En 2017, la sumatoria de las enfermedades cardiovasculares, afecciones en las que la hipertensión suele jugar un papel preponderante, produjo 90.222 muertes2. En parte explica esta alarmante cifra el hecho de que 7 de cada 10 hipertensos no controlan su enfermedad: 4 de ellos ni siquiera saben que son hipertensos y casi 3 (27%) pese a conocer su condición no logran mantener su presión en parámetros aceptables1.
"Si tenemos en cuenta que más de un tercio (37,3%) de los casos de muerte por enfermedad cardiovascular se podría prevenir teniendo la presión arterial en niveles normales[3], podríamos evitar en nuestro país 92 fallecimientos por día, prácticamente 4 cada hora controlando la hipertensión". La afirmación fue realizada en el marco del XXVI Congreso Argentino de Hipertensión Arterial, que finaliza hoy en Mar del Plata.
“Todos los años mueren por enfermedades cardiovasculares más de 90 mil argentinos, cuatro veces más de los que fallecen por todas las causas externas (accidentes y homicidios, entre otras). Se ha calculado que estas muertes implican 400 mil años de vida perdidos; si a estos se suman los que se viven con discapacidades, son 600 mil los años de vida saludables que se pierden a consecuencia de las enfermedades cardiovasculares. Así, un tercio de las muertes y también de los años de vida perdidos en la Argentina corresponden a enfermedades cardiovasculares”, expresó la Dra. Irene Ennis, doctora en medicina y Presidenta del Comité Organizador del XXVI Congreso Argentino de Hipertensión Arterial.
“Se estima que cada año se producen en Argentina más de 150.000 eventos coronarios (angina de pecho, infarto de miocardio) y 100.000 accidentes cerebrovasculares (ACV). La asociación entre ACV y cardiopatía isquémica con la presión arterial es lineal y empieza desde valores tan bajos como 120/80 mmHg. Por este motivo, afirmamos que para disminuir el riesgo de padecer una u otra condición debemos ser exigentes con el cumplimiento de las metas de prevención y tratamiento”, detalló el Dr. Martín Salazar, Presidente Honorario del Comité Organizador del XXVI Congreso Argentino de Hipertensión Arterial.
Estimaciones relativamente recientes refieren que en nuestro país los costos directos anuales asociados al tratamiento de la hipertensión arterial (incluyendo medicamentos, estudios, análisis de laboratorio e internaciones) ascienden a 350 millones de dólares. A lo que habría que agregar los costos indirectos (pérdida laboral, cargas familiares, etc.) y consecuencias psicológicas y sociales, cuya medición es más difícil de realizar.
“La hipertensión arterial no es simplemente un factor de riesgo, es una enfermedad en sí misma que debe ser abordada con tratamiento. Aunque no es lo más habitual, existe consenso internacional acerca de que se obtienen mejores resultados en el tratamiento si se indican dos o hasta tres medicamentos antihipertensivos en simultáneo, en comparación con indicar uno solo o simplemente recomendar dieta y ejercicio físico”, subrayó la Dra. Judith Zilberman, Presidenta de la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA) y especialista en cardiología e hipertensión arterial.
Otro de los problemas que presenta esta enfermedad es que, como generalmente no da síntomas, existe una alta tasa de abandono del tratamiento. “La gente no toma los medicamentos porque manifiesta sentirse bien, pero esto es tan desacertado como que una persona con diabetes deje de administrarse insulina o alguien con colesterol elevado no reciba su medicación hipolipemiante. La hipertensión arterial es una enfermedad crónica, potencialmente mortal, y la adherencia al tratamiento constituye la base para su control”, consignó la Dra. Ennis, quien además es Profesora Titular de Fisiología y Física Biológica de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata.
Entre los propios especialistas existe cierto disenso acerca de a partir de qué valores considerar que una persona padece hipertensión. Mientras que las guías norteamericanas consideran hipertensión a partir de una cifra de 130/80 mmHg, desde la SAHA, en línea con las guías europeas, adscriben a la postura que la define desde mediciones que arrojen 140/90 mmHg.
No obstante, la comunidad científica toda coincide en la importancia de no minimizar esta condición ni considerar que valores ligeramente elevados pueden deberse a situaciones pasajeras, como aquellas producidas por los nervios o el estrés, y en que cada situación individual debe analizarse en relación a su contexto.
La hipertensión arterial representa el principal factor de riesgo (potencialmente modificable) del desarrollo de enfermedad cardiovascular, acompañado también de otras condiciones como la obesidad, el sedentarismo, el tabaquismo, colesterol elevado y la diabetes.
“De ahí la importancia del control y tratamiento de aquellos factores que podemos modificar y de los cambios en los hábitos de vida poco saludables que contribuyen a desarrollar estas enfermedades”, insistió el Dr. Salazar.
“Para la toma de la presión arterial nos encontramos con otro inconveniente: el uso de medidores desaconsejados o directamente prohibidos. Recomendamos utilizar los dispositivos automáticos digitales validados. No recurrir más a los tradicionales o aneroides, que suelen descalibrarse y perder precisión, y mucho menos a aquellos en base a mercurio, que están prohibidos desde hace 10 años. Deben realizarse 3 mediciones, con la persona en reposo y relajada y computar como valor el promedio de los resultados obtenidos”, explicó el Dr. Walter Espeche, médico especialista en medicina interna, Secretario del Comité Organizador del XXVI Congreso Argentino de Hipertensión Arterial.
Los especialistas remarcaron la importancia de mantener hábitos saludables para ayudar al control de la hipertensión, como llevar una alimentación sana, rica en frutas y verduras, restringir el consumo de sal, tanto la agregada en la mesa como aquella que se incorpora al momento de la cocción de los alimentos, combatir el sedentarismo realizando actividad física (al menos 30 minutos de caminata diaria) y alcanzar y mantener un peso saludable. Sin embargo, coincidieron en que una vez diagnosticada la enfermedad, todo ello no es suficiente: el control periódico y la adherencia al tratamiento farmacológico, generalmente compuesto por 2 ó 3 medicamentos, representa el pilar del control de la hipertensión arterial.
Fuente: Consenso Salud