En los segundos que preceden al sueño se medita mejor
Hay que someterse, pero siempre a alguien más perdido que una. O a una misma.
No seríamos felices nunca, eso está claro. Si el destino hubiera querido otra cosa para NOSOTRAS, si yo la hubiera querido, si yo hubiera podido querer, pero yo no soy dueña de ninguna voluntad. Si el destino hubiera querido otra cosa yo no estaría en este lugar. La lluvia es particularmente dañina cuando cae de costado.
Los pulmones no pueden con el aire. La piel está dañada, sedada. Y el corazón igual de solo, igual de lento que las ideas producidas en este lugar, en este tiempo, en este cerebro a punto de dormir.
Corro o creo que corro buscando a alguien en la puerta. Pero no es nadie, una pila de objetos que se des-ordena y cae haciendo ruidos que me dan sensación de casa invadida.
Tengo que confirmarlo. Solo tengo tiempo e ilusión y decepción. En eso pasan los días. Nunca pienso: definitivamente no. Siempre espero, me ilusiono y me decepciono, en ese orden. No seríamos nunca felices, lo digo en plural por los demás que imagino afuera, lejos. Pero imagino igual que yo, igual que acá. Porque no puedo construir una idea distinta que no sea igual a mí.
Las sábanas son mi capa de invisibilidad. Dormir es suspender ese estado de la existencia que solo consiste en manejar el cuerpo, establecer patrones de relación (aislados, repetidos), en definitiva estar en un mundo materialmente real.
Cuando queremos dejar de vivir (comer, caminar, mirar, hablar y tocar) podemos utilizar la capa. Allí se puede permanecer: dormir es desaparecer, o esconder el ser “real” para dejar al ser libre de los “otros”.
Porque desaparecer de una misma es imposible
“Si se nota que los estados de la vigilia son, en su mayor porción, más débiles y menos emocionantes que los del ensueño (que casi siempre son acompañados de angustias, terrores o alegrías profundas), en tanto que el cotidiano del vivir en su casi totalidad es lánguido y débil, inimportante.”
Si hacemos un esfuerzo podemos inclusive manipular esos sueños. Que, como la melancolía, dependerán de humores, predestinaciones genéticas, alimentación, estado del cuerpo y de relaciones y hechos diarios. Pero si nuestra predisposición es buena nuestros sueños serán obedientes.
Quiero grabar mis sueños
Es recuerdo, el recurso del recuerdo es patético, es triste que no tengamos otra forma de acceder a nosotros mismos. En el mercado habían infinidad de seres: predominaban las alimañas de aspecto marciano y las frutas (pero de colores intercambiados, levemente) manzanas amarillas y brillantes, bananas rojas sin madurar, racimos de uvas rebasados de un color miel, frutillas anaranjadas rodeando melones negros.
Mi mano fue tomando una fruta de cada especie o raza, la misma mano fue llenando un canasto maravilloso de colores que deberían haberme satisfecho al menos por una semana. Una manzana fue a parar a mi boca y tengo que decir que en el primer mordisco las imágenes casi se desvanecieron.
Sin apuro pero con firmeza me dispuse camino al trabajo, no existía el apuro ni la excitación del tiempo perdido. En la calle la gente fue extrañamente amable. El camino no fue exactamente igual al de todos los días, pero igual pude llegar a mi destino. Apenas abrí la puerta un sordo sonido me trajo en mí.
Mi propia voz pronuncio: estas cosas no son, mi suerte es otra. Resulta indispensable que exista un método a través del cual los sueños se materialicen. Hay que buscar la manera, disponer a la ciencia para buscar la forma. Respondiendo fundamentalmente a aquellos sueños en los que hicimos cosas que deberemos hacer de nuevo pero sin tanta magia.
Quien está convencido de que puede elegir en sus sueños, también puede morir cuando quiera. Lo importante es el momento de la decisión y desde donde se toma esa decisión. Desde qué lugar, en qué instancia.
Podemos suponer cosas, tratar de ver el mundo por sus ojos. ¿Somos espíritus débiles y reprimidos en y por una sociedad sin espacio para su genio, para su reconocimiento? ¿O somos mujeres definitivamente profundas, inteligentes y decididas para saber lo que queremos o dejamos de querer? Me quedo con una mezcla de ambas posibilidades.