Para estimular el uso de la bicicleta, incluso como medio de transporte que evite la concentración vehicular en zonas céntricas, se han construido una gran cantidad de bicisendas. Incluso, en una acción coordinada en el gran Mendoza, hay recorridos que abarcan desde Capital hasta Lujan, pasando por Godoy Cruz.
También existen iniciativas similares en muchos municipios, con el mismo fin. Esto ha incluido el alquiler de bicicletas que se pueden tomar en un punto y ser entregadas en otros, algo muy valorado por mendocinos y turistas, entusiastas de esta actividad. Todas estas actividades requieren, además de espacios específicos, de las medidas de seguridad adecuadas para proteger a quienes las practican, a efectos de no ser vulnerados por vehículos de mayor porte, como motos o automotores. De ahí las divisiones físicas existentes en los carriles elegidos para las bicisendas.
Pero los problemas se presentan para la convivencia entre los practicantes de tres actividades, ciclismo, running y caminatas porque los tres deben compartir en muchos lugares de recreación las mismas sendas. Adonde están las bicisendas como espacio dividido en las calles no hay problemas, ya que está claro que los ciclistas tienen ese espacio para ellos y las veredas son para los otros dos grupos.
En los sitios públicos diseñados para estas prácticas suelen estar bien definidos los espacios para cada una de ellas, como ocurre en el Parque General San Martín, alrededor del Lago. Hay otros espacios donde los límites son dudosos o no existen o se utiliza un tipo de señalización que no es conocida por el ciudadano simple que solo quiere disfrutar de sus actividades al aire libre. Un ejemplo se da en el Parque Central, donde existen dos sendas bien diferenciadas, pero ninguna tiene algún tipo de señalización que diferencie para quién está destinado.
Es normal ver discusiones entre ciclistas, caminantes o ruunners cuando se juntan, sobre todo porque los que ponen en riesgo a los demás, y a sí mismos son los ciclistas y éstas derivan de que no hay norma que establezca la diferencia. En el parque Nicolino Locche, en cambio, existen dos sendas bien diferenciadas. La exterior sería para los caminantes o corredores y la interior, demarcada con una división que marca la dirección de circulación, sería para los ciclistas. Decimos todo en potencial porque no hay señales que aclaren esta diferencia y así es posible ver bicicletas circulando por donde hay personas caminando o corriendo o, a la inversa, gente que camina o corre por la senda que sería para los ciclistas.
Lamentablemente, todo esto se da en medio de un vacío de presencia de la autoridad que marque dichas diferencias y reprenda a los que violan estos espacios. A estas horas ya deberían estar establecidas multas para ciclistas que circulan por sendas peatonales o a peatones que lo hacen las bicisendas. El tema de las sanciones es fundamental porque la falta de respeto hacia los demás impera no solo en el tránsito en las calles sino en los lugares hechos para protección. Basta mirar el paso irresponsable de muchos ciclistas por las veredas de un gran hipermercado, que une el Parque Central con el Parque Nicolino Locche, poniendo en riesgo la vida de muchos peatonesy la suya. Algunos espacios de Luján y de Godoy Cruz presentan las mismas limitaciones
Otro espacio que hay que revisar es el recuperado parque que se extiende al costado del Zanjón de Los Ciruelos, desde Boulogne sur Mer hasta San Martín. El mismo se puso en valor con una importante inversión y benefició a muchos mendocinos, pero tiene una sola senda con delimitación al medio que debe ser compartida, incómodamente, por peatones y ciclistas. Los lugares públicos deben ser compartidos por todos los ciudadanos, quiénes han de usarlos con responsabilidad.
Las autoridades municipales tienen que hacer una tarea educativa para que las personas entiendan las formas de uso que le corresponde a ellos y sus semejantes. Y esto debe complementarse con tareas de control porque estos sitios son parte del tránsito urbano.