Lucas Germán Burgos
es gestor ambiental. Y lejos de un título, sello o rótulo a los que estamos tan acostumbrados, el joven lleva tal denominación a su trabajo y modo de vida. En la actualidad se encuentra comprometido con la educación ambiental, trabaja estos últimos años en la escuela pública, y según sus propias palabras “construyendo la nueva educación con pedagogías contemporáneas y creativas para los chicos de hoy, ya que es nuestra responsabilidad cómo jóvenes, aunque la DGE no colabore demasiado”, retruca.
También da talleres de ecologismo, escribe un blog, y como activista promueve el uso de la bicicleta como medio de transporte sustentable con la Acum y el Pro- bici, que orienta a la provincia como una provincia bike friendly (ciclísticamente amigable). ¿Todo dicho? Para nada, Lucas en primera persona.
- ¿Cómo se generó en vos la necesidad de trabajar en pos de movidas culturales, y ecológicas que apuntan a la reflexión, el debate, y la concientización?
-Es mi naturaleza. Me aburre hasta el tedio esta superficialidad posmoderna del “Me gusta”. Me niego a ser otro producto de época, son tiempos líquidos, sin dudas, pero gozo de nadar en aguas profundas. Desde hace unos años el amor me brota con la filosofía, estoy a mitad de libro con el ensayo de cultura joven, que estoy escribiendo desde hace dos años. No puedo esperar a ver el libro terminado y el tiempo libre es un recurso limitado en mi vida, por lo que estos eventos por un lado me sirven para poner esas reflexiones a volar. Es importante compartir algunos mensajes con gente que anda por ahí vibrando cerca, poner esa filosofía al servicio de lo que está pasando en el mundo. Todo esto sin lugar a dudas moviliza.
- ¿Tuviste desde chico esta inciativa de apertura a la cultura?
-Siempre he estado observando al mundo y expresándome desde el arte, desde donde he hecho de todo. La sociedad nos reconoce desde nuestras labores profesionales pero enfrascarse es un pecado, somos seres multidimensionales. Hay que abrirse, conocer, experimentar para encontrar ese, o esos caminos propios y afines.
-¿Por qué sostenés que en Argentina el atraso no es sólo tecnológico, sino de base cultural?
-Porque ya la oferta de tecnología era limitada en nuestro país, algo que encima se ha agravado con las limitaciones a las importaciones. Sin embargo, más allá de esto, la mayoría de las personas acá siguen usando Hotmail y si hablás de Linux, te miran como si estuvieras hablando en irlandés. Respecto a esto último es destacable el trabajo que está haciendo conectar igualdad, con las netbooks en las escuelas. Hay que orientar esfuerzos al software libre con las nuevas generaciones; por ahí va la verdadera libertad y ética del conocimiento digital.
-Como amante de la cultura, ¿qué tipo de salidas te gusta hacer en un fin de semana?
-Es oportuno leer las agendas y guías para ver qué hay de lindo de entre la generosa oferta cultural de este bendito lugar. Aunque particularmente recomiendo también salir de la rutina, desprogramarse y dejarse sorprender. A veces me gusta salir sin rumbo, vagabundear en mi bicicleta o a pie por la ciudad, solo, con la compañía de un buen libro quizá, o gente copada con mente abierta.
-¿Te gusta la televisión? ¿Qué tipo de programas ves y por qué?
-Desde que apareció la banda ancha en mi vida, llego tarde a la televisión casi siempre. Me gusta elegir lo que quiero ver y cuándo lo quiero ver, no puedo configurar mi televisor (ríe). Desde que terminó la serie “Fringe” no me engancho demasiado con nada, aunque igual veo algo, las noticias para ver que está pasando ahí afuera. Hago mucho zapping, encontrar el show del (baterista) Jools Holland es una bendición para mis oídos y alma.
-¿Qué tipo de cine es tu favorito?
-Veo tanto cine que no me podría encasillar, aunque considero que en Alemania están haciendo el mejor cine contemporáneo con historias muy originales y guiones bien escritos cómo “Good Bye Lenin”, “Los Edukadores” o “La Ola”.
-A la hora del aire libre, ¿cuál sería un plan perfecto para disfrutar?
-Hace muy bien salir de la ciudad cuando se puede, desconectarse, ir y abrazar la montaña con beatitud y respeto, que no es nuestra casa, pero igual se nos brinda. Un picnic en la isla del lago del parque no está nada mal para un día soleado.
- ¿Qué rincón de la ciudad te gusta para recomendar?
-Me encanta ver la ciudad desde las alturas con sus luces de noche, y árboles entre los edificios perdiéndose en el horizonte. Me gusta ir a Décimo, ya que es un lugar con estilo para compartir unas copas con alguien, en la terraza del edificio Gómez.
