Sebastián Macchi trata a la música con el mismo cariño que le da a las palabras que usa. Quizás no haya muchas formas para expresar mejor qué son este puñadito de piezas propias y de arreglos: "Piano solito", se llama.
Macchi vuelve hoy a la provincia, con este disco entre sus manos. Y en Mendoza (casualmente) lo grabó hace dos años atrás. Porque "Piano solito" es también la unión de este compositor-pianista entrerriano y el Steinway del Teatro Independencia. Es un material que ya ha dado a conocer en otras partes del país.
Aquí reúne siete composiciones que llevan su firma, más arreglos de piezas rockeras y folclóricas a las que él (largo colaborador de referentes de la música popular, como Carlos "el Negro" Aguirre) les da una nueva luz: austera y suave.
Y en este repertorio ha destilado su experiencia: haber nacido en La Plata, crecido en Paraná, tomando aire luego en Río de Janeiro y Buenos Aires, para volver y echar raíces cerquita de la orilla paranaense, donde vive hoy.
“En Paraná está el inicio de todo –nos confiesa–. De la búsqueda, del sentido de la búsqueda, de las raíces de esta búsqueda. El sentido de pertenencia que moviliza la búsqueda”, admite.
Y amplía: "Esas músicas o esas canciones son parte de ese lugar, a pesar de uno mismo, como si fuera que uno es un agente de expresión de la naturaleza de ese lugar. Así como una plantita se manifiesta con una flor, asimismo las canciones son partes de esos lugares. Sin ese sentido de pertenencia sería absolutamente distinta la música que uno hace".
En Buenos Aires se empapó de repertorio y de pedagogías; en Río de Janeiro, de músicas cotidianas y rítmicas que se captan en el aire, porque "allá todo el mundo toca o canta o baila", dice. "Esa expresión cultural está totalmente viva, permanentemente se enciende ese fueguito en cualquier reunión o en la calle".
Aunque después de tanto transitar, en "Piano solito" se fue a buscar también parte de ese cancionero íntimo de todo argentino. El ineludible ("El arriero" de Atahualpa Yupanqui y "Canten señores cantores", un carnavalito anónimo) y el más urbano, como las canciones de Charly García.
Las suyas, por otra parte, tienen aire de huella ("Huella de arena"), de chaya ("Chaya de los vientos") o de valsecito ("Con forma de carta"), por ejemplo.
Piensa que volver a Mendoza con “Piano solito” es también cerrar un ciclo. Que volver y reconocerse con todos aquellos que lo ayudaron para que fuera posible es mágico, piensa. Porque este tipo de proyectos caminan al ritmo de los sueños compartidos: “No es solo el proyecto de uno, sino que está regado por el afecto de los seres queridos”, suspira.
Día y hora: Hoy, a las 21.30
Lugar: Nave Universitaria (Maza 250).
Entrada: $150.