Cuando se fue de Mendoza para vivir en España, 20 años atrás, no se imaginó que ese sería el comienzo de un largo y exitoso camino en el Viejo Continente.
Inquieta, entusiasta y estudiosa, Sara Torres es la actriz mendocina que triunfa en el teatro español y que forjó una carrera tanto en las tablas como en el mundo audiovisual.
"No tengo la sensación de haber logrado cosas muy importantes", confiesa abiertamente la actriz, quien pasa estos días en su querido Maipú tras culminar una exitosa temporada en la sala del Teatro Español con la obra Un tercer lugar.
Y aunque a ella le parezca poco, a lo largo de dos décadas viviendo en Madrid consiguió un espacio tanto en el teatro como en el cine y la televisión de la Madre Patria. Además, se convirtió en una reconocida coach de actores.
Ahora, es noticia por las excelentes críticas que tuvo la última obra en la que actúa. Escrita y dirigida por Denise Despeyroux, en Un tercer lugar Sara Torres interpreta a Carlota. Diarios como ABC o El País la elogiaron sin retaceos y el público agotó localidades durante todas las funciones.
“Es el cuarto montaje que hago con Denise. Empecé a trabajar con ella hace seis años. La primera obra fue Por un infierno con fronteras. Y a partir de ahí hubo una coincidencia de querer trabajar juntas. Ella si bien se crio en Barcelona, tiene todo el imaginario rioplatense teatral. Se reconoce discípula de Javier Daulte, de Rafael Spregelburd y de referentes argentinos”, cuenta en el inicio de esta charla.
Sara Torres trabajó en Mendoza con Víctor Arrojo y Marcelo Lacerna. Luego se instaló en España y se ganó un lugar en el teatro madrileño.
–¿Cómo surgió la posibilidad de trabajar en esta obra?
–Un tercer lugar es un texto que Denise tenía escrito hace mucho y salió la oportunidad que lo montaran en el Teatro Español, una sala oficial. Me ofreció uno de los personajes, pero tuve que hacer el casting, porque los teatros oficiales tienen ese sistema. Y tengo a mi favor que conozco las obras de Denise, a sus personajes. Ella maneja una cuerda con sus personajes: son muy neuróticos, pero a la vez muy tiernos, irónicos, personajes muy “al borde” y queribles. Además la admiro mucho. Esta es una obra muy coral. Tiene seis personajes muy parejos con los que tenemos que llevar el hilo de la acción. Mi personaje tenía que pegar conmigo, pero a la vez tenía que pegar con quien hace de su hermano. Hay una red de vínculos que respetar, por eso es fundamental hacer un buen casting.
–¿Se esperaban este éxito de convocatoria y las repercusiones en la crítica?
–Sabíamos que teníamos un buen producto entre manos, porque Denise trabaja muy bien y el público la respeta. Pero la verdad no sabíamos que iba a ser así. Porque sigue siendo un trabajo muy artesanal, que apuesta por una poética muy clara. No es un teatro comercial en absoluto y el texto es casi shakespereano en algunos aspectos y muy intelectual en otros. Y no era fácil de actuar, hay que decir unos parlamentos complejos, con mucha organicidad. Y no teníamos esa expectativa de que le fuera a gustar a toda la crítica, incluso a muchos directores del teatro contemporáneo que nos fueron a ver. No trabajábamos con esa ambición.
–Ahora estás en Mendoza. A tu regreso, ¿vuelven a hacer funciones?
–Vamos a hacer una gira por España. Probablemente salga una gira por América Latina. Y volveremos a Madrid, aunque no sabemos cuándo, porque las programaciones de 2018 están cerradas. Y como es una producción del Teatro Español, no sabemos cuándo volvemos.
Vínculo con su tierra
Si algo alimentó Sara Torres es el trabajo conjunto con sus pares mendocinos. Lejos de olvidarse de sus raíces, aprovecha cada visita para armar un proyecto con colegas y maestros.
De ahí nació El Puente, un colectivo autogestivo formado por los actores Víctor Arrojo, Marcelo Lacerna y Sergio Martínez, con los que estudió y compartió escenario. Las comedias Locos de contentos, Ella en mi cabeza, No bailamos tango y Tiempo compartido son algunas de las obras que montaron en Mendoza y Madrid, uniendo dos continentes a través del teatro.
