Por Rodolfo Cavagnaro -Especial para Los Andes
La economía argentina está atrancada por una serie de razones. Una de ellas se origina en la necesidad de comenzar a desarmar las trabas de los últimos años, que llevó a una parálisis preocupante. Pero para salir de la misma se tomaron muchas medidas buenas y otras que no han dado resultado por errores de implementación.
La competitividad del país está afectada por los costos internos, el denominado “costo argentino”, los bajos niveles de productividad y por la falta de actualización tecnológica. Estos son los factores que no permiten adecuarse a factores externos que nos impactan por el exceso de rigidez que generan las falencias antes enunciadas.
El “costo argentino” tiene varios componentes. Uno de los más importantes es el componente impositivo. Los impuestos no sólo son muchos sino que están mal aplicados. Al usar la política tributaria con mero fin recaudatorio por el exceso de gasto público, no queda margen para generar una política de estímulos que motorice el aumento de la inversión y la producción.
El problema impositivo
Argentina tiene una maraña impositiva construida en los últimos treinta años que no será fácil de ordenar. Hoy se está estudiando una reforma impositiva y muchos se dan cuenta de que el tema no es fácil.
Los impuestos ingresan por una misma boca, tanto a nivel nacional como provincial. En el nivel nacional el problema es más complejo porque existe la coparticipación pero la misma no es tan lineal.
Si uno estudia en detalle (lo que no es fácil) el destino de impuestos como IVA o Ganancias, podrá darse cuenta de que parte de lo recaudado tiene destino prefijado. El caso más típico es el financiamiento de la seguridad social.
Los aportes y contribuciones son bastante altos, pero con eso no alcanza para pagar las prestaciones de los jubilados que, además, son cada vez más y son cada vez más longevos.
Por esta razón, muchas porciones van destinadas a ese financiamiento a las arcas de la Anses. Este organismo, al quedarse sin el 15% que se retenía de la masa coparticipable a las provincias, deberá enfrentar una reingeniería de su presupuesto para cumplir con las prestaciones.
Incluso, el pago de las retroactividades y juicios se hará con fondos del Tesoro que el gobierno piensa recaudar con el blanqueo vigente.
Otro tema que no es menor es el impacto de la Asignación Universal por Hijo, ya que quienes lo adquieren se resisten a ingresar al trabajo registrado para no perder dicho ingreso y terminan trabajando en negro, favoreciendo a empresarios inescrupulosos, lo que hace que la recaudación para la seguridad social sea mucho más baja que la que debería ser.
Una solución es que la asignación sea realmente universal. Para esto se deben eliminar las asignaciones familiares que perciben los trabajadores en relación de dependencia y pagar una única asignación a todos los padres por sus hijos menores. Esta asignación debería ser independiente de la situación laboral.
Así, quienes la perciben entenderían que, si trabajan, esa asignación no se pierde y además la asignación es la misma que estando desempleado. De la misma manera, debe haber un control muy estricto para combatir el trabajo no registrado.
Precisamente, el costo de los aportes patronales, sumados a los aportes de los trabajadores, hacen que el “costo total” de un trabajador se multiplique de una forma innecesaria para solventar a industrias nacidas a partir de estas normas que generaron los aportes, como el caso de los accidentes de trabajo.
Otro de los problemas argentinos es el costo de la logística. Argentina carece de buenas rutas, de corredores que eviten transitar por zonas muy pobladas con dos componentes críticos: los niveles salariales de los choferes de camiones (que cuadruplican al de un maestro) y el precio de los combustibles.
En el primer caso no es sencillo el tema pero deberá ser objeto de negociación para que el futuro vaya alcanzando una dimensión más racional. En el caso de los combustibles el Estado debería pensar seriamente en bajar la carga impositiva que los grava, especialmente el ITC (Impuesto a la Transferencia de Combustibles).
Algunas ideas en la mesa
Por estos días se están realizando jornadas en las cuales los equipos técnicos del gobierno están recibiendo sugerencias presentadas desde diversos sectores. Uno de ellos ha sido del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la ciudad de Buenos Aires, con ideas que condensan iniciativas que están circulando hace tiempo. Entre ellas aparecen:
Remplazo de ingresos brutos por un IVA provincial. Este tema ya está en la agenda de trabajo que firmaron los gobernadores con la Nación en ocasión de oficializarse el acuerdo para la devolución del 15%de coparticipación.
Proponen (en el caso del impuesto a las ganancias para las empresas) el ajuste por inflación para que paguen impuesto sobre ganancias reales y no sobre ganancias ficticias, como ocurre actualmente.
Para el caso de las personas físicas, piden que se actualicen las escalas automáticamente por inflación, al igual que el mínimo no imponible, pero que se prevean deducciones por gastos en educación y capacitación.
Por otra parte, proponen eliminar el impuesto a los bienes personales y remplazarlo por impuesto al patrimonio neto, de manera que los contribuyentes puedan deducir de sus activos las deudas contraídas y verificables.
Por otra parte, están pidiendo unificar la tasa del IVA en un 19% sin excepciones, manteniendo exenciones para casos especiales como salud y educación.
Muchas ideas ya han quedado plasmadas en la ley que beneficia a las Pymes, y habría dos puntos muy importantes que el gobierno nacional debería considerar.
Uno de ellos es el impuesto a los débitos y créditos bancarios (impuesto al cheque). Lo mejor sería eliminarlo pero, en caso de mantenerlo, que se pague a cuenta de ganancias.
Otro punto muy importante a considerar debería ser la posibilidad de deducir de ganancias la reinversión de utilidades (como ya salió para las Pymes), pero con la salvedad que las ganancias repartidas como dividendos deberían tener las tasas más altas, pero no gravando a la empresa sino que caiga en cabeza del accionista que cobra dicho dividendo.
Lógicamente, están faltando los planes de inversión en infraestructura y la incorporación de tecnología por parte de las empresas, para lo cual la baja de la tasa de interés será fundamental para aumentar la producción y contener la inflación.
Faltan muchas medidas para mejorar la competitividad. No todo son impuestos ni se puede caer en el facilismo de devaluar. Hay que hacer las cosas que hacen los países serios.