No se trata de haber descubierto “algo” de lo que nunca se escuchó o se supo, sino más bien lo que este tipo de prácticas puede llegar a desnudar en cuanto al sujeto y la sociedad.
Incluso debido a las aristas de violencia que ha tomado se ha hecho más visible que nunca. Se trata de la práctica por la que muchos adolescentes y jóvenes mantienen relaciones sexuales en boliches o fiestas alternativas, poniendo en riesgo su integridad física, emocional, y social.
Lejos, muy lejos de juicios pacatos, se trata de mirar más abajo de la superficie para poder entender y construir nuevos relatos y realidades en la forma de relacionarnos.
Intercambio de “favores”, cosificación, pertenencia, consumo, violencia... Son sólo algunas de las palabras que disparan un sentido mucho más profundo del tema, que lo meramente “anecdótico” de estas prácticas sexuales.
No se trata del hecho aislado, de la excitación y la “lujuria exacerbada” que despierta un lugar público entre dos personas, de manera casual. Sino de una manera recurrente, más o menos visible, en la que muchos jóvenes proyectan su sexualidad.
En esta nota, opiniones profesionales desde la psicología y la sexología, se suman a una reflexión sociológica.
"Yo con todos, Yo con vos"
‘Fiestas alternativas’ acordadas por la red social Facebook, boliches nocturnos, matinés y lugares improvisados para llevar a cabo la ‘gran fiesta’. Y en la mitad de eso, varios de estos lugares (no todos) en los que según manifiestan muchos adolescentes, las prácticas sexuales suelen ser moneda común.
¿Qué sucede en la mente de los jóvenes que no llegarían a medir la vulnerabilidad de tal exposición? ¿Se podría hablar realmente de una “tendencia”?
Según explicó José Luis Rodríguez, sexólogo, especialista en disfunciones sexuales y médico psicoterapeuta (especialista en sexología clínica):
“Respecto a este tipo de supuesta tendencia en la provincia solamente he escuchado referencias esporádicas. Situaciones que podrían darse en un baño del boliche, en una zona vip, pero con parejas que ya estaban vinculadas, que fueron juntas al lugar. De manera más esporádica hay relatos de relaciones casuales, pero son más fáciles y frecuentes en los estacionamientos, o dentro del vehículo, que en un boliche.
En general los jóvenes sienten y refieren que las normas de seguridad son bastante estrictas y que la acción de los custodios, los patovicas, es inmediata ante la transgresión de cualquier tipo. No marca una tendencia, e incluso creo que tampoco en los otros sitios”.
- ¿Y en los diversos casos en diferentes puntos del país, que refieren la práctica sexual en estos lugares como algo común?
- Lo que ocurre con el sexo en esos sitios suelen ser en el marco de las denominadas fiestas alternativas y en el lenguaje juvenil, el “vale todo”. Esto significa que quienes acceden a esos lugares y situaciones son un grupo de personas que son convocadas puntualmente.
No va ni participa cualquiera, lo que significa también que hay un conocimiento previo de lo que va a pasar y por lo tanto un acuerdo. Se acuerdan y aceptan los riesgos y los beneficios.
- En general, esta exposición de la sexualidad, se da en hombres y mujeres por igual?
- Hay muchas manifestaciones poco frecuentes de la sexualidad, como las variantes sexuales que se presentan más en varones que en mujeres. Para algunos autores esto se debe a que el proceso de sexuación del varón tiene más pasos que en la mujer.
Es decir, que para llegar a ser hombre desde la concepción hasta la adultez hay una serie de eventos biológicos, genéticos, hormonales y de aprendizaje que, al ser más complejos, presentan más posibilidades de errores.
Hay algo a tener en cuenta, y es que en los casos referidos de sexo en los boliches, en la mayor parte de ellos se habla de parejas heterosexuales, hay hombres y mujeres que se involucran.
Sería interesante conocer si se encuentran involucrados al mismo nivel o si hay uno de los dos que propone y el otro sigue. O si uno de ellos, de alguna manera obliga, y al otro no le queda más que seguir.
- Cuándo no es algo casual, sino una práctica asidua, ¿ puede existir una patología de base, al no medir ningún tipo de riesgo?
