Los argentinos estrenamos hoy el balotaje para elegir a nuestro sexto presidente en los últimos 32 años de democracia. La definición entre el oficialista Daniel Scioli y el opositor Mauricio Macri pondrá fin así, cualquiera sea quien resulte ganador, al período de gobierno más prolongado de la historia política moderna si se suman las presidencias de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández de Kirchner: doce años y medio.
Alrededor de las 22.30 de hoy sabremos si la mayoría de los votos fueron para el candidato del Frente para la Victoria (FPV), que se presenta como “la continuidad con cambios”, o para “el cambio” a secas que pregona el del frente Cambiemos. A esa hora y por acuerdo con los apoderados de ambas fuerzas, habrá una “tendencia del resultado final”, según anunció anteayer el director nacional electoral, Alejandro Tullio.
Suman más de 32 millones los ciudadanos habilitados para votar en casi 95 mil mesas y en Mendoza es el octavo domingo electoral del año por el desdoblamiento de las votaciones provincial y municipales, y aún queda uno más.
La disputa central es por los alrededor de 7,2 millones de votos que fueron a los cuatro candidatos que quedaron en el camino el 25 de octubre, siempre que hoy la participación sea igual a la de entonces, cuando rondó el 81% después del 74% registrado en las primarias abiertas de agosto.
Hace cuatro semanas, Scioli sumó 37% y aventajó, contra todo pronóstico, por sólo tres puntos a Macri. Por eso el final cerrado.
El botín electoral más apetecido son los 5,2 millones de votos (casi 22%) que obtuvo el ex candidato presidencial de UNA, Sergio Massa, quien si bien dejó en libertad de acción a sus votantes, hizo para hoy un guiño hacia “el cambio” que supondría Macri, mientras que otros dirigentes de esa fuerza, en tanto peronistas, como quien fue candidato a gobernador bonaerense, Felipe Solá, se pronunciaron abiertamente por Scioli.
En ese paquete de votos también están los que en la primera vuelta fueron para Margarita Stolbizer, Adolfo Rodríguez Saá y Nicolás del Caño, ninguno de los cuales dijo abiertamente a quién apoyará, salvo el del Frente de Izquierda, que llamó a votar en blanco.
En definitiva, conjeturas sobre el destino que tendrán aquellos votos hoy “huérfanos” pues se desconoce hasta dónde sus destinatarios originales pueden incidir en sus votantes de primera vuelta, del mismo modo que las que puedan hacerse respecto de otras incógnitas de peso para el resultado de hoy. Por caso, a quién irán a parar los 2 millones de votos que sacó UNA en la provincia de Buenos Aires, la madre de todas las batallas: con 12 millones de votantes, 37% del padrón nacional, se juega allí gran parte del resultado.
Allí, Scioli confía en aumentar sustancialmente la magra diferencia de 428 mil votos sobre Macri de la primera vuelta, atribuida en sectores oficialistas pejotistas a la mala performance de Aníbal Fernández como candidato.
De allí que el candidato oficialista reforzara su campaña en los municipios granbonaerenses más populosos con caminatas diarias y contacto con los vecinos, como no lo había hecho por exceso de confianza triunfalista antes de la primera vuelta. También por eso su último cierre de campaña fue a toda orquesta en “la capital del peronismo”, La Matanza, quinta “provincia” del país por población.
El candidato de Cambiemos, por el contrario, apunta no sólo a reducir esa diferencia sino incluso a pasar a ganador sobre el aspirante del FpV de la mano de lo que ha sido el golpe político más novedoso y trascendente de 2015: la llegada de María Eugenia Vidal a la gobernación bonaerense, con lo que desplazó al peronismo que ejercía ese poder estratégico desde 1987.
Ese triunfo, quizás más que el haber reducido la diferencia nacional con relación a Scioli, fue lo que fortaleció las chances de Macri, enancado a la “ola de triunfo”, para que desde el 10 de diciembre próximo la Nación, la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires puedan ser gobernadas por Cambiemos. También ésa es la razón por la que Macri no quiso hacer olas en tierra bonaerense y concentrarse en mejorar la votación en el norte, con el cierre en Jujuy.
Pero la gran incógnita que puede ser decisiva si la elección es reñida pasa por el voto de los indecisos, del comportamiento de los que no concurrieron a votar y de los que lo hicieron en blanco en la primera vuelta (2,5%). Según encuestadores, el número de indecisos variaba hasta el viernes entre 4% y 11%, entre los que habría que incluir al “voto vergüenza”.
