La goleada en contra en Misiones y el cachetazo que sufrió en el clásico mendocino, hicieron que Sergio Arias plantee el equipo de atrás hacia delante para visitar a la Juve. Así, Gimnasia salió con un 4-4-1-1, con Oga como mediapunta y Akerman en soledad contra la última línea rival. Más allá de esto, el terreno de juego, de pequeñas dimensiones, ayudó para que los dos hombres más adelantados no queden tan aislados.
Pero el abuso de pelotazos largos, o algunas imprecisiones en la zona media, atentaron contra cualquier búsqueda de sociedad de parte del Lobo. Sin embargo, pasado el cuarto de hora, y viendo que Impini y Bandiera estaban bien controlados, el Mensana se animó a jugar.
Oga dejó de ver pasar el balón por encima de su cabeza y fue tomando el mismo. Con paciencia, el Mensana ganó terreno y adelantó sus líneas, aunque careció de profundidad porque fallaba en el último pase. Cuando logró filtrar una pelota complicó al arquero local, pero Akerman no tuvo puntería. Defensivamente, el equipo respondió bien.
Aunque todo lo bueno que hizo en este sentido se desmoronó en la última jugada de la etapa inicial cuando perdieron la marca de Bandiera y éste estampó el 1-0 luego de una buena jugada preparada.
En el reinicio Gimnasia buscó posicionarse en terreno rival, pero le terminó saliendo mal. Bandiera y Zampedri tuvieron más terreno y complicaron a la última línea del Lobo. Sin encontrar respuestas dentro de la cancha, Arias comenzó a mover el banco y variar el esquema.
Afuera Albornoz, adentro Lastra -el dibujo pasó a un 3-4-1-2-. Pero una nueva desatención en una pelota detenida llevó a que Juventud Unida aumente el tanteador con un cabezazo de Bandiera.
A partir de ahí todo lo que ofrecieron desde el Blanquinegro fueron más ganas que otra cosa. Se salvó de una tercera conquista por el fallido penal del hombre local, pero ofensivamente ya no tuvo peso. Con muy poco (sólo con eficacia) el local justificó el triunfo ante un Lobo desatento.