En “El Nombre de Dios es Misericordia”, que se acaba de publicar simultáneamente en 86 países, se pueden rastrear las marcas de identidad del Papa Francisco a través de una serie de conversaciones -cuyo núcleo es la Misericordia- que mantuvo con el vaticanista Andrea Tornielli.
La primera obra que lleva la firma del Sumo Pontífice se organiza en nueve capítulos en los que exhuman anécdotas y recuerdos de su juventud y vivencias vinculadas con su labor de pastor de la Iglesia. En “El nombre de Dios es Misericordia”, lanzado por la editorial Planeta, Francisco aborda, en un lenguaje llano y preciso, cuestiones controvertidas como la homosexualidad, la situación de los divorciados que se vuelven a casar y la corrupción, entre otros.
“En primer lugar, me gusta que se hable de 'personas homosexuales': primero está la persona, con su entereza y dignidad. La persona no se define tan sólo por su tendencia sexual: no olvidemos que somos todos criaturas amadas por Dios, destinatarias de su infinito amor”, apunta el Papa.
En un intento por cambiar la manera histórica en la que la milenaria Iglesia Católica se ha posicionado en la sociedad con el propósito de generar una imagen más próxima y menos solemne, Francisco confiesa en el texto que se siente ante todo un pecador.
“La Iglesia no existe en el mundo para condenar sino para favorecer el encuentro con ese amor visceral que es la misericordia de Dios. Para que eso ocurra hay que salir, salir de las iglesias y de las parroquias”, apunta en su larga charla con Tornielli.