La Selección Argentina tuvo un 2015 con más dudas que certezas

La 'Albiceleste' concluyó un año, a comparación de otros, negativo. En el 2016, como revancha, irá por la Copa América Centenario.

La Selección Argentina tuvo un 2015 con más dudas que certezas

El entrenador del seleccionado argentino de fútbol, Gerardo Martino, anunció el 14 de agosto de 2014, cuando asumió formalmente en el cargo, que para él sería "un placer que el equipo nacional juegue como lo hacía Newell's Old Boys", y a partir de allí intentó construir lo que él mismo llamó "la idea", con Lionel Messi y compañía, pero no en torno a él, como lo había hecho su antecesor Alejandro Sabella, y cuando en este 2015 le tocó implementarla jugando por los puntos, quedó encorsetada entre fronteras ideológicamente delimitadas.

"Lo único que no se negocia es la idea", le afirmó con plena convicción el "Tata" a Télam durante la gira de fines del año pasado por Inglaterra. "Las condiciones de juego de cada partido las debemos imponer nosotros y no el rival", insistió durante la Copa América de Chile de este 2015, con la aprobación plena del dueño intelectual de la selección, el "capitán sin brazalete" Javier Mascherano.

Entre una y otra enunciación hubo espacios de tiempo y de obligaciones que cambiaron la perspectiva, porque en 2014 Martino disfrutabas de las mieles de la contemplación que tiene todo aquel que empieza a llevar adelante una empresa, sin mayores exigencias a la hora de tener que "ganar o ganar", tal como lo exige la camiseta albiceleste.

En cambio en 2015, el subcampeonato en la Copa América al perder por penales la final contra el representativo local puso prematuramente en discusión la gestión del técnico, ya que sonó a frustración después de haber perdido el Mundial de Brasil también en el juego definitivo el año anterior.

Pero más que la tarea desarrollada por el ex técnico del seleccionado de Paraguay y Newell's, lo que se puso en tela de juicio fue "la idea", esa a la que después de dirigir a su querido equipo rosarino, se había unido de manera indisoluble luego de su traumático (en lo personal más que en lo deportivo) paso por el mejor del mundo: Barcelona.

Entonces esa Copa América terminó siendo perjudicial para este nuevo proceso, ya que sin debutar aún en las eliminatorias mundialistas empezaron a lloverle al técnico cuestionamientos impiadosos sobre su estilo de juego, presumiendo de por sí que premiar el virtuosismo y la estética va en dirección contraria a la obtención de resultados.

Y cuando encima el comienzo de las eliminatorias marcaron una inédita derrota frente a Ecuador, en el Monumental, por 2 a 0, y un posterior empate sin goles en Asunción ante el Paraguay de Ramón Díaz, directamente desde buena parte de la opinión pública y hasta de algunos medios ya se empezó a pedir la cabeza del entrenador.

Los reclamos de "pragmatismo", bandera enarbolada justamente por Sabella a la hora de identificar su metodología de juego, fueron balas que empezaron a picarle cerca a Martino y bombardearon la credibilidad que se había empezado a ganar antes de la fatídica final de la Copa América.

Para colmo de males, en la siguiente doble jornada de eliminatorias se sucedieron las bajas de cinco titulares entre los que se contaban nada menos que Lionel Messi y Sergio Aguero (también faltaron Ezequiel Garay, Pablo Zabaleta y Lucas Biglia, además de Carlos Tevez).
Pero además los rivales eran nada menos que Brasil, en el Monumental, y Colombia, en la calurosísima ciudad de Barranquilla. Los presagios de una debacle también generaban vaticinios de un consecuente alejamiento del entrenador, mientras en la AFA reinaba la confusión sobre la elección de un nuevo presidente y el actual, Luis Segura, le transmitía un respaldo mediático que Martino aseguraba no necesitar, porque lo daba por descontado.

El empate 1 a 1 con Brasil, después de suspenderse el partido el día anterior por la intensa lluvia que anegó el día anterior el campo de juego de River Plate, fue un analgésico imprescindible para poder emprender el viaje a Colombia con mejor ánimo, sobre todo porque el triunfo sobre los de Dunga estuvo cerca y hubiese sido merecido.

Pero cuando hasta los más exigentes parecían conformarse con otra "parda" ante los de José Pekerman, nuevamente Colombia se convirtió en la "tierra prometida" para un técnico del seleccionado argentino, ya que tal como le había sucedido a Sabella en las eliminatorias para Brasil 2014, en momentos en que también el equipo nacional llegaba a los tumbos y terminó imponiéndose allí 2-1 para después engarzar una remontada que lo condujo hasta el subcampeonato del mundo, los dirigidos por Martino ganaron 1 a 0 con autoridad.

Esto permitió entonces que el fin de 2015 transcurra en paz para el entrenador rosarino y también para sus futbolistas, con la mira puesta en el retorno a las eliminatorias en marzo próximo, pero con un cúmulo de asignaturas pendientes que exceden en algunos casos al seleccionado mayor y no tienen visos de resolución mientras no se determine quien conducirá los destinos de AFA, que son los de todo el fútbol argentino, de manera formal y definitiva por los próximos cuatro años.

Es que Martino pretende que su "amigo personal" Jorge Theiler se haga cargo de los seleccionados juveniles en lugar de Humberto Grondona, quiere conformar y dirigir el seleccionado sub 23 que competirá en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en agosto del año próximo, mientras que en junio buscará además que esta generación de futbolistas que conduce levante por fin un trofeo y de paso se tome revancha del perdido en Chile cuando ese mes se lleve a cabo la Copa América del Centenario (de la Conmebol) en Estados Unidos.

Muchos desafíos tiene por delante el representativo nacional para el año entrante y por supuesto también Martino, pero seguramente en su fuero interno el que más desvela a este entrenador que el pasado 20 de noviembre cumplió 53 años es cumplir con aquel deseo que expuso a consideración del futbolero autóctono el día que asumió: "que el seleccionado argentino juegue como Newell's". En definitiva esa pretensión no es ni más ni menos que "la idea".

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