El sábado 30/06 fue la última participación de la Selección argentina de futbol en el mundial de Rusia. Las aspiraciones y esperanzas del hincha argentino se terminaron con un sabor amargo, porque los antecedentes de sus jugadores presumían que era un equipo con más oportunidades que desventajas, pero el equipo no apareció y terminó con pena y sin gloria. Cosas del fútbol.
Otro equipo también falló y en este caso su accionar no nos golpea en el orgullo, sino en el bolsillo. El mejor equipo de los últimos 50 años no apareció desde que empezó a jugar en diciembre de 2015, las fallas fueron estratégicas y las individualidades se perdieron por egos profesionales y posturas autónomas. Sin coordinación (Presidente = Director Técnico) cada uno hace lo que mejor conviene a su grupo de pertenencia original.
La economía argentina con una historia de crisis recurrentes, infiere la necesidad de contar con un análisis detallado de su estructuración socio-productiva que permita ajustar las variables macroeconómicas con mayor incidencia en el nivel de actividad.
El mejor equipo económico de los últimos 50 años desestimó esta premisa y su llegada al manejo de la cosa pública tuvo un objetivo claro: otorgar al mercado certeza que su accionar no se opondría a las aspiraciones de los inversores internacionales y sus socios locales.
El primer traspié fue la no llegada de las inversiones preanunciadas en campaña; la situación originó la sucesiva e incremental toma de deuda en el exterior. La llegada de los dólares de la deuda implicaba la emisión de los pesos equivalentes, que eran sustraídos del mercado en base a la licitación de letras del Banco Central (Lebac).
Evidentemente para que los tenedores de excedentes en pesos (bancos e inversores institucionales) se volcaran a este instrumento financiero era necesario que la zanahoria fuera lo suficientemente apetecible, en pocas palabras que la rentabilidad estuviera por arriba de la media del mercado.
Los grandes inversores son jugadores con experiencia y apenas vieron que las autoridades del BCRA no lograban contener la inflación, comenzaron a dudar de la capacidad de gestión de los funcionarios nacionales y por lo tanto comenzaron un constante retiro de sus colocaciones en Lebac para pasarse a un activo que les otorgara mayor previsibilidad, el refugio elegido fue el dólar. La demanda de la divisa norteamericana originó corrida bancaria, que sin una resolución definitiva, determinó un pedido de asistencia al Fondo Monetario Internacional
Luego de la aprobación y giro de la primera remesa de fondos por parte del FMI, los ánimos no se han calmado. El volúmen de Lebac sigue siendo esa bola de nieve que alarmó a funcionarios e inversores el 15 de mayo pasado; tal vez la velocidad y tamaño sea menor pero el riego sigue latente.
El precio del dólar sigue su camino alcista; en este primer semestre registra un incremento del 56,5%, si lo comparamos con el índice de precios al consumidor (IPC) acumulado a mayo/18 que fue del 11,9% según INDEC; el billete verde es el absoluto ganador.
Es evidente que cuando hablamos de deuda externa, es necesario hacer un relato sintético de la misma; el principal responsable de estas operaciones, hoy a cargo del BCRA, registra una dilatada trayectoria con los principales operadores del mercado financiero internacional, por lo tanto además de los vínculos y la afinidad ideológica, una economía con baja incidencia de deuda externa/PBI posibilitó colocar títulos de deuda en volúmen y velocidad que demandara mucho esfuerzo para igualar.
Los datos de INDEC exponen que el stock bruto total con títulos de deuda a valor nominal residual, al 31 de marzo de 2018, se estima en US$ 253.741 millones; este importe implica un incremento de US$ 19.192 millones con respecto al trimestre inmediato anterior.
La sucesión de eventos como la suba del precio del dólar, volúmen y tasa de las Lebac o incremento de la deuda externa, no solo son hechos que presumen desajustes de la macroeconomía nacional, es también la ausencia de un programa económico que diera origen a un esquema de trabajo articulado entre los distintos integrantes del gabinete nacional.
Las medidas económicas postuladas y consensuadas con la institución crediticia internacional tendrán un pronunciado efecto recesivo. Las obras de infraestructura, jubilaciones y el empleo público, son las áreas con mayor participación en un ajuste del gasto público. La disminución de los envíos de fondos a las provincias, no solo impactará en las finanzas de los estados provinciales sino que afectará transitivamente a los municipios, razón por la cual los jefes comunales prevén un escenario de conflictividad en ascenso.
A diferencia de la selección nacional, el mejor equipo de los últimos años no ha logrado hacer un solo gol y a partir de junio arrastra una carga adicional que es la del monitoreo de los resultados de sus medidas por parte del FMI.
Es como recurrir al VAR (video assistant referee) para saber si la acción realizada es convalidada o no.