Algunos se fueron por la puerta grande. Otros emprendieron su retirada entre escándalos y denuncias. Los cinco, cautivados por el poder, decidieron volver por más a la arena política.
Cinco ex presidentes que dejaron su huella en el país que supieron gobernar están en carrera, o planean entrar en competencia, para volver a ocupar la máxima instancia de poder en Uruguay, Brasil, Chile, Francia e Italia. ¿Cómo fue su despedida y reconciliación con el poder?
Tabaré Vázquez
Durante su primera presidencia (2005-2010), Tabaré Vázquez, el primer presidente de izquierda de Uruguay, evaluó una hipótesis de guerra con la Argentina, en medio del conflicto por la entonces papelera Botnia. Incluso pidió refuerzos al gobierno conservador de George W. Bush, en Estados Unidos, para el eventual enfrentamiento armado.
Vázquez contó esta situación en una conferencia académica en octubre de 2011, siete meses después de dejar el poder. Al día siguiente, esas declaraciones estaban en todos los medios en ambos lados del Río de la Plata.
Frente al revuelo, el ex mandatario pidió disculpas a las autoridades argentinas y anunció su “retiro de la actividad política pública” a través de un comunicado. Y volvió tiempo completo a su consultorio, al que sólo visitaba de vez en cuando cuando era presidente, para atender a sus pacientes oncológicos.
Desde entonces, con el aval de las encuestas de opinión pública desde que dejó el gobierno con un 75% de popularidad, el nombre de Tabaré siempre sonó como un posible candidato a suceder a su correligionario de la alianza Frente Amplio, José “Pepe” Mujica, quien, por mandato constitucional, tampoco podía aspirar a la reelección directa este año.
Vázquez, de 74 años, eligió el misterio por mucho tiempo. Recién en agosto del año pasado confirmó que se presentaría a las primarias de su partido para postularse a presidente.
Las ganó diez meses después con un arrollador 80%. En la primera vuelta de las elecciones generales, el mes pasado, volvió a ganar. Pero deberá enfrentarse hoy a una segunda vuelta a Luis Lacalle Pou, una pelea que, según coinciden todos los analistas, ya tiene ganada.
El mismo dirigente que estrenó el gobierno del Frente Amplio en Uruguay, protagonizará también los 15 años de esa coalición de centro-izquierda en el poder, en 2020.
Lula da Silva
Desde que dejó el Palacio del Planalto en 2010 en manos de su delfín político, Dilma Rousseff, tras ocho años de gestión y con una aprobación del 80%, Luiz Inacio Lula de Silva sólo se alejó del poder por cinco meses y motivos de fuerza mayor: un tumor en su laringe descubierto en octubre de 2011.
Al curarse, cinco meses después, la figura más popular del Partido de los Trabajadores (PT) no tardó en anunciar su esperado regreso a la política.
“Voy a regresar a la vida política porque creo que Brasil tiene que continuar creciendo”, dijo en un video en el que todavía se lo veía pelado, pero con bigote.
Desde entonces, su nombre competía con el de Rousseff para las elecciones de este año. “La única hipótesis para ser candidato es si la presidenta Dilma no quiere [serlo]”, deslizó meses después.
Finalmente, Dilma fue por su reelección, y en la campaña contó con la imponente compañía de Lula, quien, ante el calor de las masas en un mitin, volvió a coquetear con su regreso: “Ellos (la oposición) tiene que prepararse porque estaré vivo (en 2018)”.
La misma noche del triunfo en segunda vuelta de Rousseff el mes pasado, mientras su heredera política lo ponía primero en su lista de agradecimientos, Lula comentó a su círculo íntimo del PT que él se presentaría en las elecciones presidenciales de 2018, según contó en ese momento el diario Folha de San Pablo.
Tras esa información, el ex mandatario dijo a través de un comunicado: “El último domingo, día de la elección, cuando me preguntaron sobre 2018, declaré que, completando mis 69 años, mi única expectativa de aquí a cuatro años es estar vivo”. Así, sin confirmarlo ni negarlo, Lula sigue manteniendo en silencio lo que parece ser un secreto a voces.
Sebastián Piñera
"No está en mis planes hoy día repostular a la Presidencia", dijo Sebastián Piñera desde el Palacio de la Moneda en sus últimos de gestión, en marzo de este año.
Con cierta sutileza, dejó bien en claro que estaba abierto a cambios de planes. Y así parece que fue. Igual que hizo su antecesora y predecesora, la socialista Michelle Bachelet, él parece estar allanando el terreno para buscar un segundo mandato dentro de cuatro años.
