A partir de este lunes un jurado popular definirá el futuro de José Llanos, que llega a debate como acusado confeso de haber matado en febrero del año pasado a Gregoria Flores, su pareja quien, igual que él, había nacido en Bolivia. La pareja tenía residencia argentina y compartía un lugar en una finca de Tres Porteñas.
Este 2 de diciembre, desde las 9 en el Palacio de Tribunales de la ciudad de San Martín, la parte acusatoria estará en manos del fiscal Oscar Sívori, mientras que Viviana Morici, como juez técnico, dará las instrucciones de rigor al jurado, conformado por seis hombres e igual número de mujeres, nombres tomados del padrón electoral de la zona Este.
El caso
Más allá de saber que ambos trabajaban la tierra -principalmente en la plantación de cebollas, ajo o zapallos según la época- poco se conoció de la vida de Gregoria y de José.
Ella tenía 32 años, su pareja había muerto y llegó a la relación con José, de 20 años, con cuatro hijos.
En el recuerdo de los que los conocieron "era una linda pareja que se llevaba bien", sin embargo el caluroso miércoles 20 de febrero de 2018, la mujer y el hombre desaparecieron de la zona.
Un par de días después la familia de Gregoria se arrimó hasta la comisaría de Tres Porteñas, donde radicó la denuncia por la desaparición de la mujer.
Se fue y volvió arrepentido
José, por su parte, en esos días recorrió unos 3.800 kilómetros de distancia que lo separaron de la zona Este y su país de origen, cruzando por un paso fronterizo legal, pero regresó sin ser registrado.
Y cuando volvió, acompañado de su padre, confesó ante el personal de la comisaría 32, donde estaba radicado el pedido de paradero, que había matado a Gregoria "por celos".
Ante las autoridades el joven reconoció que había escapado, pero también admitió haber vuelto arrepentido. Además, aseguró que había encontrado mensajes de texto en el celular de su pareja que lo habían llevado a pensar en una infidelidad por parte de Gregoria.
El resto de la historia sirvió para que la Policía, siguiendo las indicaciones del joven imputado, desandara el camino hasta la zona rural donde vivía la pareja, a un costado de la ruta provincial 31, lindante con el canal San Martín.
Sólo habían pasado ocho días, cuando una comisión policial que recorrió una casa de adobe abandonada encontró un ladrillo ensangrentado y, siguiendo las marcas de arrastre sobre la tierra seca, se llegó hasta un lugar donde se había cavado un pozo.
Mirando al homicida
Ahí, a menos de un metro de profundidad, apareció el cuerpo de Gregoria Flores. Estaba boca arriba, como mirando al homicida, con una campera anudada al cuello, tal vez en un vano intento de asfixiarla. También tenía el cuero cabelludo ensangrentado, señal de que había recibido fuertes golpes en la cabeza.
Los restos de la víctima fueron llevados a la morgue judicial casi en el mismo momento en que José Llanos era trasladado en calidad de detenido a la comisaría de San Martín y después al penal.
Desde allí retornará este lunes para enfrentar al jurado popular en un juicio que, por el delito de femicidio, tiene una sola pena: la prisión perpetua.
Claves
-El 20 de febrero de 2018 Gregoria Flores y su pareja José Llanos dejaron de ser vistos en Tres Porteñas. Días después se realizó el pedido de paradero de la mujer.
-El acusado viajó a Bolivia pero regresó días después arrepentido, según confesó, y se presentó en la comisaría donde admitió el femicidio. Dijo haber hallado mensajes de texto y temido una infidelidad de su pareja.
-Llanos guió a la Policía hasta donde estaba enterrado el cuerpo en una finca. El cadáver tenía una campera en el cuello y marcas de golpes en el cráneo. Un ladrillo con sangre fue encontrado a pocos metros.