Pide un té verde. Se relaja. Y se dispone a hablar de todo. Su infancia. La carrera con varios títulos y esta incipiente etapa como entrenador.
Sebastián Méndez está lejos de aquel defensor "duro" que se alejaba de los micrófonos. Hoy el DT del Tomba abre la puerta y nos permite meternos en su vida, en una nota exclusiva con MAS Deportes. Pase y vea...
-¿Cómo es ser técnico a los 38 años?
-Uno tiene que tener claro lo que quiere y cómo lo quiere. De eso se trata. Ha cambiado mucho la función del técnico, hoy se necesita ser más completo que antes en muchos aspectos. Y además hay que tener hambre para aprender.
-Manejan un grupo de personas con distintas personalidades y egos. Difícil.
-Tal cual, el tema es que cada uno entienda que esos egos y personalidades tienen que servirle al grupo, porque después el jugador se vende solo. Yo entiendo al jugador que quiere crecer, pero siempre en función del grupo.
-¿Eso ya lo entendías como jugador o lo asimilaste a la hora de dirigir un grupo?
-No, yo lo asimilé como jugador, porque Vélez es un club especial en ese aspecto. Yo debuté en el 94 con Trotta, Chilavert y gente importante; entonces eso de lo grupal, dejando los egos de lado para brindarse por sus compañeros, lo mamé de chico. A medida que pasó el tiempo se fue incrementando porque uno se da cuenta qué es lo que necesita el grupo de uno. Implicarse en eso es un desafío y está bien, los jugadores deben implicarse en el grupo.
-¿Esto lo encontraste en Europa jugando en el Celta?
-En Europa es distinto porque un chico de 21 años tiene una Ferrari. ¿Le vas a decir que no se compre un coche cuando gana millones? El error nuestro cuando vamos a otro lado es cambiar las cosas, nosotros en el Celta queríamos tomar mate en el vestuario y ahí no tomaban. Hay que adaptarse a cómo es el club y la sociedad. Y el argentino tiene esa capacidad. En cambio, en Argentina hay cosas que se pueden cambiar y otras no.
-Hoy lo chicos de acá no digo que tienen una Ferrari, pero ya se manejan de otra forma.
-Yo tengo un hijo de 14 años y entiendo que muchas veces exista desidia por parte de los chicos, aunque no en todos los casos. Pero también nuestra función como entrenador es hacerles entender que hay momentos para todo, que no hay que quemar etapas. Porque después tienen 15 años de carrera. No hay que apurarse.
-A los 16 años los pibes ya tiene representantes...
-Es así, y es algo que se fue transformando en el fútbol. Y muchas veces para bien, porque hay gente muy buena en el medio. Después está el que no aconseja bien al jugador, no buscan lo mejor en lo deportivo. Ves a alguien que se va a Europa joven y vuelve a los seis meses, y ya quemó un cartucho. Para ir a Europa el jugador debe estar formado.
-¿Qué te dejó el paso por Europa?
-Aprendí muchas cosas. Cuando llegué a Europa mi hijo tenía un mes y mi esposa 23 años. Crecí como hombre, me fui de España con una hija española y ahora tengo tres. Me dejó mucho, también amigos para toda la vida. Lo sé y lo comprobé, y está muy bueno.
-¿Qué cosas te desagradan del fútbol?
-A ver... Ya de jugador había cosas que no me gustaban del fútbol…
-¿Cómo qué?
-Y, muchas veces se habla sin conocer las cosas como son. Se crean problemas que no existen y uno no puede salir todos los días a negar algo que no era.
-¿De parte del periodismo?
-Del periodismo, pero también las cosas se crean dentro de los clubes. No suma ni sirve. La violencia es terrible, no nos olvidemos que el último clásico entre Boca y River por la Copa fue una vergüenza. Lo que pasó la otra vez en AFA… Hay cosas que no están bien, yo hablo de las cosas que no me gustaban como jugador y ahora como técnico.
-Se vive con un manto de sospechas permanente.
-Sí. Hay cosas que no se pueden decir públicamente, uno tiene códigos. Yo nunca integré un equipo con compañeros que hayan ido para atrás alguna vez.
-¿Nunca te pasó?
-No, si no lo hubiese peleado en un segundo al jugador. No concibo el fútbol si no es para ganar. Si querés ganar plata fácil andá a robar un banco, no vendiéndote adentro de una cancha. Me parece que va contra la naturaleza del juego y es despreciable desde todo punto de vista.
-¿Cuándo hiciste el click y decidiste que ibas a ser técnico?
-En los últimos seis meses de Banfield yo no podía entrenar ni jugar al fútbol. Tuve la cuarta operación de rodilla, doble osteocondritis. Entrenaba sólo 15 minutos por día y me infiltraba para jugar todos los partidos. Yo me sentaba en el banco y hablaba bastante con Julio Falcioni sobre táctica y fútbol. Ahí ya me interesaba mucho ser técnico.
