Mide sólo 1,69 metros, como Lionel Messi, pero al igual que el argentino es un gigante que da vida a su equipo: el suizo Xherdan Shaqiri explotó justo a tiempo en el Mundial de fútbol de Brasil y el martes buscará eclipsar a la estrella del Barcelona en los octavos de final del torneo. “¡Tenemos nuestro propio Messi!”, celebró el diario suizo “Blick” después de que el centrocampista del Bayern Munich marcara el miércoles un “hat trick” en el 3-0 a Honduras que metió a Suiza en la próxima fase del Mundial.
Le atribuyen la misma capacidad de La Pulga para definir un partido: “Xherdan Shaqiri es nuestro hombre en los momentos clave, en los momentos extraordinarios”. Otros medios lo calificaron de “enanito mágico” y describieron su actuación ante Honduras como “la respuesta del artista”.
Y es que Shaqiri, de 22 años, llegaba criticado al tercer partido de su selección en Brasil. La prensa lo acusaba de no asumir el papel de guía que se esperaba de él y de no encontrar su lugar en la cancha como un el que crea y distribuye juego. Todo cambió en el calor de Manaos, donde Shaqiri demostró todo lo que se le venía reclamando. “Para mí fue importante ver que este equipo puede construirse sobre Shaqiri”, celebró el experimentado técnico Ottmar Hitzfeld. “Me confirmó lo que siempre pensé”.
Como tantas estrellas europeas, el versátil centrocampista llegó al Mundial mermado físicamente. En abril se desgarró con el Bayern de Josep Guardiola en la Liga alemana y fue baja varias semanas.
En Brasil fue de menos a más y el miércoles se convirtió en el primer jugador suizo en marcar tres goles en un partido del Mundial en 60 años.
Los suizos se esfuerzan por una vieja táctica del fútbol: ceder el favoritismo del choque a Argentina y liberarse así de la presión. Pero secretamente confían en un nuevo “Shaq-Attack”: otro día iluminado del pequeño centrocampista que permita a los helvéticos dar el golpe y dejar sin Mundial a Argentina y a Messi.
“Los octavos de final son una motivación inmensa. Podemos escribir historia”, comentó Hitzfeld.
Físicamente preparado
Los compañeros buscan quitar presión al ‘Baby Popeye’, otro apodo que recibe debido a su escasa altura (1,69 metros) y gran musculatura; con 44 centímetros de gemelo y 60 de muslo, medidas dignas de un culturista.
Una de las razones que puede explicar el pobre rendimiento de Shaqiri en el Mundial es su irregular temporada, marcada por tres lesiones en siete meses en el muslo derecho. Con únicamente diez partidos de titular, el futbolista se ha estancado tras una primera campaña prometedora en el gigante bávaro. “No pienso para nada en la última temporada, estoy contento de estar de nuevo físicamente preparado y disponible al 100%”, explicó el lunes pasado antes de marcar tres goles el miércoles.