La Basílica de San Pedro, en la ciudad del Vaticano, es considerada uno de los lugares más sagrados del catolicismo, donde se llevan a cabo las ceremonias papales.
Una visita a La Basílica de San Pedro, debe planificarse con antelación, porque este edificio construido entre 1506 y 1629, es destino obligado de todos los turistas. ¿Tienes poco tiempo? Sigue este plan, para disfrutar lo más impactante de esta reliquia arquitectónica tan espiritual como majestuosa.
Primera misión: ingreso a la Basílica
Sin importar la época del año, la fila puede demorarse una (larga) hora y media. La mejor manera de evitar la espera para entrar, es comprar los boletos con anticipación. El sitio especializado en viajes LandLopers sugiere ingresar al sitio del museo, seleccionar el número de asistentes y especificar la fecha y hora que prefieras. Luego, solo debes pagar con tarjeta de crédito e imprimir las entradas. Según indica el Sitio Oficial del Vaticano, la entrada cuesta 15.50 USD aproximadamente.
¡Atención! El proceso no termina allí. Cuando llegues, te puedes encontrar con una fila de cuatro cuadras. Saca tu ticket y dirígete a algún guardia. Landlopers asegura que te ayudarán a evitar la línea y pasar sin problemas.
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Segunda misión: aprovechar el recorrido al máximo
Una vez adentro de la Basílica, te encontrarás con un recorrido que se percibe como laberíntico porque te lleva por galerías enormes, con obras de un valor incalculable, como la estatua ecuestre de Constantino realizada por el artista Bernini y La Piedad, de Miguel Ángel, hasta finalmente desembocar en la Capilla Sixtina, 45 minutos más tarde si solo caminas derecho y no frenas. Debes planificar la visita para no marearte en el momento.
Los imperdibles son:
{fotorei:566765:fotorei} 1. Visitar la tumba de San Pedro y la necrópolis bajo la Basílica Vaticana. Una perla del Vaticano no tan popular, se encuentra en el subsuelo de la Basílica. Una especie de catacumbas entre estrechos y oscuros pasillos construidos en el siglo I, que permiten descubrir centenares de mausoleos y sepulcros cristianos, entre ellos, la tumba de San Pedro y de Juan Pablo II. Al ser un yacimiento arqueológico, solo se permite la entrada de 250 personas al día que deben asistir con previa reservación. En el sitio oficial del Vaticano, se advierte que las condiciones ambientales se modifican notablemente bajo tierra, con posible aumento de la temperatura y la humedad.
2. Escalar hasta la cúpula. Se pueden subir los 320 escalones hasta la cima de la cúpula o tomar el ascensor por 10 USD. En el sitio Saint Peter’s Basilica recomiendan tomar el ascensor, “ya que no hay nada que ver a lo largo de las escaleras”. Una vez en el techo, desde la galería interior de la cúpula se obtienen vistas espectaculares de todo el complejo vaticano: la propia Basílica, la plaza, los jardines y los museos, pero también de la ciudad. Luego, al bajar, se puede pasar un rato en la tienda de regalos y cafetería.
3. Al lado, la Capilla Sixtina. La capilla más famosa del Vaticano es un espectáculo en sí mismo. Se encuentra a la derecha de la Basílica y es famosa por su arquitectura, evocadora del Templo de Salomón del Antiguo Testamento, y su decoración al fresco, obra de los más grandes artistas del renacimiento, incluyendo a Botticelli y a Miguel Ángel, de quien se considera que la bóveda y el Juicio Final son sus mayores logros en la pintura.
Un viaje vivencial a la historia y al arte que te va a conmover. ¡Disfrútalo!