“La centroderecha tiene muchos liderazgos. Cuando llegue el momento de elegir a nuestro candidato, veremos quién es el que está mejor posicionado, pero todavía falta mucho”, reflexionó Piñera.
Según analizan en Chile, el ex empresario decidió no volver a los negocios, su zona de confort, para no entorpecer sus posibilidades para una nueva elección.
También por eso, ahora dedica su tiempo a la fundación Avanza Chile, pensada para diseñar y estudiar las políticas públicas. Con ella, sale de gira por el mundo para concertar citas académicas y aprovecha para continuar con su propia diplomacia al reunirse con distintos mandatarios.
Todo con publicidad en las redes sociales y un sitio web en el que se encarga de repasar los logros de su gestión y lograr así que Chile no se olvidé de él.
Mientras tanto, sus colaboradores hacen lo propio y ya empiezan a lanzar la idea de “Piñera 2018”.
Nicolás Sarkozy
Nicolás Sarkozy supo que buscaría la reelección, como casi todos los políticos que tienen la opción constitucional de hacerlo, desde su primer día en el Elíseo en 2007.
Pero en 2012, después de un mandato marcado por una de las peores crisis financieras en Europa y por las críticas que recibió por sus escándalos y los pocos resultados de su gestión, no logró ese objetivo: perdió por un ajustado margen frente al candidato socialista, François Hollande. Con el sabor de la derrota muy fresco, esa misma noche anunció su retiro de la política.
En setiembre pasado, 28 meses después de esa noche dramática, Sarkozy anunció que regresaría. Lo hizo con un mensaje en Facebook -en este segundo round, el conservador optó por una alta exposición en las redes sociales-, en el que prometió “reinventar” la vida política de su país.
“Frente al Partido Socialista (PS) y el Frente Nacional (FN) no tengo otra alternativa que volver a la política”, dijo, en tono épico, en su primera entrevista después de ese mensaje virtual.
Ahora, con seis causas judiciales pesando sobre su espalda, el mismo año en que pasó 15 horas en una comisaría declarando por una causa de tráfico de influencias y violación del secreto de sumario, Sarkozy buscará volver a ser el presidente de su partido, Unión por una Mayoría Popular (UMP), en las elecciones internas de hoy.
Según las encuestas, Sarkozy obtendría un 60 por ciento de los votos, que si bien es un número bastante inferior al que consiguió hace diez años (85%), le garantizaría la victoria al político de 59 años.
Su intención es tomar las riendas del principal partido opositor en Francia, sacarlo de la crisis, reestructurarlo y hasta considera rebautizarlo. Su objetivo final: reconquistar a los conservadores, ganar las primarias para las elecciones presidenciales de 2016 y volver al Elíseo al año siguiente.
“Sarko” se encontrará con dos obstáculos para lograrlo: puertas afuera, el ex primer ministro Alain Juppé, señalado como el político más popular del país ahora; puertas adentro, su mujer, Carla Bruni, que prefiere a su marido lejos del gobierno.
Silvio Berlusconi
Ayer hace un año, Silvio Berlusconi vestía de negro para demostrarle a Italia que debía estar de luto: el (ahora ex) Cavaliere había sido expulsado del Senado tras quedar firme su condena por fraude fiscal, después manejar por 20 años los hilos del poder.
“No voy a retirarme a un convento. ¡Aquí nos quedamos!”, dijo, como un héroe, frente a los seguidores que lo alentaban en la puerta de su casa el tres veces premier de Italia. “¡Nosotros no nos retiraremos!”, arengó el líder de Forza Italia, quien renunció a la máxima instancia de poder en 2011.
Mientras tanto, el zar de los medios sigue pululando alrededor del poder. Se juntó ocho veces en el último año con el socialdemócrata Matteo Renzi para delinear su prometida reforma electoral. También, como líder de Forza Italia, tiene encuentros frecuentes con el presidente, Giorgio Napolitano.
Es que Berlusconi se acostumbró a que la Justicia sea demasiado benévola con él y lo absolviera por algunas causas por las que es investigado, mientras que tres siguen abiertas. Incluso la condena de 4 años en prisión terminó siendo un año (o menos) de trabajo comunitario gracias, en parte, a sus 77 años.
De esa manera, pudo participar activamente de la campaña para las elecciones europeas, a las que se quiso presentar, obligando al Tribunal Supremo a recordarle que por dos años no podrá presentarse a ningún cargo público. Ahora le queda tan sólo uno, y el ex Cavaliere ya está pensando cómo será su regreso triunfal. / Julieta Nassau (La Nación)