Sebastián Crismanich es de esos tipos que no rezongan por lo que les toca vivir, por más que vengan de una racha nefasta, con tres lesiones graves en tres años, como le sucedió a él. La última, la fractura de tibia y peroné con desplazamiento que sufrió en marzo del 2015, lo dejó 11 meses sin competencia, pero el correntino saca lo positivo.
“Ahora siento que soy mejor persona y deportista. Cuando te pasa una lesión así, atravesás muchos estadios: incertidumbre, tristeza, esperanza, ansiedad… El mundo parece que se te viene encima, pero si lo superás, te fortalece. Y yo lo hice gracias a un gran trabajo de equipo”, cuenta, emocionado, luego de volver a la acción y lograr la medalla de bronce el fin de semana que pasó, en el Abierto de Estados Unidos realizado en Reno, Nevada.
-¿Cómo te sentiste?
-Física y mentalmente me sentí muy a gusto. A medida que pasaban los combates me fui notando mejor y encontrándome conmigo mismo, que era lo que quería. El objetivo era entrar a pelear sin pensar en la pierna y por suerte pude lograrlo. La lesión ya forma parte del pasado. En el torneo pude concentrarme en lo que nos habíamos planteado y, desde lo técnico y lo táctico, se vio reflejado lo que buscamos.
-Hubo una patada en la pera de Wilson que te debe hacer sentir una gran confianza, ¿no?
-Cada acción que uno intenta, con este grado de dificultad y sobre todo el conectarla en un momento preciso, con un marcador adverso para dar vuelta un score, como me pasó con el estadounidense, te llena de confianza. Te das cuenta de que estás mejor, que vas por el buen camino. Noto que todavía tengo el fuego en mi cabeza y eso es algo importantísimo. Me ayuda a seguir encadenando otras técnicas que vengo desplegando en esta etapa para que vean otra versión y no sea tan fácil estudiarme de cara al Preolímpico.
-Y emocionalmente ¿cómo viviste este retorno?
-Con muchísima emoción y alegría. También con nervios como si fuera un nuevo debut. Es mucho tiempo sin competir y uno tiene miedos, que fui superando con las charlas con mi psicólogo. Por suerte fuimos de a poco, en lo físico, lo técnico y lo mental. Pero pude disfrutar el regreso, sobre todo porque las cosas salieron como queríamos. La verdad es que me siento mejor de lo esperado a este punto, y llegaremos muy bien a marzo…
El 11 y 12 de ese mes llegará la hora de la verdad para Sebastián Crismanich. Las lesiones no le permitieron clasificarse a las olimpíadas de Río de Janiero 2016 y su última chance la tendrá en el Preolímpico de Aguas Calientes, en México. “Hay una plaza, es a todo o nada, pero ya venía con confianza y ahora me tengo más fe que antes para clasificarme a los Juegos y poder defender el oro olímpico”, agregó.
-Te retiraste del torneo sin disputar la semifinal. ¿Por qué?
-La inactividad y esta etapa de cargas hicieron que tuviera sobrecargas en los gemelos y eso me generaba calambres. Entonces preferimos retirarnos de la competencia porque es de preparación y no llegamos buscando medallas sino buenas sensaciones. Cumplí el objetivo de sentirme como quería.
Ahora se viene la etapa final, con otro torneo esta semana en Canadá… Vamos despacio, paso a paso, superando obstáculos para llegar bien a México. Tengo mucha ilusión con estar en Río y volver a pelear otra vez por una medalla.
Crismanich ya está en Canadá, pero no se olvida de Argentina y de su tarea social que sigue en Corrientes gracias al apoyo de Weber Saint Gobain, su sponsor.
“Estamos en camino a mejorar la infraestructura a un comedor en Las Palmiras, un paraje a 60 kilómetros de la capital correntina. Ahí está el mayor foco de desnutrición de la provincia y es indispensable ayudar. Mi compromiso con la sociedad es total y es mi forma de dejar una huella junto a Weber”, contó. Como la huella que sigue dejando en su regreso de la lesión y con el mismo compromiso de siempre.