A horas de su resonante triunfo en la interna del justicialismo de Santa Cruz, el gobernador Daniel Peralta lanzó una iniciativa que, de concretarse, puede iniciar un saludable cambio de rumbo en el país en cuanto a la periodicidad en el ejercicio de la función pública.
El mandatario santacruceño planteó la necesidad de que su provincia se encamine hacia una nueva reforma constitucional que ponga límite a las reelecciones indefinidas de gobernador y vice, vigente desde 1998, tras otra enmienda impulsada con éxito por el entonces gobernador Néstor Kirchner.
Como parte de su sana iniciativa, Peralta quiere someter a consulta popular la vigencia de la polémica “ley de lemas”, que también benefició al kirchnerismo en esa provincia en sucesivas elecciones y que actualmente sólo se aplica allí para elegir intendentes, diputados y concejales. Se trata de un sistema electivo que nunca fue del todo aceptado por la ciudadanía en el país y que hoy en día apenas tiene vigencia en muy pocas provincias. Una metodología muy parecida, la que en su momento se llamó “neo lemas”, inspiró al proceso electoral que llevó a la presidencia a Néstor Kirchner, en 2003.
El pronunciamiento del gobernador Peralta, fortalecido por un triunfo partidario nada menos que frente a la estructura de origen del kirchnerismo, equivale a un soplo de aire fresco para la convulsionada política argentina en tiempos de discursos distorsivos y permanente prédica para confundir a la gente.
Es el oficialismo nacional el que no cesa un instante con su estrategia de perpetuidad en el poder. La intentona por la re-reelección de la Presidenta de la Nación se encuentra siempre latente en cada gesto, en cada frase y en cada acción proveniente de alguno de los personeros del kirchnerismo.
Nada ni nadie garantiza que la ya vapuleada Constitución Nacional vigente desde 1994 sufra algún embate devastador en pos de una gestión “eterna” de Cristina Fernández de Kirchner y de la consolidación del pensamiento único que ampare la continuidad en el poder de la actual estructura política.
Pero también la iniciativa del mandatario de Santa Cruz debe servir de ejemplo para sus pares provinciales, en especial aquellos que mantienen un encolumnamiento irrestricto con la Casa Rosada, aun a riesgo de hacer tambalear a las provincias que gobiernan.
En el caso de Mendoza, el gobernador Francisco Pérez y su equipo mantienen en firme una embestida para reformar la Constitución provincial, con amagues de buscar legitimar la convocatoria a las urnas en una consulta popular desfasada en el tiempo e incluso violando los pasos que la propia Carta Magna mendocina establece para estos casos.
La reforma que pretende Francisco Pérez, con el respaldo del justicialismo, no sólo no oculta su afán reeleccionista sino que genera sospechas sobre si la enmienda está pensada para beneficiar al actual jefe del Ejecutivo y su vice.
Es de esperar que las intenciones del gobernador santacruceño Peralta no se pierdan en el camino, o que no formen parte de una dialéctica política inconclusa. Haber alzado la voz por primera vez desde algún punto del país contra las reelecciones que sólo buscan perpetuar en el poder modelos hegemónicos y anti republicanos, es un gesto de valentía que merece ser estimulado.
