Hacia 1968, Oscar D'Angelo tenía 22 años y cursaba los últimos años de Medicina en la Universidad Nacional de Córdoba. "Como me faltaba poco para recibirme, empecé a poner inyecciones cerca de mi barrio y necesitaba movilizarme. En ese momento conocí a Aurora Torres, una cordobesa estudiante de Letras, que fue mi novia, después mi esposa y la madre de mis dos hijos. Con ella compramos una moto Vespa 200 modelo 56 color azul pálido. La conseguimos, cerca del río Primero y nos enamoró a primera vista".
Durante los fines de semana y montados en la Vespa, la pareja recorría buena parte de los lugares históricos de Córdoba. "Tengo presente el aire dándome en la cara mientras viajábamos", recuerda. También participaban en política y acudían a tareas sociales en distintos barrios obreros, siempre en la Vespa. Entre los viajes de la moto, figura haber llevado al universitario D'Angelo en pleno Cordobazo (29 y 30 de mayo de 1969), por las calles de la Capital. "Había que salir a manifestarse y lo hacíamos en la Vespa, incluso en medio de la fuerte represión que hubo. Nosotros luchábamos por una sociedad más justa", dice con melancolía setentista.
En 1972, Oscar se recibió de médico. "Como tenía que venir a Mendoza para hacer la especialidad y residencia en psiquiatría, dejé a la moto, pero viajaba seguido a Córdoba porque allí estaba Aurora, mi novia".
Ese año, la Vespa fue a parar a lo del mecánico que siempre la arreglaba y al cabo de un tiempo, el hombre le preguntó al doctor DÁngelo si la quería vender. "Con la plata de la Vespa, pude pagar el seguro de todo un año de un 3CV que había comprado en Mendoza".
Afuera
Así, la moto pasó a ser un recuerdo. Había que ocuparse de cosas más importantes y con la llegada de la dictadura militar, Oscar y su mujer Aurora -ya casados y afincados en Mendoza- dejaron el país. "Nos fuimos a Río Grande y desde allí a Madrid, gracias a una beca que yo había conseguido". Así fue que casi toda la dictadura, la pareja la pasó en el exilio.
La idea de recuperar la moto reapareció cuando D'Angelo y su familia regresaron a la Argentina. La pareja volvía a menudo a Córdoba para visitar a los padres de Aurora. El médico pasaba constantemente por el taller donde había dejado a la Vespa más de una década atrás.
“Una de las tantas veces me paré en el taller para preguntar por el mecánico que me la había comprado. Me dijeron que había muerto”.
Quizá por lo difícil que se presentaba la empresa de la búsqueda, una vez muerto el mecánico, el psiquiatra comenzó una pesquisa -podía definirse como pedestre- en pos de dar con la Vespa.
"Cada vez que íbamos a Córdoba con Aurora preguntábamos por los talleres de motos, a los especialistas y los a coleccionistas. La describía al detalle (D'Angelo también es escritor), mostraba las fotos, pero no servía de mucho: había demasiadas motos como la mía. En algunos casos los datos que me daban eran imprecisos".
Después de años y sin noticias de la Vespa, la búsqueda de la moto fue perdiendo intensidad en la cabeza del psiquiatra y de su esposa. "Ante cada decepción, las ganas se iban apagando". Y la moto fue dejada por segunda vez: no la buscó más.
En agosto de 2012, Aurora iba en su auto a dar clases a una escuela de Montecaseros, al norte de San Martín. En aquel viaje y después de una mala maniobra en una curva, el auto de Aurora mordió la banquina y volcó. La mujer falleció al día siguiente en el hospital.
Poco después, aquella escuela de Montecaseros que no tenía nombre pasó a llamarse "Profesora Aurora A. Torres", en honor a la docente de Letras.
Internet
Hace dos años, y por medio de Internet, la gente del barrio Jardín de Córdoba, donde vivió el mecánico, comenzó a organizar una juntada de los vecinos de antaño.
Lo hizo como se hace casi siempre: por medio de Facebook. Así, en medio de algunas comunicaciones, DÁngelo dio con un hombre, médico jubilado de Santa Cruz. Resultó ser que ese médico había sido uno de los dueños de la motocicleta luego de que D'Angelo la vendiera; "me dijo que después la tuvo un primo de él; el hombre tenía parte del recorrido de la moto en los últimos 40 años".
A pedido de DÁngelo, el médico se comprometió a seguir con la pesquisa acerca del destino de la Vespa azul. Pasaron algunos meses hasta que le mandó un mensaje por Facebook: "Ya sé dónde está la moto", le puso.
En efecto, la Vespa estaba en manos de un restaurador de vehículos viejos afincado en Villa Allende, Córdoba. “Su apellido es Fosati”, completó el médico patagónico en su informe de búsqueda.
A por ella
A mediados de 2018, el psiquiatra dio con el restaurador Fosati. "En efecto, la tengo yo y está desarmada", le dijo desde Villa Allende y por teléfono. "Además, el motor anda bien, ¿lo quiere escuchar?".
"El hombre me mandó un video por Whatsapp en el que se veía el motor funcionando sobre un banco de prueba. Cuando escuché el sonido de la Vespa, se me vino a la cabeza la memoria sonora: era el mismo sonido que había escuchado por última vez hacía casi 50 años. Recorrí la huella mnémica (término de la psiquiatría que viene de Mnemósine, la diosa de la memoria de los griegos)". Una mezcla alegría y nostalgia lo atrapó."¿Cómo hago para obtenerla?", le preguntó.
Después le enviaron fotos de la Vespa que lucía un tanto descuidada pero en pie y en forma. "Ha estado juntando polvo por más de 12 años en una pieza junto con otros trastos", le informaron.
Con el paso de los días vinieron otros llamados telefónicos y comunicaciones por whatsapp. Hasta que a fines del año pasado, el restaurador llamó a D’Angelo y le dijo:
“Sé lo que es esta moto para vos. Vení a buscarla. Te la regalo”.
El psiquiatra fue hasta Córdoba en su camioneta. Su hijo lo acompañó y ambos trajeron a la vieja motocicleta en la caja del vehículo.
Si bien no andaba, Oscar le hizo unos arreglos para salir del paso y pudo ponerla en movimiento para recorrer un poco las carreteras secundarias de Palmira. Sus mejillas sintieron de nuevo el choque con el aire después de 48 años.
Escritor y ciudadano ilustre de San Martín
Oscar D'Angelo nació en Palmira, San Martín, donde actualmente reside. Escritor y psiquiatra psicoanalista. Actualmente está jubilado.
Fue declarado Ciudadano Ilustre de la ciudad de San Martín en 2012.
Es autor de Gerundios y manantiales (poesía, 1995), Andiátides (poesía, 1996), Sucedidos (cuentos, 1998), Historia del barro (poesía, 2003) y Despliegue (antología poética, 2010) y el reciente Homo Cuyum y otros poemas.