Cuenta la historia de María Soledad Rosas, la joven argentina de 23 años cuyo suicidio la convirtió en un ícono del movimiento anarquista italiano. En 1997 emprendió un viaje a Europa que la apartaría definitivamente del mandato familiar y signaría su vida para siempre. Al llegar a Italia, se unió a una agrupación de okupas donde conoció a su gran amor Edoardo Massari. A partir de ese momento atravesó las acusaciones, la cárcel y el dolor infinito de la pérdida defendiendo tenazmente sus convicciones, hasta que el 11 de julio de 1998, tras el suicidio de su novio, ella también se quitó la vida mientras cumplía arresto domiciliario en una granja de Italia.
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