-Como futbolista se te catalogó como fuerte y aguerrido. Hoy pregonás el buen fútbol. Todo un cambio.
-Yo empecé a ir a la cancha en 86, cada vez que Independiente jugaba contra Vélez no me lo perdía porque me volvía loco Bochini, me encantaba. Siempre me gustaron los futbolistas talentosos. Yo no jugaba bien, hacía lo que tenía que hacer. Defendía fuerte, pero no era bueno técnicamente. Sí servía para el equipo, porque los equipos no se construyen sólo con futbolistas que juegan bien, también con aquellos que marcan, que dan seguridad o se brindan para que los demás puedan jugar bien.
-¿Te gusta tener unos "Méndez" en tus equipos?
-Totalmente. Aparte hay que saber tratarlos, yo no era fácil en el día a día. Me enojaba siempre, jugaba muy fuerte en los entrenamientos. Yo entrenaba mucho y bien, a conciencia, y en la cancha lo mismo. Digo que uno es lobo dentro y fuera de la cancha.
-Eras reacio con la prensa. ¿Qué te hizo modificar el trato?
-Hace falta cambiar. Lo hice porque hoy tengo otra función, y muchas veces la gente tiene que saber, necesita una explicación del entrenador. Nunca van a ver que me pongo un casete, si el equipo juega mal, juega mal. Punto.
-¿Por qué ponías distancia?
-No por un problema con los periodistas. Ir a la tele significaba todo un desafío. Y me di cuenta que no hacía falta aparecer en televisión para jugar. Después me buscaban porque si hablaba iba a decir algo fuerte. Lo que uno dice después lo tiene que aguantar.
-¿Con qué te encontraste en Godoy Cruz?
- Me encontré con un buen equipo, pero con muchos jóvenes que tuvieron un año irregular. Y eso es una señal de juventud. De no entender los momentos clave del equipo, para atacar o defender en ciertos tramos. Por eso se requieren jugadores de experiencia.
-¿Cuál será la propuesta?
-La propuesta siempre es atacar, no concibo el fútbol sin atacar, sin agredir al rival en sentido de ir a buscarlo. Después hay maneras, yo no como vidrio. Salir a defenderse no entra en mi cabeza.
-¿Sos flexible desde lo táctico?
- Sí, aún dentro del partido. Muchas veces hay que cambiar porque el equipo no está haciendo bien las cosas. Pero siempre que se entrene, nada tiene que quedar librado al azar. Todos los entrenadores buscamos lo mismo, y es achicar el margen de error al mínimo.
- ¿Quién es Sebastián Méndez?
Soy un tipo frontal. Me cuesta hablar de mí. No es algo cómodo. Soy frontal y no ando con un cartel diciendo que soy honesto. La frontalidad tiene un valor, la humildad también y yo me crié así. No pretendo que los demás sean iguales. Le inculco lo mismo a mis hijos, con los jugadores muchas veces se puede y otras no, porque no lo permiten o son extrovertidos. Yo no juzgo a nadie, porque no me gusta que lo hagan conmigo. Aparte no creo que alguien tenga la facultad de juzgar al otro tan livianamente. Trato de no molestar a nadie y de criar bien a mis hijos.
El recordado y tremendo duelo con Radamel Falcao
En la retina de muchos aún vive el duelo que Sebastián Méndez tuvo con Radamel Falcao allá por el 2008. El Gallego cuenta su verdad. “ Él me fracturó el platillo tibial de la rodilla derecha, la que tenía sana en ese momento. Lo mío después fue un acto reflejo de bronca, a mí me hubiese gustado, realmente, pelearme con él. Nunca tuve la posibilidad. Hablar lo hacen todos, pero después pelean pocos.
Yo no escuche, en ese momento, que algún periodista haya dicho que fue a propósito lo de él. Y a mí me fracturaron. ¿Con qué vara se mide? Es la pregunta que hago. A mí me sacó de la Copa Libertadores y yo me estaba retirando. Me arrepiento de mi reacción posterior después de cinco meses. Yo lo podría haber roto y no lo hice. Nunca hablamos con Falcao.
También tuve cruces verbales con algunos jugadores de River, porque me trataron de mala leche públicamente y después ninguno me lo dijo en la cara cuando nos cruzamos”.
Las lesiones y sus secuelas
A los 32 años Méndez le dijo adiós al fútbol, tras numerosas lesiones.“Tengo diez operaciones en total, entre rodillas, pubis y tobillos. Amaba jugar, pero hoy ni siquiera me prendo en un picado. Con 38 años me cuesta trotar y muchas veces caminar, porque se me inflama la rodilla o el tobillo.
Las mañanas son difíciles. Fue todo por las infiltraciones. En Banfield me daban xilocaína antes de empezar los partidos y en el entretiempo. Eso me calmaba el dolor y podía correr con normalidad. Ahora no dejo que los chicos se infiltren”.