Shah Marai, el periodista de AFP que murió trabajando en un atentado

Empezó como chofer en Afganistán y acabó siendo jefe de fotografía. Su vida y su muerte ilustran el drama de su país

Shah Marai, el periodista de AFP que murió trabajando en un atentado
Shah Marai, el periodista de AFP que murió trabajando en un atentado

Shah Marai, jefe de fotografía de la Agencia France Press en Afganistán fallecido ayer en un atentado suicida, decía haber visto tantos cadáveres desde que trabajaba para la agencia de noticias que ya no podía dormir por las noches.

Su vida y su epílogo ilustran tristemente el drama de su país.

Marai, de 48 años, empezó su carrera en la AFP como chófer en 1996. Puesto que escuchaba música al volante, los talibanes, que entonces estaban en el poder, le dieron una paliza. Diez años después todavía tenía secuelas, hasta que fue operado en el extranjero en 2012.

Empezó a hacer fotos para la agencia en 1998 y en 2002 se convirtió en fotógrafo a tiempo completo.

Marai obtuvo su revancha de los "estudiantes de religión" cuando el 7 de octubre de 2001 anunció para la AFP los primeros bombardeos estadounidenses en Afganistán, pocas semanas después de los atentados del 11 de septiembre. El corresponsal de la AFP había sido detenido por los talibanes.

Montado en una bicicleta, con la cámara de fotos oculta bajo un pañuelo, explicaba en un blog de la AFP haber tomado "seis fotos ese día, ni una más", en un Kabul convertido en "ciudad desierta".

Con el fin del yugo talibán "todo volvía a ser posible, incluso las cosas más simples, como ir al barbero para afeitarse la barba", relataba.

El esperanza reinaba entonces en un país en guerra ahora desde hace cuatro décadas.

Pero los talibanes reanudaron los asaltos en 2004. Primero, los militares extranjeros fueron sus principales objetivos y cuando se marcharon en 2014 les tocó a las fuerzas de seguridad afganas. Por último, a los civiles.

En marzo de 2014, el periodista Sardar Ahmad, otro pilar de la oficina de la AFP y uno de los mejores amigos de Shah Marai, murió junto a su mujer y dos de sus tres hijos en un hotel de Kabul con alta seguridad. Los talibanes reivindicaron el atentado.

Fue un duro golpe para Marai, que prosiguió sin embargo con su trabajo.

"Aprendí la fotografía yo solo, así que siempre estoy buscando mejorar. Ahora mis fotos se publican en todo el mundo", afirmaba.

"Mis mejores recuerdos son cuando gano a la competencia logrando la mejor fotografía del presidente o de otra persona, o de la escena de un atentado. Me gusta ser el primero", decía sobre su profesión.

En 2015, el grupo yihadista Estado Islámico (EI) se instala en Afganistán, donde multiplica los atentados. El clima de miedo es latente. El aire se vuelve irrespirable. Las impactantes fotos de Marai cuentan la guerra, el miedo, la sangre.

A mediados de 2016, de viaje a París, describe las "noches sin dormir" que pasaba fumando. Su pánico y sus dudas tras haber sido testigo de "tantos atentados, tantas víctimas". También el deseo de abandonar su país, como decenas de miles de afganos antes que él.

Pero sobre todo, el terror a poner en peligro a su familia. Shah Marai dejó seis hijos, la más pequeña de los cuales nació hace 15 días.

De grandes ojos azul claro, Marai, siempre con una broma en los labios y un autoproclamado título de "campeón de ping pong de la oficina de Kabul", murió el lunes en un doble atentado suicida en la capital.

Primero un kamikaze en moto se hizo estallar frente a la sede de los servicios de inteligencia afganos. Después, un segundo "equipado con una cámara" se mezcló a los periodistas e hizo estallar su carga explosiva.

El atentado, que dejó al menos 25 muertos y 49 heridos, fue reivindicado por el EI.

"Murió haciendo su trabajo, como hacía desde hacía décadas", le rindió homenaje el corresponsal del New York Times en Kabul, Mujib Mashal.

"Estamos devastados por la muerte de nuestro fotógrafo Shah Marai que era testigo desde hacía más de 15 años de la tragedia que golpea el país", declaró la directora de la Información de la AFP, Michèle Léridon.

La dirección de la agencia "saluda el valor, el profesionalismo y la generosidad de este periodista que había cubierto decenas de atentados antes de ser él mismo víctima de la barbarie".

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