Se acabó: Bauza y Messi hablaron a solas y ya no basta con palabras

En Barcelona, el DT logró que Leo desistiera de su renuncia. En Ezeiza, la reunión no pasó inadvertida. El duelo con Colombia es la bisagra.

Se acabó: Bauza y Messi hablaron a solas y ya no basta con palabras

Fue en junio de 2011 cuando hizo eclosión el efecto frustrante de ver a Lionel Messi apático, errático y fastidioso consigo mismo. En plena Copa América, Leo cumplió una de sus peores performances con la camiseta argentina y contra Colombia, el mismo rival al que deberá enfrentarse este martes. En aquél momento, la multitud que cubrió el estadio de Colón despidió al equipo con una silbatina intensa tras el insípido empate sin goles. Esa señal de desagrado obró como una sensación de desahogo que tuvo como destinatario a quien ya - en ese momento - llevaba conquistados dos de su cinco Balón de Oro. Para los argentinos y en la Argentina, el crack se convirtió en terrenal y dejó de estar blindado.

Ese mismo año, Leo alzó la copa tras la inobjetable victoria del Barcelona en el Mundial de Clubes. Un 4-0 devastador en Yokohama llevó al excepcional ciclo de Pep Guardiola a su punto más alto. Dos tantos de Messi - el primero y el último - se complementaron con los de Xavi Hernández y Cesc Fábregas para una goleada de nivel premium. Enfrente, el Santos FC con el tradicional juego de buen pie de la escuela brasileña. Entre sus intérpretes, una estrella surgente: Neymar. "Nos dieron una lección de fútbol" dijo el por entonces juvenil atacante, cuyo destino oscilaba entre el Camp Nou o el Santiago Bernabéu con Real Madrid.

Casi cinco años después, el Mineirao fue el escenario para el nuevo encuentro entre los dos astros del Barça. Uno brilló y fue el estandarte del 3-0 contundente de Brasil; el otro compitió contra dos rivales a la vez: los defensores locales y la inoperancia de sus propios compañeros. Al primero lo ayudó el sistema pero también los ejecutantes; al segundo, ni lo uno ni lo otro favorecieron su juego y se terminó ahogando en el mar de imprecisiones colectivas e individuales que demostró La Selección. Un ex compañero de Leo, Dani Alves - hoy en la Juve junto a Gonzalo Higuain y Paulo Dybala - fue concreto: "No lo dejen solo...solo nadie puede".

Solo, en absoluta soledad, Messi se encerró en su hogar de Barcelona hasta que Edgardo Bauza lo convocó a conversar. Javier Mascherano se sumó a la reunión en calidad de invitado natural al encuentro. Fue en agosto pasado, cuando aún resonaban los ecos tras la derrota argentina en la final de la Copa América Centenario frente a los chilenos. El efecto tsunami que se desató en el mundo cuando Leo anunció su renuncia a la Selección tenía que ser desactivado por el flamante entrenador, quien había reemplazado al también renunciante Gerardo Martino. La conversación entre las partes sirvió para descomprimir. "Estuvo como diez minutos estudiándome", le dijo el Patón al diario La Nación acerca de la actitud del diez. Ayer, en Ezeiza, el encuentro se repitió y con idénticos participantes.

El 12 de agosto pasado, la cuenta oficial de Leo en twitter publicó un comunicado en el cual se informaba oficialmente sobre el regreso del astro al seleccionado. El alivio se esparció entre los argentinos. Y a Bauza le representó una victoria por su capacidad de gestión. Cuestionable o no, él dio el primer paso para cruzar el Atlántico. También se encontró en Italia con el Pipita, a quien le dio más descanso para que terminara de cerrarse el traspaso desde el Nápoli a la Juventus. La onda expansiva llegó al Manchester City y Kun Agüero también retiró su renuncia. Otro tanto, con Ángel Di María en PSG. La base del plantel había quedado recuperada para bien. ¿Para bien?

No es ajeno al ambiente futbolístico un modus operandi controversial - serlo así está en su naturaleza - y que se alimenta tanto desde la AFA como desde los jugadores. Entonces, el eufemismo club de amigos ganó el centro de la escena a partir de una caracterización que combina la ironía con el enfado. Se trata, ni más ni menos, que del grupo que maneja el vestuario. Y en los códigos internos del futbolista, ese poder alcance niveles rayanos con el máximo control. Inclusive, hasta de los entrenadores. Tampoco es nuevo, simplemente que en otros momentos se lo conocía como camarilla.

Así se identifica como miembros del selecto agrupamiento a Messi y quienes están más cercanos a su confianza: Agüero, Mascherano, Higuain, Di María, Ezequiel Lavezzi y Sergio Chiquito Romero. En segundo plano, Lucas Biglia y Pablo Zabaleta. Entre quienes han estado en el foco de las turbulencias con el grupo aparecen: 1) Carlos Tévez, quien estuvo ausente desde el final de la Copa América Argentina 2011 hasta el inicio de la Copa América 2015. Luego, ya no volvió a ser convocado por Tata Martino; 2) Alejandro Sabella, cuestionado por el sistema de juego en el arranque mismo de Brasil 2014 y con Leo de portavoz al día siguiente. El día previo a la final en el Maracaná se hizo oficial su salida de la Selección.

Bauza mismo tiene claro que su permanencia está amenazada por un eventual resultado negativo en el estadio Bicentenario de San Juan frente a los conducidos por José Pekerman. Hasta la posición en la tabla convierte en peligrosa la posibilidad argentina de estar presente en la próxima cita de Rusia 2018. Sólo ganar, más allá de la forma que fuere, calmará el estado de crisis latente a nivel seleccionado nacional y que alcanza a los tres niveles bajo la lupa: cuerpo técnico, jugadores y dirigentes. Un triunfo, al menos, permitirá cerrar el año dentro del lote que empezará 2017 bajo la órbita de la tranquilidad numérica.

El Patón, curtido en experiencias intensas dentro del fútbol, supo llevar adelante ciclos exitosos con clubes que nunca habían ganado la Copa Libertadores de América, tales como Liga de Quito en 2008 y San Lorenzo en 2014. Al frente del Sao Paulo, posicionó al tricolor en semifinales de la edición 2016. En ésta, su primera experiencia a nivel de selecciones nacionales, le tocó enfrentarse a un grupo que mantiene sus lugares en las convocatorias en casi todos los casos durante no menos de seis o siete años. Ya en el Mario Kempes, en la previa de Argentina vs Paraguay (0-1), en la prensa especializada se había instalado la versión fuerte de que la base del grupo no aceptaba la forma y la filosofía de juego aplicada por Bauza.

Bauza se juega mucho ante los cafeteros, pero nunca tanto como el prestigio que ha logrado alcanzar el seleccionado argentino a lo largo de un siglo. Y sabe que su posición delante del plantel puede verse beneficiada o perjudicada conforme a cómo termine el partido. O toma decisiones como cabeza del plantel o el llamado club de amigos quedará - otra vez - en el centro de la escena.

Una imagen que simbólicamente dice mucho aunque no hayan cruzado palabra en Belo Horizonte. (AFP)

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