El Santo Padre se bajó del papamóvil para bendecir a un enfermo

Francisco dio varias vueltas a una plaza de San Pedro colmada. Miles de fieles lo aclamaron y él contestó con apretones de manos, saludos y besos a niños.

El Santo Padre se bajó del papamóvil para bendecir a un enfermo
El Santo Padre se bajó del papamóvil para bendecir a un enfermo

Media hora antes de iniciar su pontificado, Francisco recorrió ayer la Plaza San Pedro y saludó a los miles y miles de fieles que, emocionados, lo aclamaban. Sonriente y sereno, el Papa avanzó entre la multitud a bordo de un papamóvil descapotable y rodeado de custodios.

La marea humana cubrió no sólo la gigantesca y hermosa plaza, sino también la amplia vía de la Conciliación, que une Roma con el Vaticano.

Con numerosas banderas que no cesaron de ondear, con gritos de ¡Viva el Papa! y carteles, los fieles participaron activamente en la misa pública a la que asistieron 132 delegaciones oficiales provenientes de todo el mundo y casi 200.000 personas.

Francisco dio varias vueltas a la plaza, aplaudido por los fieles que bajo un brillante sol se agolpaban para saludarlo. Lo hizo de un modo cálido, afectuoso, sonriéndole a la gente, tomándoles las manos y dándole besos a los niños que le acercaban.

En un momento de su recorrida, el Papa pidió detener la marcha del vehículo y se bajó. A pie, el Papa se acercó a un enfermo -que se encontraba detrás del vallado- y lo bendijo. Francisco habló con él y con su acompañante, que lo sostenía en sus brazos detrás del vallado, lo besó en la frente, lo palmeó en un hombro y le dio su bendición.

Este gesto del Papa, una muestra más de su personalidad desestructurada y sencilla, sorprendió a la multitud y a sus custodios, que lo acompañaban en su camino hasta la Basílica.

El creyente discapacitado italiano Cesare Cicconi, de 50 años, contó a la agencia italiana Ansa: "En 1982, en una audiencia privada con los fieles, me besó Juan Pablo II, hoy recibí un nuevo beso en la frente del Papa Francisco. Estoy muy feliz y aún emocionado", comentó. "Soy un católico practicante -explicó- y desde siempre socio de la Unitalsi (Unión Nacional de Transporte de Enfermos a Santuarios) porque mis padres ya formaban parte de la asociación". La mamá de Cesare, Sandra, de 72 años, murió hace pocos días y ahora se ocupa de él su hermana Cinzia, de 43 años. Cesare tiene el cuerpo completamente paralizado con excepción de una mano que mueve apenas.

También cuidan de él "todos los amigos de Unitalsi que son de casa", agregó. Los padres descubrieron que Cesare padecía esclerosis lateral amiotrófica cuando tenía solo 8 meses de edad.

Aunque está postrado en una camilla, Cesare no se ha dado por vencido y quiere continuar, en lo posible, tomándose alguna satisfacción de la vida. "Soy hincha de Ascoli -dijo- y voy a la cancha". Uno de los sueños de Cesare era poder "volar", pero tomar un avión para una persona que tiene que estar en camilla no es tan simple. Sin embargo, con tenacidad y voluntad, en setiembre del 2010 lo logró.

"Con los amigos de Unitalsi, y gracias a la empresa aérea -explicó- tomé el avión y participé en un peregrinaje nacional a Lourdes", explicó. Lo que no sabía es que Lourdes es una de las parroquias del barrio porteño de Flores -donde nació el Papa- en la que daba misa el entonces cardenal Jorge Bergoglio.

Cesare relata emocionado su vivencia de ayer: "El Papa Francisco se detuvo y bajó del jeep. Me dio un beso en la frente y me dijo a mí y a mis amigos ?recen por mí'. Muchos de los jóvenes de Unitalsi agradecieron al Pontífice, y Jorge Bergoglio replicó: "No, gracias a ustedes".

Cesare regresó luego de la celebración a su ciudad, San Benedetto del Tronto, donde ya anunció una gran fiesta. "Desde que el Papa Francisco me saludó, no hago más que sonreír y sonreír", subrayó. Lo confirmaron sus amigos: "Tiene la sonrisa impresa en el rostro", dijeron.

"A todos nosotros este beso de Francisco a Cesare -observó Don Vincenzo de la Unitalsi de San Benedetto del Tronto- nos pareció una parte del Evangelio en la cual se lee que Jesús se acerca a la suegra de Pedro enfermo, se inclina, la toma por la mano y la levanta".

La comitiva de Unitalsi, conmovida, emocionada, y "llena de energía", regresó a casa con un don precioso: el regalo del Papa argentino.

Terminada la misa, la gente permaneció en la Plaza de San Pedro como si no quisiera que terminara una ceremonia que con seguridad no olvidará en toda su vida.

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