Seguimos en terreno complicado

El Gobierno ha comenzado a corregir distorsiones pero queda mucho por normalizar y ordenar para que la economía pueda ponerse en marcha.

Seguimos en terreno complicado

Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes

El próximo viernes 22 Argentina haría efectivo el pago definitivo a los holdouts cerrando un ciclo trágico para la economía argentina como fueron los 15 años en default. No vale la pena detenerse a analizar las razones que nos llevaron a estas circunstancias sino tratar de visualizar los desafíos que hay que enfrentar.

Argentina todavía transitará por un camino lleno de complicaciones porque la cantidad de distorsiones entremezcladas hace que llegar a la normalización genere problemas en distintos lugares. Cada distorsión tiene un beneficiario y un financista. El que financia no sale a agradecer el fin de la distorsión que lo perjudicaba, pero el beneficiario que deja de serlo pone el grito en el cielo cuando debe volver a la realidad.

En la actual gestión se parte de un escenario internacional complejo, con caída de los precios de las materias primas, sumada la recesión de Brasil que obliga a reaccionar rápido para buscar nuevos destinos. A esto debe sumarse el anuncio (por ahora postergado) de aumento de las tasas en EEUU. De producirse en el segundo semestre, se generaría una revaluación del dólar en el mundo, más caída de los precios de las materias primas y presiones devaluatorias sobre el tipo de cambio.

Inflación: es el tema más complicado que tiene el gobierno por delante y no le será fácil su reducción porque depende de varios factores. Aunque se han producido aumentos de tarifas que no cubren más que el 50% de los subsidios totales y la reducción del déficit y la emisión monetaria están generados por una fuerte recesión y paralización de la obra pública.

El gobierno planteó objetivos modestos para no producir una fuerte parálisis, pero en los primeros meses del año, los aumentos tarifarios han producido un impacto muy fuerte y con suerte podrán terminar el año con una tasa entre 30 y 35%. Lo único positivo sería mostrar una tendencia descendente en el segundo semestre para generar expectativas positivas hacia el año próximo.

De estas expectativas va a depender la llegada de inversiones. Solucionado el tema de los holdouts, el gobierno podrá recurrir al financiamiento externo y, eventualmente, usarlo como mecanismo de financiamiento a futuro. Así, no tendrá tantas necesidades de reservas en el Banco Central y habrá menos presiones.

La segunda pata de la solución para conseguir una baja de la inflación será conseguir la reactivación de la economía. Para conseguir esto, dependerá del avance en las paritarias, para mejorar los ingresos de los trabajadores, pero también de la caída de la tasa de interés para disminuir el costo de financiamiento.

La baja de la tasa comenzará después que se termine de liquidar los contratos de dólar futuro. Hoy el Banco Central la mantiene muy alta para evitar que suba el dólar, pero cuando termine ese proceso, en junio, deberá comenzar a bajarla y probablemente haya movimientos del dólar para seguir el ritmo de la inflación.

Tipo de cambio: El gobierno tomó la decisión de recurrir a un sistema de flotación administrada, más conocida como flotación sucia, porque el gobierno puede intervenir para corregir acciones especulativas. Luego de la liberación del cepo, el tipo de cambio ascendió casi hasta 16 pesos, pero el BCRA decidió intervenir a través del mercado de Lebac para retirar circulante.

La cantidad de moneda en circulación era muy grande. Al asumir el gobierno, la tasa de expansión monetaria que había dejado el gobierno anterior había crecido un 45%. Esa tasa ha bajado al 20%, pero así todo es muy alta. El BCRA tiene ya un sotck de Lebac que supera los 450.000 millones de pesos, que equivale al 70% de la base monetaria. El problema es que está en colocaciones de corto plazo con tasas del 38%, lo que, finalmente, termina expandiendo la cantidad de moneda.

La autoridad monetaria se propone mantener esta estrategia hasta que se puedan cancelar los contratos de futuro, que están pactados a 11 pesos y por lo que habrá que pagar una diferencia muy importante, si se consigue mantener en torno a los 15 pesos. Una vez superado este problema, es probable que comience a bajar la tasa y a dejar evolucionar al dólar.

El actual tipo de cambio está mejorando algo la situación de los exportadores pero todavía está atrasado para la mayoría de las actividades exportadoras. La inflación todavía complica, si bien ha sido mucho menor que la tasa de devaluación. No obstante, no ha podido compensar el atraso que venía de arrastre. La mejor muestra de este atraso es que los mendocinos van en gran cantidad a comprar indumentaria, calzado y electrónica a Chile. También la presencia de espectáculos de artistas internacionales se explica por este atraso cambiario.

El atraso también demora las decisiones de inversión de inversores extranjeros, aunque esto también estaba limitado a la espera de la solución del conflicto de la deuda con los holdouts, que permitirá mejorar la posición ante las calificadoras de riesgo internacional.

Inversión y trabajo: es otro tema muy sensible que espera decisiones. Por una parte, la adecuación del tipo de cambio. Pero, además, la reactivación de la economía debería permitir mejorar la situación financiera del Estado nacional, de las provincias y de los municipios. De esta manera, la postergada obra pública podría funcionar como motor y empujar la inversión privada.

En materia de producción regional, se espera que mejoren precios por efecto de las contingencias climáticas adversas de la actual campaña y una situación más estable para el año próximo que podría potenciarse si el valor del dólar acompaña. Mendoza es fuerte productora de bienes transables, muy sensibles a la variación del tipo de cambio.

Todavía quedan muchas distorsiones para corregir y seguiremos escuchando algunas quejas y otros reclamos por mayor celeridad para corregirlas.

Lo que siempre hay que tener en cuentas son los efectos colaterales que pueden afectar a los sectores más desprotegidos a fin de no dejarlos a su suerte y evitar consecuencias indeseadas.

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