Semifinales, la primera gran obsesión

La última vez que Argentina se metió entre los cuatro mejores de un Mundial fue hace 24 años con Maradona como máximo estandarte. Hoy, con Messi portando la bandera, la Selección va por el quiebre de esa racha en Brasil. Y por mucho más.

Semifinales, la primera gran obsesión
Semifinales, la primera gran obsesión

A los argentinos aún nos retumba en la mente el mes de julio de 1990 y aquel inolvidable partido ante Italia, el local. Se disputaban las semifinales de la Copa del Mundo, que acabarían por catapultar a nuestra Selección hacia el juego decisivo. Las manos mágicas de Goycochea y el espíritu inigualable de Diego Armando Maradona, símbolos primarios de aquella gran gesta que terminaría en la fatídica final frente a la Alemania Federal (y al mexicano Codesal).  

Veinticuatro años más tarde, el raconto de logros a nivel ecuménico se nos hace escaso. Es que a no ser por el primer puesto en la Copa América versiones Chile 1991 y Ecuador 1993, más el Oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, la bicampeona Argentina no ha logrado dejar grandes huellas en los Mundiales. Repasemos.

Estados Unidos 1994 recibió a la albiceleste de Alfio Basile como unas de las candidatas. Tras un inicio auspicioso ante Grecia y Nigeria, Argentina fue eliminada en octavos de final por la débil Rumania y en un ambiente enrarecido por el doping positivo de Maradona, líder absoluto. Se recordará a ese equipo como una verdadera aplanadora que sufrió una fuerte baja anímica, grupal y deportiva una vez concluido el juego ante “Las Águilas Negras”.

Ya en Francia 1998 y con un recambio substancial de piezas, la Selección de Daniel Passarella luchó hasta llegar a cuartos, momento en que conoció el fin de su estadía ante la Holanda de Dennis Bergkamp. Quedará como lauro de esa competencia el haber enviado a casa en octavos nada menos que a Inglaterra, el rival político de siempre.

Claramente, lo peor se vivió en 2002. Corea y Japón organizaron conjuntamente el Mundial de selecciones nacionales y nuestro país pisó Asia a lo grande. Con una Eliminatoria Sudamericana ganada prácticamente de punta a punta, los dirigidos por Marcelo Bielsa eran, en la antesala de la cuestión, amplios favoritos. No pasaron la primera ronda. Una victoria ante Nigeria, la caída ante Inglaterra y el empate ante Svensson y la sorpresiva Suecia. Mejor ni recordar.

Y llegaría el momento de Alemania, como anfitrión y verdugo de Argentina, en ese orden. En 2006, los teutones se impusieron en los penales de cuartos de final, pero el cachetazo mayor se daría cuatro años más tarde en Sudáfrica con aquel doloroso 4-0, también en el mano a mano de cuartos. Diego Maradona, devenido en DT, le diría un adiós ¿definitivo? a la Selección.

Pareciera que hoy el escenario es otro. Que el combinado de Alejandro Sabella exhibirá en Brasil una versión mejorada, tal vez mejor pensada que aquella Argentina de suelo africano. A nivel grupal, individual, conceptual, táctico y estratégico. Y teniendo a Leo Messi como el mejor futbolista del planeta, ese que ganó cuatro Balones de Oro y que con 26 años disputará su tercer Mundial en un momento clave de su carrera.

Superar las primeras instancias clasificatorias y llegar a semifinales será, entonces, un desahogo para toda la patria futbolera. Que hay con qué, hay con qué. Esperemos que así sea. Y que ese escalón sea tierra firme para una Argentina que sueña con algo más que quedar entre los mejores cuatro de la Copa del Mundo 2014. La Copa, qué bien suena esa palabra.

Pablo Philippens - @PabloPhilippens

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