Una semana agridulce se vivió en el deporte de la provincia. Mientras en Chile los juveniles consiguieron volver a brillar en los Juegos Binacionales de Integración Andina, en lo que respecta a nuestro fútbol una nueva muerte de un jugador de inferiores nos golpeó, y mucho.
A todo ese paquete que tiene que ver con las jóvenes promesas, también habría que agregar el gran triunfo de Jonathan Barros en Japón, lo que le abre una nueva puerta para pelear por el título del mundo.
La muerte de Palomar se suma a otros decesos de jóvenes futbolistas mendocinos durante partidos o entrenamientos. En noviembre de 2008, Renzo Cataldo (19) falleció cuando disputaba un encuentro de cuarta división con su club, Boca de Bermejo. En noviembre de 2014, Daniel Loyola (16) murió a causa de un paro cardíaco mientras realizaba los ejercicios precompetitivos con sus compañeros de Palmira.
En agosto de este año Juan Francisco Pelaytay (13) se descompensó en plena práctica con sus compañeros de Andes Talleres y murió.
Como en el caso de Palomar, los dirigentes también aseguraron que el joven había superado sin inconvenientes la revisión médica.
No queda otra que poner el ojo en los controles médicos y por ello la Liga Mendocina decidió que a partir del año próximo, todos los clubes locales deberán realizar las revisaciones médicas de sus jugadores con los profesionales de esa entidad.
Es sabido que muchas veces los clubes, los jugadores o los padres piden a algún médico que les firme la planilla y con eso alcanza. Por eso es una buena decisión la de la Liga y también la de la Subsecretaría de Deportes, cuyo titular, Federico Chiapetta, recordó que la repartición tiene profesionales idóneos para hacer los estudios.
El doctor Claudio Burgos, una eminencia en lo que tiene que ver con el corazón, aseguró en las últimas horas que "hay que hacer estudios más complejos, porque hay síndromes que pueden presentarse en el ejercicio físico que pueden desencadenar arritmias, y eso se puede agravar. Los electro de base sólo pueden detectar el 25% de los problemas".
Toda esta situación no debe tapar la gran actuación que los elencos juveniles (es hasta 18 años) de nuestra provincia hicieron en los Juegos Binacionales, una especie de mini Olímpicos que se disputan con otras tres provincias argentinas (San Juan, San Luis y Córdoba) y cuatro regiones de Chile.
Sin dudas que el mayor brillo estuvo en el atletismo, con lo que se ratifica el buen material con que cuenta nuestra provincia.
El gobierno deberá tomar nota de nombres como Valentina Sánchez, Brunella Gómez y Juan Esteban Fernández, Bernardo Notto, Yuliana Ballesteros, Magdalena Padilla, Lautaro Saavedra, Julián Peñaloza, Demaris Cuello o Renzo Cremaschi, entre otros.
Con ellos habrá que trabajar para que su nivel siga creciendo y puedan soñar con estar en los Juegos Olímpicos de la Juventud que se disputarán en 2018 en Buenos Aires.
Tampoco nos olvidemos de la natación, que trajo cinco preseas con Valentina Avogrado, Francisco Merenda y Valentina Pogés.
La Subsecretaría de Deportes informó esta semana que habrá 900.000 pesos anuales para apoyar a los deportistas mendocinos, lo que parece un número exiguo, aunque todo dependerá de cómo se lo destine. Porque en el anuncio no se deja en claro si los deportistas que cobran un subsidio del Enard también podrán pedirlo en la Provincia o no. En realidad, se pone en manos de las federaciones la designación de quienes deben ser los “becados”.
Y aquí habrá que seguir de cerca la relación del gobierno con la Confederación Mendocina de Deportes, un divorcio que parece no terminar de resolverse.
Dirigentes que asistieron a una reunión de hace diez días aseguran que las autoridades gubernamentales no ven con buenos ojos a la Confederación, que se cuestionó el manejo de fondos que esta hizo durante la gestión de Marcelo Locamuz como ministro de Deportes y hasta se pensó en hacer una intervención y suspender la entrega de los DID (Documentos de Identidad Deportiva) que la Confederación Mendocina entrega por imposición de una ley y que nunca fue solventado por el Estado.
La verdad es que ambas partes deberían trabajar en conjunto para tratar de que nuestro deporte siga creciendo. Hay mucho por hacer y las partes no podrán resolver todo por separado.
Si el Estado y las instituciones no se mueven mancomunadamente, los resultados siempre terminan siendo perjudiciales para la sociedad.
Esta semana el gobierno de San Luis dio un paso preocupante al intervenir el Club Estudiantes por estar en desacuerdo con las autoridades que estaban al frente de la entidad.
El único motivo que se adujo es que no había dirigentes que hayan nacido en San Luis y que todos eran parientes de Carlos Ahumada, un cordobés que llegó como gerenciador y terminó siendo elegido presidente de la institución puntana.
Ahumada tenía un poder que molestaba a los Rodríguez Saá, y eso es un delito en la vecina provincia. La interventora es la viuda del extinto Juan Gilberto Funes, quien es diputada.
Más allá de que Ahumada tiene un largo historial de denuncias en su contra, nunca es bueno que las entidades sin fines de lucro no sean dirigidas por sus asociados.
Ojalá este ejemplo no se replique en otras provincias, menos en Mendoza. La Confederación cumple una tarea que, hasta ahora no la cumple nadie, y eso no debería molestar. Cómo tampoco merece ser tratada como un sello de goma. Por otra parte, si en otros ámbitos se puede aunar esfuerzos (Fondo Vitivinícola, por ejemplo), no creo que no pueda también aplicarse en el deporte.
Recordemos que los dirigentes y los políticos pasan y las instituciones quedan, y la sociedad necesita de ellas.
Si todos miramos para otro lado, se nos mueren niños. Si nadie les da importancia a los valores jóvenes y sólo se los recuerda cuando necesitamos ir a buscar resultados a alguna competencia, el trabajo cae en saco roto.