De manera distinta arriman Scioli y Macri a esta instancia de segunda vuelta, instaurada en la reforma constitucional de 1994 (ninguno llegó al 40% más un voto con diferencia de 10 sobre el segundo; menos aún a 45% más un voto) por acuerdo entre el entonces presidente Carlos Menem y su antecesor, Raúl Alfonsín.
Macri llega con el envión de los números obtenidos el 25 de octubre y de la mano de la gobernadora bonaerense electa, por lo que desde la primera vuelta y sobre todo en las últimas dos semanas, buscó hacer la plancha, no arriesgar definiciones que pudieran resultar un traspié, fortaleciendo su condición de líder de “la revolución de la alegría”. No obstante sufrió del “fuego amigo” por metidas de pata de sus aliados y asesores, como el ecuatoriano Jaime Durán Barba, que sobre el final dijo que el Papa no suma “más de diez votos” con sus definiciones después de que Francisco llamó a votar “a conciencia”.
Scioli profundizó su campaña de confrontación de “modelos”, un estilo desconocido en él, que delineó ya en el discurso de la noche misma de la primera vuelta y profundizó hasta el viernes pasado: dijo ser el “candidato del modelo de inclusión social” frente a “la devaluación y el ajuste” que es Macri en presunto acuerdo con el FMI y los fondos buitre.
Pudo hacerlo después de que Cristina diera un paso al costado en la campaña, con lo que también se silenciaron las voces del “fuego amigo” propio, como las de Aníbal Fernández y del ministro del Interior, Florencio Randazzo, aún resentido por quedar fuera de la disputa presidencial.
Esta noche, en definitiva, sabremos si el Presidente dentro de 18 días y hasta 2019 será un peronista que habrá roto el doble karma peronista de recibir el bastón de mando de otro peronista y de venir de ser el gobernador bonaerense. O si lo es un ingeniero extrapolítico, ni afiliado radical ni peronista, que llega a la Rosada por primera vez desde 1999 al frente de una alianza no peronista, producto del colapso del que “se vayan todos” de 2001.
Datos, desde las 19.30
Los primeros resultados con “información suficiente” para saber quién ganará el balotaje presidencial estarán “hacia las 22.30 o 23”, indicó el director Nacional Electoral, Alejandro Tullio.
El funcionario prometió que los primeros resultados de los comicios “se comenzarán a difundir a las 19.30 con muy pocas mesas”, pero aclaró que irán “viendo cómo se van a ir cargando los datos y se renovará cada cinco minutos nuestra base de datos y eso se publica automáticamente en Internet” en la página del sitio resultados.gob.ar.
La de hoy es la primera vez en la historia argentina en la que una elección presidencial se define por segunda vuelta, después de que fuera instaurada por la reforma de 1994.
En números
Más de 32 millones de argentinos elegirán mañana al 53° presidente de la República en el primer balotaje de la historia nacional que disputarán el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, por Cambiemos y el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, por el oficialista Frente para la Victoria.
Según la Cámara Nacional Electoral, un total de 32.037.323 ciudadanos podrán votar en 13.881 establecimientos que estarán destinados en todo el país para la ubicación de las 94.979 mesas electorales, que requerirán la labor de 189.958 autoridades.
Asimismo, 933.998 adolescentes de entre 16 y 17 años estarán habilitados para votar, lo que representa un 2,92% del padrón, aunque su participación no es obligatoria.
La fórmula presidencial del Frente para la Victoria está integrada por el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, y el secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Carlos Zannini.
El frente opositor Cambiemos postuló al jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, y a la senadora nacional por el Pro, Gabriela Michetti.
La provincia de Buenos Aires es el primer distrito electoral dado que concentra 11.883.699 electores, lo que representa más del 37 por ciento del padrón nacional.
En la lista de distritos con más peso electoral siguen Córdoba (2.781.805 electores), Santa Fe (2.677.432), la ciudad de Buenos Aires (2.550.604) y Mendoza (1.365.918).
El sexto distrito electoral es Tucumán (1.154.866), seguido por Entre Ríos (1.028.889), Salta (952.180), Chaco (858.603), Misiones (843.862), Corrientes (808.794), Santiago del Estero (694.965), San Juan (532.836), Río Negro (508.215), Jujuy (505.091), Neuquén (467.284), Formosa (421.390), Chubut (413.836), San Luis (357.066), Catamarca (291.185) y La Pampa (273.254).