El pibe está cebado... A Sandro Moral no le alcanza con haber ganado el torneo, de punta a punta, tras siete horas andando bajo un impiadoso sol. Mientras se desarrolla la premiación, el mejor skater argentino no descansa y se lanza (con éxito) desde el lugar más alto de la pista (una escalera gigante), en otra demostración de talento, pasión y también energía, un combo que lo hace único en el país.
Antes, este marplatense de 22 años, se había llevado con claridad el King of Córdoba, competencia organizada por DC Shoes que reunió a gran parte de los 36 mejores skaters de Argentina y también tuvo invitados sudamericanos (Chile, Colombia y Brasil).
El evento, que entregó $ 50.000 pesos en premios, se disputó en el Parque Sarmiento cordobés. Ante 500 espectadores, el podio fue copado por el Team DC, ya que cinco de los diez primeros puestos son integrantes del mismo.
Resguardando el invicto
Para Moral, por un lado, no fue una victoria más. Y por el otro, sí. Es que el “Chino” está invicto en el año, habiendo ganado los siete torneos que disputó, incluidos uno en Perú y otro en Chile. Haciendo gala de su superioridad, al otro día de la competencia en Córdoba voló a Buenos Aires y se impuso en el skatepark de Pacha.
“Ganar es un privilegio para mí. Y más si tengo en cuenta esta seguidilla y el gran nivel del torneo de DC. El evento no pudo ser mejor”, cuenta al que ya apodan el Messi del skate. “Me enorgullece que me diga así, aunque no creo estar a la altura de semejante elogio”, dice él.
Como Leo, Sandro está sobrado para el nivel nacional, pero él prefiere evitar la pregunta. “Sólo sé que para ganar hay que dar lo mejor y hoy tuve que esforzarme al máximo. Y ojo que al comienzo me puse nervioso, como en cualquier torneo”, explica.
La presión no la siente pese a que siempre es considerado el favorito. “Me viene pasando que todos crean que voy a ganar, pero no me molesta para nada. Al contrario. Me halaga, me pone feliz y llena de confianza”, explica el rider estrella de Team DC.
Su historia cautiva. Era 2004 cuando venía de jugar al fútbol en Miramar y vio a unos pibes arriba de una tabla. “Flasheamos”, recuerda Sandro. Con sus amigos, entonces, decidieron armar una tabla artesanal para andar en el barrio. “Tenía 10 años y ya nunca más me bajé. La tabla es como mi hermano, va conmigo a todos lados”, cuenta quien tuvo su desarrollo cuando se fue a vivir a Mardel.
A los 13 le pasó una de esas situaciones que cualquier crack necesita para torcer el rumbo de su historia. “Fui a una expo en Buenos Aires, anduve muy bien, me vieron dos marcas y quisieron contratarme. Ni lo podía creer”, resalta. Ahí empezó a cambiar todo. “Al primer torneo internacional que viajé, en Chile, lo gané”, recuerda.
Todo le llegó demasiado rápido. “Yo ni sabía que era bueno, no me imaginaba tener sponsors ni ganar dinero. Ahora tengo fans, soy como un ejemplo para muchos chicos. Es una cosa de locos, pero me encanta. Como que me paguen por hacer lo que amo. Es un sueño del que no me quiero despertar”, explica mientras esboza una sonrisa compradora.
Las malas ni las cuenta. “Me caí miles de veces, golpes duros, pero por suerte sólo me rompí los meniscos de ambas rodillas y estuve apenas dos meses sin andar”, agrega quien sueña con dar el salto internacional. “Yo siento que ya estoy para competir en el Tampa Pro y Dew Tour, dos de los más grandes eventos del mundo”, cierra Sando.
Él está sorprendido por la creciente popularidad del skate a nivel urbano. Ese es el objetivo dentro del skate, pero hace unos meses nació otra ilusión gracias a la confirmación de que su deporte estará en los Juegos Olímpicos 2020.
“En Merlo se hizo el primer campeonato preclasificatorio y lo gané”, cuenta sobre la primera prueba que otorgó puntos para el ranking nacional de profesionales, a partir del cual se determinará quiénes participarán a nivel internacional. “Me llamó el Enard, la Secretaría de Deportes y ya estoy becado. Hasta me hicieron un carnet de profesional...”, señaló el Chino.
Y enseguida reacciona al consultarle si esto es especial. “¿Cómo no va a ser especial? Yo amo el skate y si me dan la mejor vida para que me cuide y me suba a una tabla, voy a hacer todo para ser un profesional de elite y no desperdiciar la oportunidad”, asegura mientras una imagen gira por su cabeza.
“Ya me imagino en Tokio y peleando por una medalla”. Si sigue en este camino, es muy posible que el destino le haga cumplir otro sueño.