Y un día el romance llegó a su fin. Se terminó el amor de cada día entre Sebastián Méndez y los hinchas del Tomba. Aunque está claro que en la Bodega siempre estará presente el corazón y el alma del Gallego.
Cuando parecía que la historia seguía por el mejor camino y estaba el gran desafío de la Copa Libertadores en el horizonte más cercano: “Es un sueño para mí dirigir esta competencia tan prestigiosa”, dijo hace un tiempo, con la ilusión por las nubes. Pero nada de eso sucederá. El DT estará lejos cuando el Expreso comience a disputar el torneo.
Temas familiares -tiene a su mujer e hijos en Buenos Aires- y seguramente un desgaste con el club, hicieron que el entrenador diera un paso al costado cuando aún le restaban seis meses de contrato.
Se hablaron muchas cosas en cuanto a relaciones rotas con el presidente José Mansur y algunos jugadores importantes como motor para su salida, pero los mismo protagonistas se encargaron de desmentir cualquier tipo de inconvenientes.
Apenas se conoció la noticia de su salida- anoche la confirmó de manera oficial- se comenzaron a ver numerosas expresiones de afecto por parte de los simpatizantes, a través de las redes sociales ninguno se guardó nada para agradecerle por este año de trabajo y convivencia.
Como no podía ser de otra manera, la última cita fue en el Malvinas Argentinas, donde se fue construyendo una relación inalterable entre la gente tombina y el conductor. En cada presentación, Méndez se llevó aplausos.
Y anoche no fue la excepción; todo el pueblo Bodeguero se rindió ante el técnico que arrancó allá por enero inició un trabajo que lo llevó a los primeros planos internacionales. Por eso, de la incertidumbre y las incógnitas, Sebastián pasó a ser ídolo de Godoy Cruz. En poco tiempo le alcanzó con su humildad y temperamento ganador.
Apenas su humanidad asomó por el túnel, el Gallego miró al cielo y se llevó la mayor ovación, sabiendo que se despedía de su segunda casa. Cuando se dio vuelta hacia la platea cubierta se encontró con los mensajes que le llegaron a lo más profundo: “Gracias por todo Gallego”; “Nunca te olvidaremos”; “Sebastián sos de Godoy Cruz”, rezaban algunas de las banderas. Y él miró y se emocionó.
Después vivió el encuentro como siempre, casi jugando en la cancha con sus dirigidos, con sus ademanes acostumbrados y pidiendo el máximo de los futbolistas. A full como toda esta temporada,
Tanto fue el cariño que hasta la terna arbitral se dio el tiempo para saludarlo, como sinónimo real de su tarea sentado en el banco bodeguero.
No fue un partido más. Resultó especial por donde se lo mire. El Gallego tuvo su función final en el teatro tombino. Como merecía.
Sebastián Méndez: "Lamento que la ida sea de esta manera"
Visiblemente emocionado, al borde del llanto, cortando las oraciones por momentos y con lágrimas en los ojos, habló Méndez: “Me hubiese gustado que la despedida fuese distinta, pero ya está. Si me toca hacer un balance del año, es muy bueno. Los hinchas me trataron con sumo respeto y no puedo más que agradecer a todos. Primero a los jugadores, segundo al club que me contrató cuando venía de dirigir en el Nacional B, a José Mansur y a toda la Comisión Directiva por habernos bancado”.
“Es difícil porque no es que me estoy yendo por la puerta de atrás ni que el club me está sacando; es una decisión personal. Me da mucha pena porque encontré un lugar maravilloso. Lamento no poder ser el DT de la Libertadores”.
“No hubo problemas ni con el presidente ni con los jugadores más grandes. Yo necesito estar con mis hijos. Es difícil hablar”.
“Vivir en Mendoza es vivir en el paraíso. Agradezco a todos por el trato que me dieron. Las despedidas siempre son amargas”.