- Difícil de responder, ya que al no haber casuística válida no hay representatividad. Es decir: no tenemos datos que nos permitan hacer una generalización ni estudios serios todavía. A lo sumo se podría hablar de variantes no convencionales, en algún caso quizá de parafilias con aspectos voyeuristas y/o exhibicionistas.
- ¿Qué causas pueden llevar a una mujer u hombre a vivir su sexualidad de una manera aparentemente tan libre?
- ¿Será libre? No sabemos si es una moda, una opción, un estilo de vida o una obligación. Con esto en mente las causas son múltiples y pueden ir desde una especie de respuesta, a la presión social o de grupo, hasta un exhibicionismo o directamente situaciones de abuso propiciadas por el consumo excesivo de alcohol o drogas.
- ¿El sexo ha llegado a tener un supuesto valor de "mercancía"? Por ejemplo: informes de diversos medios bonaerenses, que hablan de felación a cambio de tragos o de entradas para boliches...
- El sexo siempre tuvo ese valor de intercambio: se llama prostitución. En la prostitución, lo que puede definirla mejor es que la persona tiene relaciones sexuales indiscriminadas, con cualquiera, a cambio de algo y por lo general sin placer.
Siendo más puntual, en las situaciones que nos son descriptas, y como decía al principio, dudo de que sea una tendencia. Lo veo más como un fenómeno que por su extrañeza ha impactado en los medios. Si el impacto ha sido deliberado, como una manera de escandalizar o de propaganda, es otra historia.
-¿Qué puede llevar a que este tipo de fiestas puedan terminar con consecuencias terribles; como el caso de violación de una chica, en un boliche de Congreso, en Buenos Aires?
- La doble norma o doble moral naturaliza estas situaciones desde siempre. Hasta en esta época, la víctima es quien debe demostrar que ha sido víctima.
El modelo de sumisión de la mujer lleva hasta el día de hoy a no entender que cuando se dice “no”, significa “no”. Se piensa, y a veces se sostiene en el imaginario, que la mujer dice “no” pero quiere decir “sí”.
El “algo habrá hecho” sigue interiorizado en nuestro modelo social. En general me parece que lentamente algo va cambiando. Ya no es tan natural, por lo menos es discutido y cuando ocurre moviliza a las personas. Como siempre, son las mujeres quienes ponen el tema en discusión, y quienes se manifiestan ya que han sido y siguen siendo las víctimas.
Un concepto interesante es el de las minorías sexuales, denominadas así en función de la posibilidad de ejercer sus derechos. Las minorías sexuales están compuestas en primer lugar por las mujeres, segundo los niños, tercero los ancianos y cuarto los homosexuales.
Si nos ponemos a pensar un poco, todos sumados representan la mayor parte de la población, pero en cuanto a su libertad sexual, son minoría.
- ¿Qué considera que les falta a los adolescentes o jóvenes como herramientas, para poder vivir una sexualidad sin ningún tipo de riesgos?
- Como siempre, lo que falta es educación. Cuidado, no la confundamos con información. A la información, buena o no, se accede de muchas maneras. En cambio la educación es un proceso intencionado, dirigido.
Esa educación que falta es la que marca el acento en los valores, en el respeto por uno mismo, el autocuidado, para luego pasar al respeto y cuidado del otro.
En varias situaciones se ve que la información trastoca valores o pretende imponer como “normales” o “naturales” cosas que solamente tienen un interés por detrás, por lo general económico.
Esta educación en valores se transmite, no se impone. Y se hace con el ejemplo y justamente ahí, en el ejemplo es donde las generaciones de más edad hacemos agua.
Dos casos
En España: sexo colectivo en una disco
En el diario El Mundo de España, surgió la noticia sobre una discoteca que deberá permanecer cerrada por un año y será multada con 55.000 euros.
Esta fue la consecuencia luego de que se difundiera un video en las redes sociales que escandalizó a todo el país y puso en debate el turismo juvenil.
Se trata de una discoteca de Mallorca, en las islas Baleares, que fue sancionada con un año de cierre por la práctica de una “felación colectiva” cuya difusión en video en las redes sociales escandalizó en una España enfrentada al turismo juvenil de la borrachera.
El periódico local Mallorca Diario denunció la organización de concursos en los que las jóvenes “deben hacer un número determinado de felaciones a los hombres presentes en el bar/discoteca en un mínimo de tiempo”. La ganadora “consigue barra libre en el local durante todo el tiempo que duren sus vacaciones”, aseguraba.
