Ya en 1975 se identifica a Seguridad Alimentaria como “la capacidad en todo momento de aprovisionar a todo el mundo con productos básicos”, de tal forma de sostener un crecimiento del consumo de alimentos que soporte fluctuaciones y precios. Esto hace referencia a la disponibilidad de alimentos y al acceso a ellos.
A su vez, en 1990 la definición anterior incluyó “la capacidad de asegurar que el sistema alimentario provea a todos los habitantes del aprovisionamiento alimentario y nutricionalmente adecuado, a largo plazo”.
No confundir esta definición con soberanía alimentaria; ésta se entiende como “la facultad que tiene cada pueblo (nación) para definir sus propias políticas agrarias y alimentarias” de acuerdo a objetivos de desarrollo sostenible (adaptable y durable), y de seguridad alimentaria.
Otras acepciones del término Seguridad Alimentaria están en uso actualmente y son utilizadas en distintas formas y sentidos y según la época y el contexto. Y todas están referidas a la inocuidad de los alimentos y a su garantía de salubridad para el consumidor.
Dos definiciones de seguridad alimentaria utilizadas de modo habitual son las ofrecidas por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, conocida por sus siglas en inglés FAO, y la que facilita el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA por sus siglas en inglés):
1. La seguridad alimentaria existe cuando todas las personas tienen acceso siempre (ya sea físico, social y económico) a alimentos suficientes, seguros y nutritivos para cubrir sus necesidades nutricionales y las preferencias culturales para una vida sana y activa.
2. La seguridad alimentaria de un hogar significa que todos sus miembros tienen acceso en todo momento a suficientes alimentos para una vida activa y saludable.
La seguridad alimentaria incluye al menos:
a) la inmediata disponibilidad de alimentos nutritivamente adecuados y seguros,
b) la habilidad asegurada para disponer de dichos alimentos en una forma sostenida y de manera socialmente aceptable.
Las causas de la inseguridad alimentaria pueden resumirse en:
- Escasez de agua.
- Degradación de suelos.
- Contaminación atmosférica.
- Cambio climático.
- Explosión demográfica.
- Problemas de gobernanza.
El futuro de la seguridad alimentaria
Transparencia, cooperación y fortalecimiento de la participación pública y privada en la evaluación de riesgos son ejes pilares en el futuro de la seguridad alimentaria.
En los últimos años ha crecido de forma exponencial el comercio internacional de alimentos. Los desafíos que plantea esta nueva situación obligan a desarrollar nuevas y más eficaces herramientas que permitan responder, de manera rápida y eficaz, a cualquier crisis relacionada con la seguridad alimentaria. Una de ellas es crear un reservorio de ideas y propuestas que ayuden a la comunidad científica a afrontar los retos en seguridad alimentaria de los próximos años.
Otra herramienta es ganar confianza, sobre todo la del consumidor. Una tarea complicada puesto que cada vez debe hacerse frente a nuevos problemas ya que, según avanza el tiempo, la cadena de suministros de alimentos es más compleja y, por tanto, plantea más desafíos a los que enfrentarse.
Contar con un “asesoramiento científico” riguroso, veraz, que cuente además con la cooperación de las distintas partes implicadas. Para ello, es primordial trabajar en colaboración con redes científicas, autoridades nacionales e instituciones asociadas para asegurar que los alimentos sean los más seguros del mundo.
Los principales puntos sobre los que debe incrementarse el asesoramiento científico son:
Sanidad animal y vegetal. Esto se debe a que los cambios globales afectan la forma de producir y consumir alimentos. Una de las consecuencias es el aumento del riesgo de nuevas plagas y patógenos emergentes
Método científico. Una de las prioridades es dotar a la ciencia de transparencia y que además sea interactiva a la hora de compartir datos, metodologías y resultados.
Evaluación de los riesgos microbiológicos. La carga mundial de enfermedades transmitidas por los alimentos es otro de los retos; plantea dos, y en él deben tratarse temas como el uso de métodos de caracterización molecular ante algún brote, evaluaciones de emergencia y clasificación de los riesgos microbiológicos.
Evaluación de riesgos químicos. Nuevas estrategias de ensayo están revolucionando la forma en que los científicos investigan los químicos. Los expertos han examinado las fronteras de la toxicología predictiva y cómo los nuevos enfoques están empezando a sustituir las pruebas tradicionales con animales.
Estos constantes cambios responden a los retos que plantea de forma constante, como se ha destacado anteriormente, un comercio cada vez más globalizado de los productos alimenticios y de los ingredientes. Y es importante, en este sentido, que la respuesta sea rápida, tanto en lo que se refiere a asesoramiento científico como asistencia técnica en particular.
Los pilares básicos son: optimizar las funciones de los expertos en la evaluación de riesgos; aumentar la confianza por mejorar la transparencia en el trabajo científico; y mejorar la capacidad de evaluación de riesgos, a través de una mayor cooperación y coordinación entre países y agencias.
Entonces, contar con protocolos de actuación que permitan actuar y garantizar una buena gestión es fundamental. Y para ello es básico que se determinen unas medidas comunes y claras, así como unificar los criterios entre los distintos países, ya que en muchos casos cada país aplica sus propios procedimientos que no necesariamente coinciden.
Teniendo en cuenta que el mejor momento para planificar (el enfrentar) una crisis es antes de que ocurra. También debe tenerse en cuenta que la gestión de un riesgo es muy compleja, por lo que deben priorizarse aspectos como el riesgo -directo o indirecto- en la salud humana y la propagación de éste a la cadena alimentaria y a otras comunidades o países.