Hace muy poco, el terrible terremoto de México ha puesto en uso una serie de vocablos relacionados con los sismos. Algunos son más conocidos que otros y varios de ellos son escritos o utilizados de manera incorrecta. Por ello, recurrimos a la Fundación del español urgente (Fundéu), que ha divulgado una lista de palabras relacionadas con el tema:
TERREMOTO: Este término es de origen latino; se formó con dos vocablos: "terrae", que se traduce "de la tierra", y "motus", cuyo significado es "movimiento". De allí, la definición dada por la Real Academia: "Sacudida violenta de la corteza y manto terrestres, ocasionada por fuerzas que actúan en el interior de la Tierra". Sobre la base de ese primer valor significativo, se puede usar el término para indicar una conmoción ocasionada por un suceso grave o inesperado, tal como en "A partir de tu denuncia, se desató un verdadero terremoto en la oficina". Coloquialmente hablando, se puede llamar 'terremoto' a una persona extremadamente inquieta: "Ella es un verdadero terremoto".
SISMO O SEÍSMO: Son dos variantes del mismo término, que deriva del griego "seismós". El diccionario académico nos los da como sinónimos de 'terremoto'; la Fundéu nos agrega que 'sismo' es más usada en Hispanoamérica, mientras que 'seísmo' lo es en España.
MOVIMIENTO TELÚRICO: Si en lugar de usar una sola palabra, queremos expresar la misma idea con una locución, podemos hacerlo recurriendo a 'movimiento telúrico'; en efecto, el adjetivo 'telúrico' deriva del latín "tellus, telluris" (tierra), por lo cual queda definido como "perteneciente o relativo a la Tierra como planeta".
TEMBLOR: El diccionario académico lo define como "terremoto de escasa intensidad" y nos indica que, en América, es sinónimo de 'terremoto' o 'sacudida de la corteza terrestre". El término 'temblor' se vincula al verbo 'temblar', derivado del latín vulgar "tremulare", con el significado de "agitarse con sacudidas de poca amplitud, rápidas y frecuentes".
MAREMOTO: Se trata de un movimiento terrestre localizado en el fondo del mar. Una consecuencia del maremoto suele ser la formación de 'tsunamis'. La última edición del diccionario académico incluye el vocablo 'tsunami', de origen japonés, y lo define como "ola gigantesca producida por un maremoto o una erupción volcánica en el fondo del mar". No es, entonces, sinónimo de 'maremoto' sino que indica un fenómeno producido por él.
TREMOR: En sismología, este vocablo designa un terremoto característico de los volcanes, que refleja modificaciones en su estado interno. Es una palabra aguda; por lo tanto, la sílaba tónica es la última y no debe pronunciarse como vocablo grave.
ASOLAR: Este verbo queda asociado, por su valor significativo de ruina, a la producción de terremotos. Debemos decir que existen dos verbos homónimos: uno es 'asolar', derivado de 'sol' y equivalente a "secarse los campos o perderse sus frutos por la acción del sol, de una sequía, etc."; el otro, derivado de 'suelo', significa "destruir, echar por el suelo, arrasar, arruinar". Los dos verbos están emparentados tanto por la idea negativa de destrucción como por su enunciado; sin embargo, el primero se conjuga como verbo regular: "Un sol implacable asola esos campos". En cambio, el segundo es irregular en los valores de destrucción o ruina: "Una terrible peste asuela las islas"; cuando tiene el significado de "echar por el suelo" se admite también como regular y, por lo tanto, puede o no diptongar: "El huracán asola las poblaciones costeras" y "El huracán asuela las poblaciones costeras".
SEGAR: Este verbo proviene del latín "secare", que equivalía a "cortar"; en español, se da con el valor de "cortar mieses o la hierba con la hoz, la guadaña o cualquier máquina a propósito": "Lucía impecable el campo que acababan de segar". Se amplía su significado cuando se quiere indicar "cortar de cualquier manera y, especialmente, lo que sobresale o está más alto", como en las expresiones "segar la cabeza" o "segar el cuello". En sentido de muerte, equivale a "cortar o interrumpir algo de forma violenta y brusca"; por ello, un terremoto, al ser una sacudida violenta de la tierra, puede segar vidas, pues las interrumpe abruptamente. No debe confundirse con el verbo 'sesgar', derivado de la forma reconstruida del latín vulgar "sessicare"; los etimólogos vinculan este verbo con el participio "sessus" = "sentado", ya que el estar sentados era propio de los sastres que, por su oficio, cortaban telas. Por ello, el primer valor actual de 'sesgar' es "cortar o partir algo en sesgo", ya que 'sesgo' significa "torcido, cortado o situado oblicuamente": "Cortaron la tela al sesgo". Metafóricamente, se llama 'sesgo' al rasgo que tiene algo: "La película tenía un sesgo dramático". Y también, en sentido figurado, 'sesgar' puede equivaler a "ocultar algo para hacer que una cosa se vuelva parcial, subjetiva o tendenciosa": "sesgar la información" y "sesgar la historia".
DEVASTAR: Cuando se ha producido un fenómeno destructivo, decimos que ha 'devastado' el campo, el suelo, los árboles, etc. Ese verbo empleado es 'devastar', del vocablo latino "devastare", formado por el prefijo y preposición "de-", que daban la idea de total separación, y "vastare", que equivalía a "talar, saquear, arruinar"; hoy, su valor significativo es "destruir un territorio, arrasando sus edificios y asolando sus campos". También "destruir, reducir a pedazos o a cenizas". El efecto de 'devastar' se indica con el sustantivo 'devastación', mientras que del agente que produce tal destrucción se dice que es 'devastador': en ninguno de los casos, por fidelidad a la etimología, aparece una S entre el prefijo 'de-' y la base de la palabra. Esto es, no existen las formas *desvastar, ni *desvastación ni *desvastador. En cambio, sí encontramos el verbo 'desbastar', cuyo significado es "eliminar la tosquedad o rudeza de algo", que se explica partir del valor negativo del prefijo 'des-' y del vocablo 'basto, -a', que equivale a "grosero, tosco, sin pulimento". Así, por ejemplo, podemos decir: "Antes de hacer allí cualquier tarea, es preciso desbastar la superficie".