Era una fiesta. El color y el rendimiento invitaban a soñar con repetir otra noche de gloria. Pero se quedó en los momentos decisivos del encuentro y lo pagó caro: Rivadavia cayó ante su gente con el Deportivo Viedma por 87 a 81 y de esta manera la serie de cuartos de final de la Liga Argentina vuelve a la Patagonia para el quinto y último partido. Mientras, Platense espera descansado su próximo rival.
La tensión propia de todo lo que había en juego quedó expuesta en un primer tiempo de mucho roce y errores en la transición. Le costaron esos primeros minutos al Naranja. Deportivo Viedma fue más decisivo bajo el tablero y encontró una mínima diferencia que hizo presumir nubarrones en el horizonte del local.
Sin embargo, con la conducción de Grenni y el aporte de Jones en momentos claves, torció el rumbo del quinteto de Minelli y acomodó el marcador en su favor. Llaver también fue determinante para gran momento de los esteños. El juego seguía siendo de mucha intensidad y con transiciones rápidas de ambos lados. La participación de Álvarez en el segundo parcial fue el punto de inflexión: cuatro triples pusieron a Rivadavia Básquet encima de su rival y encendieron a la multitud que acompañó desde las tribunas.
Afuera y adentro crecieron los nervios y aunque existió un espacio de jugadas más pausadas, el juego volvió a ganar en intensidad segundos antes del descanso largo, con ciertas imprecisiones y una mejor defensa del dueño de casa, que cerró mejor los 20’ iniciales y se llevó al vestuario un 42-39 de buenas sensaciones.
Y si había que potenciarlas, Rivadavia decidió que debía hacerlo sin concesiones. Deportivo Viedma había sido su karma durante la fase regular y era hora de superarlo. Parecía que la visita se ponía en partido con Mariani como protagonista, pero la ambición naranja fue determinante para mostrar su mejor momento en el partido. Y mientras el quinteto local lucía confiado y sólido, Franco se iba expulsado por golpear a Mosconi. No era un detalle.
Deportivo Viedma estaba nervioso y protestaba todos los fallos. Crecían las imprecisiones y Rivadavia, desde la sabiduría de Grenni, volvía a marcar el ritmo. A esa altura, Jones, Trejo y Welton ganaban todo bajo el tablero local. Álvarez volvía a la cancha para aportar su mano caliente y Jones prendía fuego las tribunas con una bandeja modo NBA.
Quedaba un momento para sufrir y ese fue el último cuarto. La visita encontró tiradores confiables desde la línea de tres y acortó distancias. Mariani creció y fue vital para poner a su equipo otra vez en la pelea.
En el local aparecieron algunas lagunas, propias del desgaste realizado. Por eso Minelli movió el banco, aunque sin poder recuperar la intensidad de los minutos anteriores. Ahora el que erraba era el local. Y Deportivo Viedma imponía sus condiciones. Así se jugaron los últimos minutos. Con el corazón en la garganta y la angustia a flor de piel. Una angustia que se iba a extender con el marcador final.