Cada vez que Sebastián Borensztein es noticia, alguna buena e interesante obra viene acompañándolo. Es que cada guión que crea guarda un encanto y, aunque se tome su tiempo para dar vida a una nueva historia, vale la pena esperarla.
“Nos tomamos un tiempo, para pensar cómo hacerlo, qué hacer. Esta es una película muy grande, nos costó mucho organizarla, hay muchos factores que intervienen en ella. A mí, lo que me ocurre, es que embarcarme en una película me representa un viaje muy largo. Y tengo que estar muy seguro de que me mueve el entusiasmo suficiente, para estar motivado a lo largo de todo ese viaje. La peor pesadilla, como director, sería embarcarme en una película y que, a mitad de camino, diga: ‘Me equivoqué con la historia que estoy abordando y ya no tengo entusiasmo’. Por eso me tomo mi tiempo”, comenta Borensztein en plena promoción de “Kóblic”, su cuarto largometraje; que estrena el próximo jueves en todas las salas del país
Y en coincidencia con “Un cuento Chino”, Ricardo Darín nuevamente es el protagonista de la historia. Pero en este thriller de suspenso Oscar Martínez es el otro personaje en cuestión. Una dupla titánica que promete llevarse las mejores críticas. Además, la actriz española Inma Cuesta, es quien imprime su conflicto al relato central.
- "Kóblic" sucede en plena dictadura y el personaje principal está relacionado con los vuelos de la muerte. ¿Por qué elegiste ese marco histórico para la película?
- “¿Por qué no tomarlo?”, sería la pregunta también. En realidad, lo primero que yo tenía en la mente es hacer una película en un contexto rural y en el campo; filmar una película abierta, de mucho paisaje. Y tenía la imagen de un avión fumigador, que me encantaba como imagen. También un piloto, aislado, escondido y con mucho suspenso. Entonces empecé a preguntarme: “¿por qué estaba escondido? ¿Robó un banco, mató al socio?”. Todo me parecía pequeño. Entonces, en un momento, dije: “Este es un piloto del ‘77”. Y dio todo un vuelco cuando apareció el contexto.
- También te diste el gusto de unir a Ricardo Darín y Oscar Martínez.
- Ese fue el gusto más grande de todos. Los dos son dos gigantes y lo que hacen en la película, el mano a mano que tienen, es muy poderoso. Para mí fue un lujo unir a mi amigo Ricardo y a mi cuñado y amigo Oscar Martínez. Todo en familia.
- El rodaje se dio en plena inundación de Buenos Aires, ¿cómo incidió esto en la película?
- Nosotros nos instalamos en la zona de San Antonio de Areco. Y el año pasado esa zona fue castigada con una inundación muy grande. Nos obligó a batallar con problemas de logística tremendos. Pero salimos adelante y, en algunos casos, incorporamos ese inconveniente en la película. Cuando llueve, llueve; y hay que seguir. En algunos casos me benefició mucho esa imagen.
Pero también fue un problema porque nuestro plan de rodaje se desarticuló en dos semanas. Y cuando el plan de desarticula tanto, genera un efecto dominó. De todos modos, lo llevamos muy bien.
- ¿Cuál es tu mirada sobre la actualidad del cine argentino?
- Yo creo que hay de todo. Hay cine autoral y hay cine industrial y cine de género. Particularmente soy un fanático del cine de género y un convencido de que la industria, para ser industria, tiene que hacer cine de género. El cine de género lleva gente a las salas. De ahí, poder desprender todo tipo de cinematografía. Pero a mí me gusta lo que está pasando. Me parece que tenemos un cine que tiene presencia, siempre hay una película argentina dando vueltas en el mundo. Y eso habla bien; de que por lo menos hay exponentes de nuestro cine para tener en cuenta.
La televisión y el humor político de estos tiempos
Sebastián Borensztein siguió los pasos de su padre y en los comienzos de su carrera fue guionista, productor y director del programa de Tato Bores.
