán de pedirle explicaciones. El hecho sucedió en la transición entre el exitoso ciclo de
Pep Guardiola
y el surgente de
Tito Vilanova
, cuando el blaugrana parecía en una etapa de refundación de su paradigma futbolístico y el "merengue" parecía haberle encontrado la vuelta al funcionamiento colectivo de su archirrival.
La agresión verbal suele ser penada con mayor dureza que la física en los reglamentos que rigen la FIFA; por ende, ese criterio debe ser aplicado en cualquier liga del mundo asociada a la federación internacional. La descalificación al adversario siempre estuvo ligada al interior del campo de juego, pero la escalada en el nivel de agravios en las tribunas también se potenció hasta el límite de dejar de lado el foco meramente futbolístico hasta caer en referencias directas al
racismo, xenofobia, chauvinismo y homofobia
. En canchas argentinas, inclusive, los cantos de una hinchada a otra rozaban lo naif hasta mediados del siglo XX. Más cerca de la década del'60, las alusiones ganaron en violencia simbólica. Y fue en Europa, precisamente, donde comenzó a advertirse que sectores del neofascismo y neonazismo habían empezado a reagruparse en el espacio público del estadio. El caldo de cultivo fueron los clubes, especialmente los de
Italia, España, Alemania, Francia, Inglaterra y Holanda
. Y la tendencia creció hasta nuestros días en todo el planeta, sin solución a la vista.
A poco de iniciarse el Mundial 2006, en Alemania, el agrupamiento de ultraderecha autodenominado
Schutzbund Deutschland
instaló una campaña a través de stickers en contra de la figura del futbolista
Gerald Asamoah
, de origen ghanés. "No, Chita, no eres alemán si no un mono". Tal nivel de difamación provocó rechazo de los sectores más progresistas afincados en la
Bundesliga
pero meses después de finalizada la Copa del Mundo, el propio defensor denunció públicamente en el diario
Bild
que compañeros de él en la Selección optaron por no manifestarse sobre el tema y tampoco le demostraron solidaridad. Entre los aludidos estaba el capitán del equipo,
Michael Ballack
y varios de sus compañeros más reconocidos.
(Gerald Asamoah)
Lejos de haberse avanzado en la solución a este flagelo, en el pasado Mundial 2014 de Brasil, fue el delantero
Karim Benzema
quien hizo alusión a cómo era tratrado por parte de la prensa gala y buena parte de la opinión popular en su país. "Si hago goles me dicen que soy francés y si no los hago me dicen que soy árabe" fue la frase que lanzó el también jugador de Real Madrid. Y a otro de los integrantes de
les bleus
-
Samir Nasri
- le sucedía lo mismo. En 1998, en ocasión de la Copa del Mundo, el líder de la ultraderecha francesa
Jean Marie Le Pen
llegó a expresar "dudo que sepan la letra de la Marsellesa" en referencia al color de piel y origen de buena parte del seleccionado de Francia, a la postre campeón del mundo. La estrella del equipo,
Zinedine Zidane
, salió a contestar el comentario xenófobo del politico: "El señor Le Pen casi se muere cuando vio a diez negros cantando la Marsellesa".
(Karim Benzema)
A
Diego Maradona
solían recibirlo con leyendas agraviantes cuando visitaba el norte italiano con el
Nápoli
. De los términos soeces se pasaba directamente a las alusiones sobre la condición de sudamericano de quien era por entonces el mejor jugador del mundo. Era frecuente ver en partidos frente a
Juventus
,
Milan
,
Inter
o
Fiorentina
frases escritas en pancartas tales como "Bienvenidos a Italia" o "campeones de África del Norte". Durante el Mundial 1990, en la previa al duelo con la "azzurra" en el
SanPaolo
, el diez argentino utilizó un lenguaje elíptico para referirse a la rivalidad entre los norteños poderosos y los sureños postergados. Días después, le rechifla al himno argentino antes de la final contra los alemanes fue contestada por el ídolo de las napolitanos con tanta contundencia que ni se mereció una explicación del comentarista de turno cuando se trasmitió la imagen por la TV.
Un hecho tan irritable como aberrante sucedió la semana pasada en la Plaza Mayor de Madrid cuando aficionados del
PSV Eindhoven
holandés - a la espera del juego contra el
Atlético de
Simeone
, por la
Champions
- se burlaron de un grupo de mujeres de nacionalidad rumana que solicitaba una colaboración económica. Los fanáticos lanzaron monedas al piso y hasta quemaron billetes para burlarse de las mendigas, en medio de risotadas y frases altisonantes de desprecio. Poco después, el propio presidente del club,
Toon Gerbrands
, comunicó que las personas a quienes se identifique como socios en los videos seran sancionadas.
La misma actitud fue adoptada por la dirigencia de Real Madrid en ocasión del episodio que tuvo a
Messi
en el centro de la escena años atrás. Diecisiete asociados fueron expulsados de los registros de la entidad, mientras se la liga profesional -
LFP
- se comprometió a denunciar semanalmente a la Comisión Antiviolencia todo tipo de cánticos de tono discriminatorio en los estadios españoles. Una buena medida que bien podría ser imitada en la
AFA
respecto de las manifestaciones de índole segregadora que se suelen escuchar en las canchas argentinas y en cualquier parte de su territorio. Más allá de que parezca hasta una ingenuidad que este tipo de expresiones xenófobas vayan desapareciendo del fútbol como por arte de magia, lo cierto es que nunca es tarde para poner en práctica todo tipo de iniciativas para desterrarlas. Inclusive, para ir generando conciencia en las actuales generaciones y en las que vendrán. Sólo así podremos decir alguna vez que
la pelota no se mancha
.