Sé verla al revés: el juego de los palíndromos - Por Fernando G. Toledo

Los palíndromos: esos juegos con los que se han recreado los hombres y permiten poner el lenguaje ante el espejo.

Sé verla al revés: el juego de los palíndromos - Por Fernando G. Toledo
Sé verla al revés - Por Fernando G. Toledo

En algunos foros de internet solía usar un seudónimo que me parecía genial: “ateo poeta”.

Pero era algo más que un seudónimo: no sólo porque describía dos aspectos de mis actividades o visiones del mundo, sino porque se trataba de un "juego de palabras" muy divertido y complejo que hasta tiene un sonoro nombre: "palíndromo" (del griego palin dromein: "volver atrás").

El palíndromo es una palabra o frase cuyo sentido se lee igualmente desde adelante hacia atrás o de atrás hacia delante. Equivale al capicúa en los números.

En el caso del seudónimo está claro: letra por letra, ateopoeta se lee exactamente igual de izquierda a derecha como de derecha a izquierda.

Son muchos los ejemplos de frases construidas como palíndromo. Algunas de las más conocidas son las que siguen:

Adán o nada.

Somos o no somos.

Ambas, y obviando la tilde, consiguen ese hermoso efecto simétrico y la posibilidad de viajar hacia aquí y hacia allá con las riendas del sentido bien asidas. Si ya van entendiendo el asunto, el siguiente palíndromo viene bien como ejemplo:

Sé verla al revés.

Sin embargo, todo esto es apenas cosa de niños si lo comparamos con otros de los palíndromos que numerosos escritores han creado a lo largo de la historia humana.

En latín, por ejemplo, se han registrado hermosos palíndromos. Uno de los más célebres, por su complejidad y fuerza poética, es:

In girum imus nocte et consumimur igni.

La traducción pierde la magia, pero mantiene la poesía: “Girábamos en círculo por la noche y fuimos consumidos por el fuego”.

Ciertamente, es un palíndromo impresionante por su hechura, aunque no sé si tanto como este, que es una inscripción hallada en Pompeya en letras mayúsculas:

SATOR

AREPO

TENET

OPERA

ROTAS

En español diría algo así como “Arepo tiene ruedas para trabajar”. Si se fijan, se lee de atrás para adelante, y de arriba hacia abajo (en sentido vertical).

Pero palíndromos hay en todos los idiomas. En catalán hay uno que hace referencia al nombre de nuestro país:

Argentina, la nit negra.

O sea: “Argentina, la noche negra”.

Allá por 1914, se acuñó uno en inglés que es soberbio y que honra el proyecto del francés Fernando de Lesseps:

A man, a plan, a canal: Panama!

Es decir: “Un hombre, un plan, un canal: ¡Panamá!”.

Volviendo a nuestra lengua, podemos recrearnos con algunos que son divertidos, sutiles y asombrosos. Veamos:

A mí sí, dama amadísima.

No deseo yo ese don.

A la manía, cocaína mala.

Se van sus naves.

Dábale arroz a la zorra el abad.

Dos escritores argentinos se destacaron en esto de los palíndromos. Uno de ellos fue Julio Cortázar, no porque se dedicase especialmente a componerlos, sino porque en su primer libro de cuentos (Bestiario), el cuento Lejana incluye algunos que se han hecho populares:

Amigo, no gima.

Atar a la rata.

Salta Lenín el Atlas.

Átale, demoníaco Caín, o me delata.

Pero, sin dudas el rey del palíndromo en la Argentina es el escritor Juan Filloy. A él (un verdadero malabarista del lenguaje: todos los títulos de sus libros, por ejemplo, tienen siete letras) se deben algunas verdaderas "obras palíndromas maestras". Según sus propios cálculos, Filloy escribió 8.000 palíndromos. Algunos, simples y contundentes:

Acaso hubo búhos acá.

Subo tu autobús.

Sólo di sol a los ídolos.

Si tragar era gratis…

Otros, relacionados con la política local:

Allí tápase Menem esa patilla.

Algunos más, directamente geniales, casi imposibles:

Sólo diseca la fe de falaces ídolos.

¡Sosa ya pagó su soga, payasos!

Sarita Sosa es idónea en odiseas o sátiras.

Le vino dote de todo nivel.

A sor Paloma Fidel le difamó la prosa.

Y, por fin, aquel en el que se basaba mi seudónimo y que tiene una versión mayor:

Ateo por Arabia iba raro poeta.

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