Las elecciones municipales de hoy en cuatro departamentos prometen mantener la tendencia que se dio en las primarias del 29 de abril. Si no existe ninguna sorpresa, el justicialismo debería imponer la reelección de sus arraigados jefes territoriales de San Martín, San Rafael, Tunuyán y Lavalle.
Esos cuatro “caciques” saben bien que es la última elección encadenada posible que tienen, gracias al salvoconducto que les dio la Corte provincial, cuando hace poco más de un mes determinó la viabilidad del decreto de Cornejo habilitando la enmienda constitucional contra las re-reelecciones. Pero hay que recordar que en esa oportunidad, el máximo tribunal decidió no interferir en el proceso electoral anticipado que habían orquestado los intendentes Giménez, Félix, Aveiro y Righi para ponerse a resguardo de los límites que impondría el gobernador Cornejo y les autorizó esta nueva participación.
Si reasumen una vez más en diciembre, a partir de 2023 los cuatro líderes peronistas deberán esperar por lo menos un período si quieren volver a intentar como jefes comunales, o bien optar por otro cargo electivo.
En el cornejismo no dudan de que la de hoy será una partida preliminar más que difícil. Preliminar, porque la gran apuesta del oficialismo tiene la mira en el domingo 29, cuando se tenga que elegir al sucesor de Cornejo. De todos modos, la expectativa en los dos departamentos de más población, San Martín y San Rafael, pasa por ver cómo inciden los votos en la renovación de bancas para cada Concejo Deliberante. En especial en el departamento del Este hay interés del oficialismo provincial no sólo por ver cómo queda posicionado su candidato, el médico Raúl Rufeil, sino por dejar fijada una presencia política que trascienda. Bastante si se tiene en cuenta la posible incidencia del complicado contexto económico nacional.
Ya en abril, cuando los intendentes que desdoblaron convocaron a las PASO en sus departamentos, la situación en el país era muy difícil de sobrellevar y las derivaciones hacia las provincias resultaban de sumo cuidado para administraciones como la de Alfredo Cornejo. ¡Cuánto se agravaron las cosas en estos meses! Es lo que miden en el cuartel cornejista.
Para el justicialismo, por su parte, lo de hoy puede darle la posibilidad de transformar un festejo territorial en algo de dimensiones políticas más importantes. Cuando se votó en las primarias departamentales, en abril, la puja era más fuerte sólo entre los “caciques” y el Ejecutivo provincial por diferencias que los distanciaron desde que asumió Cornejo y que tuvieron su punto culminante con el especial desdoblamiento que dispusieron los intendentes. Ahora, en cambio, hay una causa común del frente que postula a Anabel Fernández Sagasti y que incluye al sector interno de los intendentes, que cayeron ante el camporismo en las primarias provinciales pero terminaron uniéndose de cara al proceso electoral. Tampoco se sabía en abril qué pasaría con las candidaturas nacionales y sólo se hablaba de Cristina Kirchner como posibilidad.
Ahora, el frente encabezado por los K y el núcleo más tradicional del justicialismo mendocino está totalmente encolumnado con la fórmula de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, fortalecido por el voto mayoritario nacional del 11 de agosto y por el triunfo, módico pero triunfo al fin, de la lista de diputados nacionales mendocinos sobre la que encabezó el gobernador Cornejo.
Además, las miradas de la política nacional están cada vez más pendientes de la elección de Mendoza, la del 29 de setiembre. Junto con la ciudad de Buenos Aires, nuestra provincia es un bastión emblemático de la época triunfal de Cambiemos. No se debe dejar de tener en cuenta que el frente Cambia Mendoza, que llevó a Alfredo Cornejo a la Gobernación, fue en gran medida precursor del espacio que luego llevaría a Mauricio Macri a la Presidencia. De ahí el simbolismo que tiene para la actual oposición la posibilidad de una victoria en estas tierras. Y ese aspecto lo tienen en cuenta Cornejo y los suyos. Ya se ha comentado que no es lo mismo llegar al Congreso de la Nación dejando victorioso una provincia que hacerlo con una derrota a cuestas. Aun como opositor a nivel nacional, el actual gobernador mendocino está llamado a ser confirmado como una de las figuras políticas de mayor proyección nacional desde el año próximo.
Pero todo le resultará más fácil si deja su provincia con una victoria que, curiosamente, pasaría a ser mucho más meritoria en medio de la tremenda adversidad que afecta a Cambiemos (hoy Juntos por el Cambio).
Mientras tanto, la campaña del oficialismo hacia las generales sigue. Sorteada la instancia de esta elección departamental, se intensificará el trajinar de la fórmula junto al Gobernador para ajustar motores pensando en la gran pulseada por la sucesión.
La estrategia pasa por mostrar la acción de gobierno de Cornejo bien diferenciada de lo nacional y puntualizando en lo que se ha realizado aquí en base a la administración que muesra siempre el equipo de gobierno. Está claro que esa mirada se torna muchas veces costosa de imponer porque la marcha de la economía ayuda cada vez menos. Pero en el equipo del oficialismo entienden que la gente percibe claramente hasta dónde llegan las responsabilidades de la administración nacional y desde dónde comienzan las de índole provincial. En cambio, en el principal sector de la oposición querrán imponer aquello de que la economía doméstica castigada prevalece sobre todo lo demás a la hora de decidir un voto.
¿Ha habido alguna diferencia reciente entre el Gobernador y el intendente Suárez, su candidato? En el elenco de campaña no sólo rechazan esa especulación; no dudan en el radicalismo que si el actual jefe capitalino resulta electo a fin de mes será un respetuoso continuador de la tarea emprendida por la actual gestión. “Rody y Alfredo están caminando juntos la provincia. Son parte fundamental de un equipo muy unido”, remarcan en el entorno de Suárez. Y acotan que “el protagonismo es compartido. Tal vez Roberto no sea tan enfático como el Gobernador, pero es tan locuaz como él. Son estilos”, acota un conocedor de la trayectoria partidaria de uno y otro.
De todos modos, es bueno rescatar que las vueltas de la política siempre se dan y pocas veces se sabe cuándo o cómo culminan. Hace cuatro meses la mayor pretensión en el peronismo mendocino pasaba por lograr que los cuatro intendentes desdobladores sortearan cómodamente sus respectivas PASO para indicarle al cornejismo que dichos terruños seguían bajo sus respectivos mandos y con indudable respaldo popular. Ya era bastante para ellos. Ahora, en cambio, en el justicialismo esperan los cómputos de esta tarde no sólo para ratificar esos liderazgos distritales sino también para ilusionarse con crecientes chances en la contienda provincial no lejana. Para ello, Anabel y Tanús sólo deberán seguir dejándose traccionar por la fórmula presidencial kirchnerista. ¿La crisis económica? Es preocupación para Cornejo y la fórmula Suárez-Abed. Así es la política.