"Ella no intentó comerme, me quería asfixiar", cuenta Paul Rosolie un estadounidense amante de la selva amazónica que, para denunciar su destrucción, decidió hacerse engullir vivo por una anaconda en Perú aunque nunca se lo comió.
Estas serpientes, las más grandes del mundo, asfixian normalmente a su presa antes de ingerirla. Ningún hombre había intentando jamás el desafío, cuyos detalles no fueron divulgados con el fin de mantener la expectativa sobre la emisión que hará el canal Discovery.
La aventura ha sido para él “un privilegio”, asegura orgulloso esta especie de “Indiana Jones” del medio ambiente.
Indiana Jones de la ecología
La idea, explica, “llegó tras haber pasado diez años en la selva amazónica y su hábitat. Todo el mundo sabe que está desapareciendo, pero no hay muchos que le presten atención. Así pues, hemos querido hacer alguna cosa que impacte verdaderamente a las personas y provoque reacciones”.
Se tomaron todo tipo de precauciones para que no muriera asfixiado. Así, primero se fabricó un traje especial de fibra de carbono, equipado con cámaras, un sistema para respirar y otro para comunicarse con el exterior.
Después, hubo que encontrar una anaconda en la jungla amazónica de Perú. “Sesenta días en la jungla, caminando, acampando, explorando pantanos por la noche”, cuenta Rosolie, subrayando los peligros de esta expedición.
Encontraron una primera anaconda enorme, de más de 7,5 metros de largo y 135 kilos de peso, pero el equipo no pudo agarrarla. Una serpiente hembra de 6 metros sería finalmente la que haría los honores.
“Al principio, no intentó comerme. Intentó asfixiarme”, cuenta Rosolie. “Pero cuando la provoqué y comencé a actuar más como un depredador, entonces cambió y se defendió”.
El explorador dice que pasó una hora en su interior. "Con el traje especial, y moviéndome con la serpiente, era duro guardar la noción del tiempo".
Durante todo este tiempo, habló con su equipo en el exterior.
“Me gusta esta especie, es una criatura magnífica. Hacer esto fue un privilegio. Te enfrentas a uno de los más grandes depredadores del planeta y haces algo que nadie hizo antes que tú. Yo estaba muy entusiasmado, pero desde luego estaba un poco nervioso”, añadió.
Temía sobre todo los eventuales problemas técnicos: “Que el sistema de comunicación se estropeara, o el que permitía respirar, o los dos. Yo no hubiera podido salir, me hubiera asfixiado”.
No cuenta cómo recuperó su libertad pero insiste en que no hizo nada que no se produzca en la naturaleza.
“Las serpientes regurgitan a menudo si comen alguna cosa y un predador se acerca. Deben abandonar su comida para escapar”, explica.
Tras el anuncio de la emisión, algunas críticas fueron feroces, especialmente del grupo de defensa de los animales PETA, que afirmó que, si era cierto, la serpiente había sido “torturada para los índices de audiencia”.
“No hemos forzado a la serpiente a hacer algo que se salga de lo habitual. Era un riesgo para mí, pero jamás un riesgo para la serpiente”, insiste subrayando que la anaconda “se encuentra bien”.
Rosolie admite que ha recibido amenazas de muerte. Sonriendo, prefiere insistir sobre su objetivo de impactar para sensibilizar al mayor número de personas.
El programa se emitirá hoy por la noche en Estados Unidos y la semana que viene en países como Dinamarca, Australia y Reino Unido.
El depredador que mata por asfixia
Perteneciente a la familia de las boas, la anaconda es la serpiente más grande del mundo. Puede superar los 10 metros de longitud. Habita cerca de cursos fluviales.
Puede cazar piezas del tamaño de un carpincho. Las traga enteras y después se sume en un profundo letargo producto de la digestión que puede durar varios días. Es una especie constrictora, es decir, mata a sus presas por asfixia, enroscándose alrededor de su cuerpo e impidiéndoles respirar hasta que dejan de moverse.