Pero, además, Torres ha generado espacios de formación en cada visita, dictando talleres de actuación ante cámara.
–Parte de tu corazón siempre ha estado en Mendoza con el proyecto El Puente.
–El Puente es un proyecto de total autogestión, con amigos y colegas con los que empecé a hacer teatro acá. Víctor Arrojo, Daniel Posada, Marcelo Lacerna, Sergio Martínez... Y seguimos trabajando por vocación. Y el puente con Mendoza surge cuando nace mi hija y decido estar más presente acá. La verdad hemos concretado muchos proyectos y si no hacemos más es porque no podemos. Cuando estuve en agosto me pasaron un texto, pero justo estaba con Un tercer lugar. Quisiera hacer mil cosas acá, tengo muchos textos de Denise que me encantaría hacer. Pero la vida se complica, hay que hacer coincidir agendas. La vida de artistas es difícil en todo el mundo. Me gustaría hacer textos de Paco Zarzoso, un escritor valenciano. Siempre tengo proyectos. Y moverse entre dos continentes se complica un poco, pero lo mantenemos.
–Lo rico es el intercambio y las distintas miradas, tanto de tu experiencia en España como del presente en Mendoza...
–Sí, siempre trabajamos de manera independiente y, como es nuestro, no nos los quita nadie. El Puente tiene un recorrido largo. Y sería ideal hacer otras iniciativas pedagógicas, talleres, encuentros, poder llevar más gente a España.
–Desde tu experiencia como coach, ¿cómo vez la formación de actores acá en Mendoza?
–Durante muchos años trabajé como docente de teatro en Madrid y cuando me crucé con el audiovisual realmente fue un cambio de paradigma para mí. Y desde ahí nunca más di clases de teatro: me dediqué a la formación de actores para cine y televisión. Porque entendí que era otra forma de trabajo y otros códigos. Pero yo nunca lo pude pensar así porque cuando me formé en Mendoza el audiovisual era una utopía. En Mendoza brindo un método que yo desarrollé con mi maestro Eduardo Milewicz, con el que creé La Compañía Cine. Veo en estos últimos ocho años que es una cuenta pendiente en Mendoza y de a poco se va haciendo camino, con espacios de formación. Pero eso está muy pegado a la industria. Según se vaya desarrollando la industria audiovisual va a haber más necesidad y realidad, que el actor necesite saber todos sus códigos. Hay cosas que surgen desde la necesidad y de momento es un espacio que se va formando de a poco.
"Siempre trabajamos de manera independiente y, como es nuestro, no nos los quita nadie. El Puente tiene un recorrido largo y sería ideal (...) poder llevar más gente a España."
Soy de aquí y soy de allá
Disfrutar del sol que quema en pleno diciembre, caminar por el barrio, compartir una larga mateada con sus amigos de toda la vida, es parte de la rutina y la sana costumbre que Sara Torres tiene cada año cuando regresa a la Argentina.
–¿Cómo es volver a tu casa?
–Yo siempre me he sentido muy mendocina, muy maipucina te diría. Siempre lo sentí así. A mí me pasa que llego y ya estoy organizando reuniones, juntándome con la gente, no noto ningún corte. Hay algo muy genuino acá y siento que no me fui nunca. ¡Y son 20 años!, pero como siempre he estado muy vinculada a mis colegas y amigos, no lo noto. Mendoza y Madrid son mis lugares. Madrid tiene algo de lugar muy acogedor, un ritmo de provincia, tiene una combinación muy interesante de una ciudad como un polo cultural europeo, pero a la vez un ritmo de provincia.
–¿Te imaginaste que ibas a quedarte y hacer esa carrera?
–No, para nada. Honestamente no tengo la sensación de que logré cosas muy importantes. Porque vivir me cuesta, como a cualquiera. Como te decía, la vida de un artista es dura en todas partes del mundo. Y se siembran mil árboles y sale uno. Y ser mujer es difícil en el arte. Y ser madre, artista y además extranjera... ni te cuento. Todos la peleamos a brazo partido.
La verdad es que no tuve esa sensación de ir a conseguir algo. También ser madre me ayudó mucho, porque me ancló en las necesidades cotidianas y tener un norte en la vida que no sea uno mismo. Creo que la maternidad me hizo mejor artista, mejor todo.