Se reconocen como los continuadores de los padres de la radioafición de Mendoza. Dicen que adquirieron los conocimientos de los pioneros y que los han sostenido durante unos 50 años en todo el territorio provincial.
Son Eduardo Legay (67) y Guillermo Gamutti (80), quienes con su particular historia de vida han hecho de su hobby una leyenda mendocina. Por otra parte, son la rueda de auxilio de las comunicaciones en Mendoza ya que, en caso de que se pierda la conexión por teléfono fijo o celular, manejan la única herramienta de comunicación a distancia.
Sus señales distintivas, LU1MKE y LU9MBO, son famosas entre los radioaficionados, quienes los reconocen como próceres.
"La radioafición es muy activa en Mendoza. A diario prendés un equipo y podés escuchar conversaciones. Además, todas las noches a las 21 la LU3 MAS, que es la señal utilizada por la Policía y a la vez es sistema de emergencia, comunica el informe del tiempo y el estado de rutas y caminos", explica Eduardo a Los Andes, agregando que son unos 600 los mendocinos que hoy se conectan por esta vía, en plena era de comunicaciones digitales y redes sociales.
Dos historias, un camino
Eduardo es radioaficionado desde 1964, cuando se afilió en Ituzaingó, Buenos Aires, aunque en los años ‘70 se radicó en Mendoza. Hasta su retiro del Ejército se desempeñó como especialista en comunicaciones de tierra, con lo que unió su hobby y su trabajo en una sola actividad.
Un hecho destacable en su trayectoria laboral es haber integrado la primera misión argentina a la ex Yugoslavia, luego de que pasaran los embates de la guerra de los Balcanes.
“Las partes involucradas en aquel momento se pusieron de acuerdo para iniciar el camino hacia la paz. Y nosotros, como cascos azules, hicimos nuestra parte para que eso sucediera”, explica. Vale decir que en aquel país (hoy disuelto) Eduardo fue el único radiotelegrafista de la misión de 800 argentinos que viajó y permaneció seis meses en las postrimerías del conflicto armado.
Durante la Guerra de Malvinas, en tanto, ocupó un lugar clave en Tandil, Buenos Aires, ya que fue el único militar de apoyo de las comunicaciones con el resto del país. “No me dejaron ir a las islas porque Tandil quedaba incomunicado si yo me iba”, aclara.
Guillermo, por su parte, fue militar desde el año ‘52 y radioaficionado desde el ‘56. Como ya contaba con experiencia en la reparación de aparatos de comunicación, gracias a que un vecino le había dado conocimientos de soldadura y electrónica, no fue difícil el ingreso a la Escuela de Mecánica del Ejército Teniente Coronel Fray Luis Beltrán.
Recibido como cabo primero -y también de kinesiólogo en la Universidad de La Plata-, vivió en la Patagonia, donde arreglaba equipos de radares y de comunicación de la artillería, que en ese tiempo eran a válvulas.
“En el ‘63 me recibí de ingeniero en electrónica y ya en el ‘66, en Buenos Aires, tuve la fortuna de gestionar el envío al país de radiomochilas que fueron utilizadas durante la guerra de Vietnam, que tenían 20 kilómetros de alcance, muy fuertes y firmes”, cuenta este mendocino, agregando que esos equipos pudieron lograr comunicaciones que antes eran impensadas en zonas selváticas y de montaña.
Radioafición de vida
Ser radioaficionado es prestar un servicio. Es establecer lazos con un desconocido, mantener charlas nocturnas, ayudar a quien lo necesita. Es ser una mano amiga. Y la pasión es tan grande que Guillermo, por ejemplo, fundó el Tupungato Radio Club y el Radio Club Las Heras junto a un amigo ya fallecido, Juan Di Santo.
“Nos dedicamos a esto porque tenemos vocación por el servicio a la comunidad. Prestamos apoyo en situaciones de emergencia, sismos, inundaciones o derrumbes. Ayudamos a la Policía, a Defensa Civil o los Bomberos. Porque cuando se caen los servicios de celulares o la telefonía fija somos capaces de salvar un conflicto vinculados a cualquier batería de auto”, comenta Eduardo.
Vale decir que para convertirse en radioaficionado hay que hacer un curso de 3 meses, rendir un examen que se envía a Buenos Aires y tras aprobar se otorga una licencia que es de por vida.
Pero no todas son buenas, ya que Guillermo adquirió el mal del radiotelegrafista, que le hacía mover mecánicamente la mano -como si estuviera telegrafiando- cuando alguien le hablaba. “Me curé con hipnosis porque no podía dejar de hacerlo. Era inconsciente”, asegura.
Con la radiodifusión ellos no solo se enteran del clima o del estado del tránsito, también les sirve para conectar a las familias, por ejemplo, con los tripulantes de la Fragata Libertad.
“Y son conversaciones que no cuestan ni un centavo”, aclara Guillermo. Otros radioaficionados optan por las comunicaciones con personas de países “raros” para los argentinos.
También hay quienes se dedican a la telegrafía, ya que para ser radioaficionado hay que saber comunicarse a través del código Morse. Según estiman estos expertos, un 20% de los 600 radioaficionados mendocinos se comunica por este medio.
Una curiosidad es que, después de haber hecho contacto con una persona desconocida, ambos se intercambian tarjetas con la señal que los distingue y unas palabras de agradecimiento por el vínculo creado.
Para las nuevas generaciones también hay lugar. Tanto Guillermo como Eduardo señalan que los jóvenes van recorriendo el mismo camino que ellos, quienes no tienen ningún problema en transmitir sus conocimientos a quienes lo requieran.
Convenció a su suegra gracias a la radio
Mirtha Castillo (68) es la esposa de Eduardo Legay y también radioaficionada. Dice que cuando comenzaron a salir, para ganarse a su suegra -también apasionada de la radio- comenzó a comunicarse todas las noches con ella. “Nos hablamos durante 40 años, todas las noches”, cuenta la mujer.
No son pocas mujeres las que se dedican a este hobby. Mirtha asegura que un 8% de los radioaficionados son damas, que siempre se mantienen al pie del cañón ante una emergencia y para organizar acciones de ayuda social.
“Siempre estamos dispuestas a salir al encuentro de quien lo necesite. Muchas veces hemos colaborado con una persona que necesitaba algo en particular o con una población que pasaba algún tipo de urgencia”, comenta.