Luego de finalizar el curso dictado por la organización Payamédicos Argentina, 38 alvearenses de diversas profesiones y edades consiguieron su deseado título y se convirtieron en la primera promoción del departamento.
En 2003, Payamédicos Argentina se constituyó como una asociación sin fines de lucro cuando en Buenos Aires, José Pellucchi, del servicio de Terapia Intensiva del hospital de Gastroenterología Bonorio Udaondo y Andrea Romero, del servicio de Psicopatología Infanto-Juvenil del hospital de Clínicas, reunieron sus inquietudes y decidieron utilizar la técnica de clown para ayudar a los pacientes internados.
En marzo de 2015, esta modalidad de intervención llegó al departamento de General Alvear y ya cuenta con un total de 38 payamédicos locales que acaban de convertirse en la primera promoción de egresados.
La doctora Nidia Martini, actual directora del hospital Enfermeros Argentinos, de Alvear, es una de las egresadas del curso de payamédicos.
“Tuvimos la posibilidad de contactarnos con Nadia González, ex virreina nacional de la Vendimia, que ya había hecho el curso en San Rafael. Ella nos puso en contacto con Gerardo, que es un payaformador. Él vino hasta nuestro departamento donde realizamos las inscripciones correspondientes en el hospital. Es la primera vez que el curso se hace dentro de un hospital”, explicó Martini a Los Andes.
El cursado se desarrolló desde marzo hasta los primeros días de julio, todos los sábados de 15 a 18. El responsable y formador fue Gerardo Quiroga, quien reside en la capital mendocina. Con una modalidad intensiva hizo hincapié en dos aspectos fundamentales.
Por un lado, la teatralidad, relacionada con el manejo del cuerpo y la expresión. El otro aspecto tiene que ver con la bioseguridad que guarda una relación con la medicina, en tanto y en cuanto enseña qué se puede hacer y qué no; la proxemia con los pacientes y el cuidado con los elementos propios de las habitaciones de internación.
El curso llegó a su fin con las payantías supervisadas por payamédicos de San Rafael y Mendoza, para dar lugar a continuación al tan anhelado acto de graduación en el Colegio de Ciencias Económicas de General Alvear.
El grupo de los 38 flamantes payamédicos está conformado por psicólogas, enfermeros, docentes psiquiatras, profesores de Educación Física, locutoras, amas de casa y estudiantes de Enfermería. Las edades están entre los 35 y 50 años; 36 son mujeres y sólo 2 varones.
Si bien al término payamédico se lo asocia inmediatamente con el poder curativo de la risa, el accionar de estos agentes de la salud no está exento de rigurosidad. El dispositivo de intervención se compone de tres tiempos: "Primero se hace un paya pase en el hospital, que consiste en hablar con las enfermeras y médicos (sin los trajes) para ver cuáles son los pacientes que uno puede abordar con esta técnica.
Luego, con el traje, se hace la intervención, que es corta, de unos 15 minutos. Siempre en dupla, para evitar la captura de parte del paciente y no salirse del personaje. La última acción consta de una evaluación de lo realizado", aclaró la directora del hospital.
Algo de actor o actriz debe tener un aspirante a payamédico y así lo entienden los formadores que asignan un personaje a cada alumno y luego los invitan a inventarse un nombre cualquiera y un apellido que haga referencia a algo de la medicina, que no sea una enfermedad.
"En mi caso me tocó el personaje de bailarina de charleston y por eso mi traje es una mezcla de payaso y bailarina. Elegí el nombre Caterina Colina, por la acetilcolina, una sustancia importante para el organismo que, en niveles normales, permite que no aparezca el alzheimer", dijo Martini. El traje es otro de los elementos que se destacan en la labor de un payamédico.
El color debe ser luminoso (amarillo, verde, naranja) evitando los tonos oscuros, que hagan referencia a la muerte o el rojo, por la identificación con la sangre. Tampoco está permitido emplear un vocabulario vinculado al sufrimiento.
El objetivo que persiguen los payamédicos, como agentes de salud mental, es trabajar desde lo emocional. Hacer pasar un momento distendido al paciente, en el que pueda jugar y pasar por la hospitalización de la manera menos traumática posible. Porque a pesar de que se padezca una enfermedad gravísima, siempre hay un aspecto sano desde donde se puede trabajar.
Los especialistas explicaron que si bien la medicina clásica es la que predomina en las instituciones de la salud, estas acciones que apuestan a nuevas formas capaces de complementar la medicina tradicional son las que impulsan un cambio cultural que enriquece el abordaje de las enfermedades y su cura.
"A mí me ha parecido, como profesional, una actividad seria y estoy orgullosa de que se haya realizado en el hospital. Esto va a producir una transformación importante, sobre todo en los médicos que tenemos una formación rigurosa”, señaló Martini. Agregó: “Hay que saber, por ejemplo, que esta actividad tiene la capacidad de producir modificaciones en los neurotransmisores subiendo las defensas de los pacientes".