Varias localidades españolas luchan por controlar el turismo de “bajo coste” que algunas agencias de viajes europeas ofrecen a los jóvenes con fórmulas “todo incluido”que comprenden bebidas alcohólicas a voluntad.
Violación en una 'fiesta alternativa'
Una joven de 19 años, llamada Camila, denunció que cuatro hombres la violaron dentro de un boliche del barrio porteño de Congreso, al que había concurrido con tres amigas para festejar un cumpleaños en una "fiesta alternativa” convocada a través de las redes sociales.
“Yo gritaba con todas mis fuerzas, yo gritaba un montón y nadie me hacía caso”, contó shockeada y conmovida.
La chica había llegado al boliche Le Click junto con un grupo de amigas. La cita, difundida por la red social Facebook bajo el rótulo “Fiesta Alternativa”, ofrecía un festejo anticipado del Día del Amigo.
Pero, según el relato de la joven, el festejo se convirtió en una pesadilla en la que no sólo fue atacada sexualmente, sino que pese a sus pedidos de auxilio nadie le hizo caso.
La deuda pendiente
(Socióloga, jefa del departamento de Mujer y Equidad de la Municipalidad de Godoy Cruz)
“Este tipo de ejemplos de relaciones sexuales que se pueden generar también en un boliche, en principio tienen que ver con la forma en que socialmente se viene tratando a las mujeres, es decir, como objetos.
Esto alude a la cosificación de las mismas en tanto objeto posible de ser abusado o manipulado, en donde evidentemente no terminamos de modificar esas pautas sociales y culturales que hoy se expresan en diferentes ámbitos.
Hoy toma cierta visibilidad el ejemplo de sexo en los boliches, y la sociedad se preocupa y hace foco en esto. Sin embargo, considero que por ahí la estrategia no estaría tanto en pensar cómo hacer para que las mujeres no se expongan, sino en poder pensar el tema de la construcción de nuevas masculinidades, en donde el hombre no se sienta con el derecho de abusar, frente a una situación de vulnerabilidad de una mujer (supongamos que ha tomado alcohol).
Este tipo de argumentos suelen aparecer como justificatorias frente al abuso. Otra arista es que en los últimos tiempos vivimos de una manera muy acelerada, sin alternativa de reflexionar en una sociedad de consumo donde la posibilidad de ser ‘incluido’ pasa en la posibilidad de ‘consumir’. En esta lógica se da un combo que se termina materializando en estas formas de violencia.
Sería enriquecedor pensar la sexualidad de las mujeres, y de las relaciones, desde un lugar distinto: donde se ponga como punto prioritario no tanto (ni sólo) el cuidado por evitar un embarazo no deseado, ni de contagio de enfermedades de transmisión sexual, ni de la toma de medidas preventivas de seguridad física; sino centrarse, también y sobre todo, en trabajar como sociedad para pensar a la sexualidad desde la construcción del placer, y de la posibilidad también de que las mujeres podamos reconocer nuestros propios placeres, eligiendo la sexualidad desde ese lado.
Esto muy lejos ya de la cosificación, o el hecho de ser un objeto posible de ser consumido por otro, o intercambiable como si fuésemos una mercancía.
La deuda pendiente amerita una labor urgente en términos de educación. Es decir poder elegir tener relaciones cuidadas, respetuosas y placenteras.
Y eso no se hace desde una mirada conservadora, sino todo lo contrario, ampliando las posibilidades de pensar la sexualidad de otra manera.
Esto implica también correr a la mujer del lugar meramente reproductor en la sexualidad, o como ‘objeto’ dador de placer, para ubicarla como un sujeto con derecho al goce.
Desde lo social tenemos que redefinir las nuevas masculinidades; poder pensar la idea de una sociedad que no ponga el punto y acento en la inclusión a partir del consumo desmedido, y por otro lado, dejar de lado la mercantilización de los cuerpos de las mujeres.
Hay una necesidad de construcción o planificación de políticas públicas que expliquen la necesidad de empezar a hablar de una sexualidad distinta, en donde el acento no esté puesto en el cuidado o temor, sino en la construcción de relaciones placenteras, respetuosas y cuidadas”.