Fue después de esa experiencia que incursionó en la ficción, con series emblemáticas; como “El Garante”y “Tiempo final”. Estos dos unitarios instalaron una mirada cinematográfica dentro de la realización televisiva durante los ‘90 y comienzos del 2000. Pero ese tiempo es pasado. Hace más de una década que Sebastián se corrió de ese lugar para dedicarse al cine.
- En la televisión de hoy, ¿no tenés espacio?
- No tengo el espacio dentro mío. Además creo que la televisión hoy cambió mucho. No tengo interés en trabajar con las condiciones que hoy te imprime la televisión abierta. Con tiempos y apuros con los que no me siento cómodo. Por eso fue una etapa que disfruté mucho en su momento. Ahora disfruto donde estoy. No reniego de nada, al contrario: creo que lo que hice, me sirvió para hacer lo que hago. Y le tengo mucho cariño a todo eso. Siento que pegué un salto hacia otro lado.
-Y cómo espectador, ¿cuál es tu visión?
- No veo la tele. No es una pose. Para mí prender la televisión significa prender Netflix, prender HBO o prender canales de cable locales, para ver noticias.
- Si de noticias hablamos, en este momento hay información para hacer dulce...
- Tal cual. Nadie se puede aburrir.
- ¿Te imaginás un monólogo de tu padre en este momento político?
-Son temáticas grandes como para pasarlas inadvertidas. Seguramente estaría hablando todo esto más que de otra cosa.
- ¿No pensás en escribir sobre humor político en la actualidad?
-No, eso ya pasó. Para eso está mi hermano, que escribe su columna de humor político los domingos en Clarín. El humor político me encanta leerlo, pero hoy no tendría la muñeca; ni la atención que hay que tener para estar sentado, consumiendo realidad constantemente y codificarla con el humor.
- ¿Coincidís con el humor político que escribe tu hermano?
- No solamente coincido, y por suerte, coincido. Porque la gente en la calle, los domingos o los lunes, me levanta el pulgar a mí, creyendo que soy yo el que escribe. Entonces, por suerte, coincido; porque si no sería un problema. Al principio me tomaba el trabajo de aclarar que no era el que escribía, que es Alejandro. Y se repitió tanto la situación que ahora ya no doy más excusas: recojo esas felicitaciones como si fueran para mí. Digo por suerte, porque si no estuviera ideológicamente de acuerdo con mi hermano, hubiese sufrido mucho. Al contrario, es muy divertido.
Un thriller oscuro y de aventura
Sebastián Borensztein sorprende una vez más en la pantalla grande. Su cuarto filme “Kóblic”, que estrena el próximo jueves 14 de abril en las salas comerciales del país. Es un thriller oscuro, ambientado en los ‘70, en plena dictadura militar.
El relato se centra en la vida del capitán Tomás Kóblic (Ricardo Darín), comandante de la Armada Argentina, que en 1977 se enfrenta a la misión más complicada de su vida: pilotear un “vuelo de la muerte”. Y toma una decisión imprevisible que marcará el resto de su vida y le obligará a huir a un pequeño pueblo de la Pampa argentina.
Pero su presencia en el pueblo no pasará inadvertida por Velarde (Oscar Martínez) un rústico comisario, corrupto, inescrupuloso y dueño de un prostíbulo-whiskería; que mantiene oscuros contactos con los militares en la localidad de Colonia Elena.
La película está producida por Pampa Filmes (Argentina) y Gloriamundi Producciones (España), cuenta nuevamente con el guión de Sebastián Borensztein y Alejandro Ocon. Luego de su estreno en nuestro país, la cinta competirá en el Festival de Cine de Málaga, España.
Tras el éxito de “Un cuento chino”, película que le valió récord de público en 2011 y el premio Goya a Mejor Película Iberoamericana, esta vez Borensztein entrega un relato en el que se luce el dueto de Darín y Martínez. El suspenso y la tensión marcarán el pulso de esta historia oscura, donde de la conciencia no se puede escapar.
