El gobierno pro- europeo de Francia y el euroescéptico de Italia, volvieron a enfrentarse, mientras que empresarios de ambos países llamaron a la calma en medio del mayor conflicto diplomático bilateral desde la Segunda Guerra Mundial.
El vocero del gobierno del presidente francés, Emmanuel Macron, dijo que el llamado a consultas del embajador de Italia es temporal, pero que envía un importante mensaje a su vecino y aliado histórico, de que no debe interferir en los asuntos internos de Francia.
En Italia, el viceprimer ministro Luigi Di Maio, el principal blanco del enojo francés, defendió su posición y renovó sus críticas a la política exterior de Francia.
Tras enfrentarse en la Segunda Guerra, Francia e Italia se asociaron como miembros fundadores de la Unión Europea (UE), y su inusual disputa repercute en todo el continente, en momentos de crecientes tensiones entre fuerzas nacionalistas y europeístas.
El vocero oficial francés Benjamin Griveaux dijo que la llamada a consultas del embajador obedeció a meses de "ataques infundados" de Di Maio y del otro vicepremier italiano, Matteo Salvini.
Ambos han criticado las políticas migratoria y económica de Macron, y Salvini llegó a calificarlo de “presidente espantoso”.
Pero la gota que rebalsó el vaso parece haber sido la reunión que esta semana mantuvo Di Maio en París con miembros del movimiento de protesta anti Macron de los "chalecos amarillos", que quieren ser candidatos al Parlamento Europeo.
Griveaux dijo que la visita violó “la diplomacia más elemental” porque no fue comunicada con anticipación.
En referencia a los viceprimeros ministros del gobierno de Italia, dijo que existe una "lepra nacionalista" que socava la unidad de Europa y agregó que los integrantes de la UE deberían "comportarse mejor con sus socios" del bloque.
Di Maio dijo que no hizo nada malo al reunirse con los "chalecos amarillos" sin informar a Francia.
Una Europa sin fronteras "no debería ser sólo para permitir la libre circulación de mercancías y personas, sino también, la libre circulación de fuerzas políticas que tiene una perspectiva europea", señaló.
El vicepremier volvió a acusar a Francia de ejercer políticas en países africanos, que impidieron su desarrollo y alimentaron la emigración masiva hacia Europa.
También acusó implícitamente a Francia por el caos en Libia tras años de inestabilidad y de crecimiento de las redes de tráfico de personas, desde el derrocamiento del líder Muamar Kaddafi en una operación de la OTAN, en 2011 en la que Francia jugó un rol central.
La disputa causó temor en el mundo empresarial por el tenor de las relaciones comerciales entre ambos.