Estoy cansado, no tengo ganas o me seduce más ver una película que tener relaciones sexuales. ¿Esto es normal o será que la pasión en la pareja es totalmente nula?
El sexfullness, o slow sex, no significa que el sexo debe ser más lento, sino que se trata de la calidad y no de la cantidad de los encuentros. Es el disfrute del aquí y el ahora y no de forzar la actividad sexual si no hay ganas, dejar las presiones de lado.
El licenciado en Psicología Alejandro Schujman, relata: "Vivimos en tiempos en donde el encuentro con el otro se ve mediatizado por lo virtual y la tecnología. Por eso, lo importante es desconectarse para conectarse. En otras palabras el slowsex es encontrarse y disfrutar de manera íntima y genuina del encuentro sexual".
Lo ideal es poder tomarse el tiempo no solo para la acción concreta sino también para seducirse, lograr una estimulación previa, así como poner en práctica los juegos eróticos, entre otros factores. No es una cuestión de cumplir y hacerlo para dejar conforme al otro, sino conectarse cuando ambos lo deseen respetando los tiempo de la pareja.
El nombre "slow sex" nació del movimiento Slow, primero relacionado con la comida (slow food) para luego extenderse a otros ámbitos. Esta ideología propone reducir el ritmo, disfrutar más el camino y no solo la meta. El slow food no se trata de masticar lento, sino que envuelve todas las etapas de la elaboración de la comida, inclinándose por los alimentos frescos, locales; creando comida sana y creativa, con el tiempo necesario, buena compañía y sobremesa.
El slow sex copia este modelo y propone bajar un cambio y disfrutar más todas las etapas de la relación sexual, desde el coqueteo más sutil hasta la sensación de unidad más profunda, sin metas ni objetivos definidos.
Por su parte, la sexóloga Mariela Tesler explica que: "es un encuentro íntimo para potenciar los sentidos, una apuesta a conectarse con el otro desde un aroma, un sentir, un perfume o mismo desde la música o aquello que nos de placer, se trata de hacer las cosas sin apuro". Y agrega que: "va de la mano de una situación real, porque la mujer también llega cansada de trabajar, por lo que aportar un condimento especial es fundamental pero con cosas simples.
Ayuda mucho un objeto externo que sirva como disparador, apagar los celulares, generar un espacio y concentrarse en la respiración".
¿Cómo ponerlo en práctica?
El slow sex apuesta a retardar el orgasmo con la sencilla técnica de cambiar de postura o parar cuando vemos que nos vamos acercando al clímax. Lo que promete un placer final mucho más intenso.
Schujman nos hace reflexionar y explica que el encuentro con el otro asusta porque es el encuentro con uno mismo y es lo que se ha perdido en los últimos tiempos. Por este motivo, alienta a disfrutar de las pequeñas cosas y de lo más simple, por más trillado que parezca, porque es lo que está faltando en un mundo que no para nunca.
Tesler, aconseja recrear ese ambiente en donde sea posible generar un clima con la luz de un velador o algo distinto a lo cotidiano, pero sin tanta preparación para que no se pierda demasiado tiempo y que la iniciativa quede en la nada".
Sin prisa
El sexfullness, o slow sex, no significa que el sexo debe ser más lento, sino que se trata de la calidad y no de la cantidad de los encuentros. Es el disfrute del aquí y el ahora.
Diana Richardson escribió un libro que nos hace entender un poco más esta tendencia. Allí cuenta que aunque la sexualidad pasional y orgásmica proporciona una satisfacción momentánea, a la larga suele convertirse en una actividad rutinaria y mecánica, que a muchas parejas les lleva a perder la pasión y el tiempo dedicado a su intimidad.
La especialista indica que el primer paso para reavivar una vida sexual monótona (o para hacer aún más placentera una sexualidad saludable) es conseguir que el hecho de hacer el amor sea una decisión consciente, y no un encuentro casual. Basado en el contacto visual, en las sensaciones sutiles y en la respiración profunda, el método que nos propone Diana en estas páginas despierta en el cuerpo humano su capacidad innata para el éxtasis, abriendo así las puertas de la sensibilidad, la sensualidad y la conciencia superior.
Avalada por su dilatada experiencia en el ámbito de la meditación, del tantra y de las relaciones de la pareja, y apoyada por las precisas ilustraciones de las distintas posturas idóneas para hacer el amor, la autora explora a lo largo de estas páginas el poder sanador y espiritual del sexo consciente, sin prisas y pausado.
Por otra parte, En la serie "Masters of Sex", una voluntaria a participar en los estudios de Master y Johnson, una mujer madura que nunca ha experimentado un orgasmo, contesta a la pregunta de qué siente cuando hace el amor: "Noto una desagradable sensación de frotamiento, doctor". "¿Y no siente ningún alivio?", le pregunta el científico. "Sí, cuando acabo", contesta ella.
La conclusión fue que ella vivía al sexo como minutos de duro ejercicio físico y segundos de placer. De alguna manera, el slow sex promete cambiar esta modalidad en minutos de placer y segundos de éxtasis.
¿En qué se parecen el slow sex y el tantra?
Al hablar de Slow Sex las personas lo relacionan con el Tantra o el Tao, pero no hace falta conocer los secretos de la sexualidad oriental para aprender a bajar un poco el ritmo y enfocarnos en la calidad.
El slow sex y el Tantra no son iguales, pero coinciden en que ambos proponen disfrutar el momento y extenderlo. Para acceder al primero no es necesario conocer dicha filosofía oriental; se requiere tiempo, entusiasmo y capacidad para gozar cada una de las fases de la relación sexual, despacio y sin distracciones tecnológicas. Al igual que con el slow food hay que ver, oler, probar, darse el tiempo para preparar y para deleitarse e intensificar el placer.
Beneficios del 'slow sex'
-Sensación de bienestar
-Se refuerza el sistema inmunológico.
-Sensación de plenitud
-Fortalece los lazos entre la pareja