Como tradición el 8 de diciembre –Día de la Inmaculada Concepción– se arma el árbol de Navidad que ocupa un lugar en los hogares hasta el 6 de enero, Día de Reyes. Una tradición que reúne a la familia en espera a la ansiada Navidad.
Armar el arbolito, ha traspasado la barrera del tiempo y se ha convertido en una práctica mundial. Pero, ¿por qué se arma en esta fecha precisa?
Para las distintas cultura la explicación del porqué de la fecha varía. Los nórdicos solían adorar con un árbol todos los 8 de diciembre el nacimiento de Frey, dios del sol y la fertilidad.
Por otra parte, los celtas, para festejar el solsticio de invierno, adornaban un roble con antorchas y se reunían alrededor de éste con bailes y celebraciones para conmemorar el cambio de estación.
Más tarde, con la llegada del cristianismo, tal celebración se ajustó al nacimiento de Cristo. El árbol original estaba confeccionado con hoja perenne, lo que representaba para el cristianismo el amor de Dios y la vida eterna, mientras que su forma simbolizó la Santísima Trinidad. Funcionó como una representación del amor de Dios y la vida eterna.
En Argentina la costumbre de armar el arbolito comenzó en 1807, cuando un irlandés trasladó este hábito al país decorando un pino en una plaza pública.