Ver para creer. Rafa Nadal, el tenista más grande de todos los tiempos sobre polvo de ladrillo, mordió el polvo en el Buenos Aires Lawn Tennis Club. Responsable de ello fue el joven austríaco Dominic Thiem, quien con tamaña victoria ratificó que está llamado a grandes cosas en el circuito ATP.
Thiem, de 22 años y número 19 del mundo, despachó al defensor del título y máximo favorito por 6-4, 4-6 y 7-6 y ahora irá en busca de su cuarto título sobre arcilla, ante Nicolás Almagro quien también sorprendió a todos al dejar en el camino a David Ferrer, segundo favorito y tricampeón en Buenos Aires.
Como sucedió en sus dos partidos previos, Rafa arrancó con todo, y quebró enseguida para 2-0. Pero, también por tercer partido consecutivo, le quebraron ahí nomás. A medida que se sucedían los games, Thiem fue tomando confianza y soltándose, recursos técnicos le sobran. En el séptimo game, el austríaco desaprovechó un par de chances para quebrar: fue un aviso de lo que sobrevendría en el noveno. Y el décimo juego de ese primer set fue una postal del momento por el que atraviesa Rafa: falló una volea relativamente fácil y terminó dejando una última devolución en la red.
El segundo set arrancó parejito, con cada uno en lo suyo, manteniendo sus respectivos saques. Aunque la sensación que subía desde el court era que a Nadal todo le costaba demasiado, y que a Thiem el rol de “outsider” le sentaba sumamente cómodo. Rafa “zafó” con lo justo -con dos pinceladas de tenis mágico- de que su rival lo quebrara para 4-3. Por entonces, el público alentaba al mallorquín pero ya empezaba a admirar al austríaco, quien dejó en cero a Rafa en el siguiente game.
Pero Nadal es Nadal. Y como aseguró su tío-coach Toni unas horas antes de la semifinal, su voluntad es uno de los grandes argumentos, sino el mayor, que tiene su sobrino. Por eso, el español salió a buscarlo y con su categoría de siempre quebró en el décimo game, un ratito después que la gente, perceptiva de que había llegado el momento de hacer diferencia, lo ovacionara desde los cuatro costados.
Thiem quebró en el arranque del tercer set. Y Rafa rompió el servicio de su rival para el 2-2. Las sensaciones cambiaron, por un rato parecía que ahora al austríaco todo le costaba un Perú, aunque seguía metido en el partido.
Con el marcador 5-4 a su favor y el saque para Thiem, Rafa tuvo su chance, un match point. Pero el austríaco demostró que no le tiembla el pulso a la hora de arriesgar, con una derecha invertida a la línea.
El austríaco no sólo lo levantó, sino que enseguida dejó a su oponente en cero para forzar un tie-break que empezó de la peor manera para Rafa: con una doble falta y el austríaco enseguida 3-0 arriba. Y poco después, estiró a 6-1. Se acercó bastante en el marcador, hasta que una bola se le fue larga y con el 7-4 se cerró una gran historia, de tres horas de duración, pero que se recordará por mucho tiempo.
En definitiva, el quinto favorito Thiem se tomó una revancha dulcísima de aquella derrota en Roland Garros 2014, en el único enfrentamiento anterior con Nadal, y vive un momento que atesorará por siempre, más allá del resultado de mañana.
Rafa volará a Río de Janeiro con la esperanza de encontrar allí mayor alivio a la herida que aún no cicatriza del todo, la que le dejó su inesperada despedida en primera ronda en el Abierto de Australia.
"Me faltó un punto para ganar"
“Fue un partido complicado en el que tuve la oportunidad de ganar, pero faltó un poquito. Thiem ha hecho un buen partido. Es una pena, porque me faltó un punto para estar en la final, pero vamos a seguir adelante”, expresó Nadal luego de una caída en la que tuvo un match-point a favor (en el 5-4 del tercer set).
“No me voy preocupado porque no hice un mal partido. Hice cosas buenas. Creo que me faltó consistencia, pegué varios golpes ganadores; quizá me faltó cometer menos errores no forzados y sobre todo con el revés. Pero no pasa nada, estuve cerca de ganar y no pudo ser. Ahora tengo que seguir con trabajo y con ilusión”, finalizó