El 10 de octubre pasado, a través de la resolución 108 publicada en el Boletín Oficial, el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, extendió por 45 días la vigencia del acuerdo que fija límites máximos para el precio de los combustibles.
Sin embargo, al igual que los primeros seis meses de convenio, las cuatro compañías líderes del mercado subieron sin problemas el valor de sus destilados.
Esta vez, luego de que YPF incrementara un 4,5% promedio el precio de todos sus destilados el 1 de noviembre, Shell, Esso y Oil, respondieron con nuevos ajustes en la mayoría de sus productos.
En comparación al primer día del mes (último relevamiento realizado por Los Andes), la compañía Shell aumentó sus precios en un 3,78% promedio.
La suba más destacada es la de la nafta premium, que pasó de costar $ 8,95 a $ 9,35 por litro en la estación de servicio ubicada en la esquina de Garibaldi y Costanera de ciudad.
También la nafta súper aumentó 37 centavos, pasando de valer $ 8,25 a $ 8,62. En tanto, el diesel común subió de $ 7,24 a $ 7,52 (un 3,86% más) mientras que el diesel euro saltó de $ 8,59 a $ 8,79 en los surtidores de Shell.
De esta forma, la empresa anglo-holandesa ajustó sus precios luego de tres meses sin aumentos, período en el cual las demás firmas subieron sus valores y acortaron considerablemente la brecha con los de Shell.
Surgió así nuevamente la duda sobre cuáles son los precios topes considerados por el Gobierno.
El 10 de abril, cuando se estableció el convenio, se aclaró que las empresas no podrían superar durante seis meses los precios máximos de mercado existentes a esa fecha por cada región. Mendoza, compartía grupo con San Luis y San Juan. Lo que no se aclaró, fue si entraban o no en el acuerdo las estaciones de bandera blanca.
Los discretos ajustes de Shell y la estabilidad en sus precios durante los últimos tres meses, hacían pensar que los precios máximos permitidos coincidían con los valores expuestos en las pizarras de esa compañía.
No obstante, el nuevo aumento del 3,78%, pone nuevamente en duda la existencia real de un "congelamiento de precios topes" o bien lleva a considerar que sí se tuvieron en cuenta las estaciones de bandera blanca, las cuales manejan valores mayores a los habituales y ocupan una porción de mercado mínima.
De cualquier forma, faltando menos de dos semanas para que concluya efectivamente el convenio (finaliza el 25 de noviembre), el llamado "congelamiento" brilló por su ausencia.
Otros aumentos
En las últimas dos semanas, también variaron los precios de Esso y de Oil. La primera, subió 1,13% el valor del litro de combustible premium ($ 8,79 a $ 8,89), 3,75% la nafta súper (pasando de $ 7,99 a $ 8,29) y 2,78% el diesel común ($ 7,19 a $ 7,39).
Por su parte, Oil aumentó 30 centavos el litro de nafta súper. El 1 de noviembre la vendía a $ 8,19 y hoy a $ 8,49. También incrementó 15 centavos (2,08%) el costo del gasoil, que antes valía $ 7,18 y actualmente se ofrece a $ 7,33.
Así, por algunos centavos, YPF volvió a ser la empresa más barata en el mercado, aunque a distancias mucho más cortas de la competencia en comparación a la etapa previa a la estatización.
Siete meses de convenio
Desde el 10 de abril hasta hoy, transcurridos siete meses desde que se decidió "congelar los precios topes" de los combustibles, las cuatro empresas que lideran el mercado local han subido sus precios en reiteradas ocasiones.
En el total de los siete meses, la compañía que más aumentó fue YPF que, en promedio, incrementó el valor de sus productos en un 22,45%. Le siguieron Oil (19,75%), Esso (19,40%) y por último Shell (10,04%).
Los porcentajes de aumento confirman el acortamiento de brechas entre los combustibles más baratos y los más caros. Es decir, la distancia entre los precios de YPF y los de Shell. Cabe recordar, que la empresa estatal ha reconocido en diferentes comunicados que "trabaja para acortar la brecha con la competencia".
Claro está que la reacción inmediata de las demás empresas para subir sus precios, cada vez que YPF aumenta los suyos, evita que la compañía estatal alcance realmente a sus competidores.
Lo cierto es que dentro de un convenio de reglas confusas, se corre una "carrera de precios" en el bolsillo de los consumidores.
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