La vida política argentina transitó en los últimos días una serie de sorpresivos acontecimientos a raíz de la presentación de la fórmula “Fernández-Fernández”. Esos nuevos elementos modificaron los términos de las negociaciones.
Ahora, tanto en Cambiemos como en el kirchnerismo admiten que en esas discusiones ya no rigen los límites de la grieta ni de las banderías ideológicas, sino que se priorizan conveniencias y necesidades frente a un escenario semejante al del 2015.
Y se avecinan otros eventos determinantes en esa la carrera contrarreloj para formalizar, en apenas 17 días, las alianzas de cara a las presidenciales. Uno de ellos será la cumbre que realizarán hoy los radicales para poner en tela de juicio su status quo dentro de la coalición de gobierno Cambiemos y, a partir de allí, resolver su estrategia.
La voluntad que consagre el conjunto de los radicales blanqueará el nivel y la forma de los problemas internos que Mauricio Macri deberá resolver para evitar sangrados en la coalición que lo catapultó al poder. “Se va a terminar con los chisporroteos”, apuestan los más confiados.
Según las expectativas, la expresión de la UCR también permitirá despejar las incógnitas en torno a cómo se completará la fórmula que encabezará Macri.
Todavía se presume que ese lugar lo ocupará un dirigente radical que cuente con un caudal de electores propio (requisito bajo el cual que se barajan los nombres del porteño Martín Lousteau y el mendocino Alfredo Cornejo), aunque esa no es una conclusión definitiva porque la vicepresidencia podría utilizarse para plasmar un acercamiento con los peronistas no kirchneristas.
“Hoy no nos sobra nada y por eso habría que sumar a cualquier otro candidato que sume votos”, murmuran los oficialistas.
En el cuartel de campaña de Macri contarán en los próximos días con un diagnóstico clave. El jefe de Gabinete y el principal encargado de delinear la estrategia Marcos Peña, conocerá las conclusiones de los focus group que elaboró el sociólogo español Roberto Zapata, histórico colaborador de Durán Barba.
Para los armadores del PRO, esos resultados serán más relevantes que el pronunciamiento radical. “La convención de la UCR es política, pero la elección, se definirá por los cálculos con sistemas científicos”, diferenció un dirigente conocedor de los procedimientos predilectos de Peña.
En la geografía del campo de batalla proselitista, que se modifica día a día, todavía pesan para el oficialismo los obstáculos de la crisis que no da respiro.
Esa falta de alivio instaló en las huestes del PRO un debate molesto y casi tabú en torno a la posibilidad de que Macri se corra de la candidatura presidencial. Por ahora, la calma del dólar sostiene la candidatura del jefe de Estado.
El lanzamiento de Cristina Fernández como precandidata a vicepresidente en una fórmula liderada por Alberto Fernández no sólo animó y alineó a los peronistas k (11 gobernadores manifestaron su beneplácito), sino que reconstruyó las esperanzas por repetir y hasta por superar el próximo 24 de octubre la ventaja que obtuvieron en la primera vuelta del 2015, cuando cosecharon el 37% de los votos frente al 34,15% de Cambiemos.
Aquí es cuando aparece el otro gran denominador común en los movimientos encarados por el binomio Fernández-Fernández y el oficialismo, porque los cálculos de ambos sectores orbitan en torno al incierto futuro de Alternativa Federal (AF).
Para Macri vuelve a ser fundamental una tercera fuerza que le quite votos al kirchnerismo, tal como sucedió en las pasadas presidenciales cuando el frente UNA (liderado por Sergio Massa) se quedó con 22,4% de los votos en la primera ronda.
La valorización de esa apuesta quedó en evidencia la semana pasada con la seguidilla de encuentros en la Casa Rosada. El Presidente recibió al cordobés Juan Schiaretti, quien se coronó como el principal referente del AF al conseguir su reelección con más del 57% de los votos, y luego hizo lo propio con otros de sus socios como Miguel Angel Pichetto y Juan Urtubey.
Para alcanzar ese objetivo, Macri encontró en Schiaretti un socio clave. El peronista está en su zona de confort porque cuenta con un histórico respaldo popular y tiene las puertas abiertas del Gobierno nacional para elevar pedidos. Además, los compromisos financieros, donde cuenta con una considerable deuda en dólares, lo obligan a acompañar cualquier jugada que disipe las posibilidades de un default.
Por ahora el cordobés se pronunció en línea a las necesidades de Cambiemos y prometió que AF tendrá un candidato a presidente propio, más allá de los entredichos que protagonizó con Roberto Lavagna, uno de los aspirantes más esperanzadores para aquellos que sueñan con un plan superador a la grieta.
Y del otro lado están los peronistas que promueven la unidad, con Cristina Fernández dentro. Pero allí los operadores advierten que el mayor beneficio que podrían obtener ante el eventual quiebre de AF es incorporar a Massa para fortalecerse en el territorio bonaerense, donde el Cambiemos tiene a su mejor candidata, María Eugenia Vidal.
“Por eso todavía no se definió el candidato en la provincia”, reveló un histórico dirigente del peronismo.