"Siempre les digo que tienen que entrenar y estar tranquilo, confiar y escuchar al rincón. Y arriba del ring se ve que se hace en el gimnasio", solía repetir de manera constante Ricardo Bracamonte, cada vez que algunos de sus pupilos tenía enfrente un compromiso de trascendencia.
"El Gordo" o El Braca como la mayoría le decía al maestro, dejó de existir ayer a las 10.22 en su domicilio en Las Heras. Se fue rodeado de sus hijos, de sus nietos y su compañera de toda la vida; "Yuyito".
Desde hace un tiempo que la peleaba, su salud era delicada luego de los dos accidentes celebro vascular (ACV) que sufrió en el mes de junio de 2014, a lo que le siguieron un par de infartos.
Pese a ello, el Gordo se sobrepuso contenido con el amor familiar y el afecto incondicional de la gente del boxeo.
La llevó adelante de la manera más elegante, es que era hombre modesto silencioso y de pocas palabras. Y tenía un humor muy particular, era cómplice y compinche de sus dirigidos.
Pero al final “tiró la esponja” y enlutó al pugilismo mendocino de lado a lado.
Había nacido un 6 de octubre de 1946 (tenía 69 años) en Las Heras. Vivió de cerca, muy de cerca parte de la décadas doradas de nuestro boxeo.
Las vivió al lado de su gran maestro, Don Paco Bermúdez, para mayoría el gran maestro del pugilato mendocino.
Fue boxeador, aunque la responsabilidad familiar le tiraba y entonces se inclinó por la enseñanza. Don Paco lo guió y le hizo formarse como técnico, profesión a lo que comenzó aferrarse allá a fines de 1988. "Yo lo ayudaba a Don Paco a entrenar a los muchachos que estaban en su gimnasio, eran grande boxeadores", contaba alguna vez con una sonrisa sumisa entre labios que lo caracterizaba.
Tuvo grandes pupilos a los que moldeó, pero está demás decir que su gran obra del Braca, sin dudas fue Pablo Julio Chacón; medallista olímpico de Atlanta 96 y campeón mundial pluma de la Organización (OMB).
Si bien entrenaba algunos pibes en el histórico Mocoroa Boxing Club de la calle Estrada de ciudad, de Don Paco, su primer gran pupilo fue Pablo Chacón, quien llegó en carretela en abril de 1989 a la vida del Profe.
Ese 13 de abril, el hombre de mirada cansina y palabras apacibles, comenzó a edificar su historia y estampar su nombre en nuestro pugilismo.
En el plano nacional, muchas veces lo ningunearon y si bien el boxeo es un deportes de “piñas”, el hombre prefería la palabra y la serenidad frente a los conflictos.
Formó muchos chicos en los gimnasios de Las Heras, a tres de ellos los hizo brillar; Pablo Chacón, Juan Carlos Reveco y Jonathan Barros.
Siempre fue silencioso, silenciosa fue su partida.
Te vamos a extrañar, Gordo.
Historia viva
Un gran docente. Nació el 6 de octubre de 1946 y se formó bajo el ala de Don Paco Bermúdez de quien continuó la clásica escuela del boxeo mendocino. A mediados de 1988, comenzó su etapa como entrenador y formador.
Su familia. Formó familia con Nilda Montes de Oca. Con ella vivió un romance de amor de 47 años. Del matrimonio que formó con "Yuyito", así le decía Braca a su esposa, nacieron sus cuatro hijos; Daniela, Héctor, Natalia y Mariano.
El hacedor de campeones. Su primer gran pupilo fue Pablo Chacón, quien llegó hasta el gimnasio Mocoroa en abril de 1989. Condujo al lasherino hasta el título mundial, 16 de junio de 2001, cuando venció a Istvan Kovacs.
En junio de 2007 dirigió a Juan Carlos Reveco que se consagró campeón mundial minimosca y en 2010 a Jonathan Barros en el cinturón pluma.